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Asperón
Asperón, de áspero, es una arenisca de cemento silíceo o arcilloso.
Se emplea para la construcción y también, cuando es de grano fino, en piedras de amolar. Sin embargo, durante casi 70 años, con el artículo por delante, fue utilizada tal denominación como marca registrada, para distinguir un producto destinado a la limpieza. Es un invento de un complemento de los jabones en las funciones domésticas, donde se precisa intensificar la eliminación de suciedades, facilitando su raspado, resistentes a la acción de los jabones. Y es también un invento soriano, porque su autor, Don Casto Hernández Hernández, es nacido en Castilruiz, el 1 de julio de 1863, y fallecido en Soria el 20 de diciembre de 1936. Casto no fue un hombre de estudios, de familia humilde y de total carencia de medios económicos, no encontró otra salida para satisfacer sus ansias de trabajo que emigrar de su pueblo a lo que saliera, mediante la señalización de una moneda lanzada al aire, indicativa del camino a seguir, en un cruce de caminos, lo que le llevó a conseguir su primer trabajo con el salario mensual de un real y una alpargata, más el correspondiente alojamiento y manutención.Todos sus años jóvenes le sirvieron para aprender y tratar con amos y patronos de habitantes de “tierras altas” (Yanguas, Villar del Río…) que, indudablemente, formaron su condición de jabonero.
Afincado en Soria, a finales del siglo XIX, se decidió por instalar una pequeña fábrica de jabones y lejías, y, en el mismo lugar una tienda de ultramarinos. En un local adyacente fabricaba también aguardiente y un licor dulce conocido como “licor del padre Casto”. Casto era un hombre de carácter recto y serio, no desmentido en su forma de obrar, caracterizado por su honradez y amor a la verdad, hasta tal grado que, entre sus amigos y conocidos era requerido como testigo en sus tratos. Gustaba de vestir con capa y bastón, tratando a sus trabajadores con familiaridad, otorgándoles una paga extraordinaria de 18 días en Navidad, antes de que fuera obligatoria
Origen y desarrollo de “El asperón”
“El asperón” estaba formado por arenas blancas compuestas principalmente por granos finos de sílice y arcillas afiladas, que por su plasticidad y poder desengrasante se venían usando para desengrasar baños y quitar manchas. Estas propiedades se encontraban aumentadas en las arenas de Fuentetoba por sus componentes silíceos, que facilitaban el raspado.
Casto había observado que al verter los jabones en forma de líquido hirviente de la caldera a los moldes, adquirían dureza al enfriarse. Esta observación fue el principal motivo que le indujo a descubrir su invento: un producto, complemento del jabón, relleno de arenas blancas, que pudiera manejarse y comercializarse, troceado en pastillas compactas y, a su vez, fácilmente deleznables. Y que con la adición de un producto químico, carbonato sódico, aseguraba en grado óptimo tanto la aglomeración de la disolución saturada jabonera, como la eficacia en las funciones de limpieza (manos grasientas, fregaderos, suelos y escaleras de madera etc.,) Desde el principio “El asperón” fue bien acogido porque no solamente desempeñaba papel importante para el lavado de manos de los trabajadores sino que también dejaba las escaleras de madera “enarenadas” en su verdadera fisonomía.
Se hizo tan famoso que tuvo muchas imitaciones, y, aunque registrada su marca, los competidores empleaban la palabra asperón como genérica. Por eso las amas de casa, en los comercios, pedían asperón de Soria. Se extendió por toda España, principalmente en ambas Castillas, y es posible que se utilizara hasta en Portugal y Francia, ya que se llegó a vender en plazas de Extremadura, San Sebastián, Irún, Jaca, etc. Madrid fue el mayor mercado y, al terminar la Guerra Civil, uno de los primeros abastecimientos que llegó fue “El asperón de Soria”, formándose colas para adquirirlo.
En la década de los 60 alcanzó su apogeo llegando a producir 6 millones y medio de pastillas al año.
Declinación de su uso y fin
Pero con el paso de los años “El asperón” no pudo evitar que la aparición de otros productos de limpieza como detergentes y fregonas restringieran su uso. También contribuyó a ello la sustitución de la madera en suelos y escaleras por mármoles o terrazos. En consecuencia, en los años 70 decreció su venta, y aunque se intentó revitalizar presentándolo en polvo, su fabricación cesó en 1978, cerrándose la fábrica sin problemas laborales.
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