- Verus priscus
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En la celebración de la inauguración del Coliseo, llevada a cabo por el emperador Tito el año 80 de nuestra era hubo combates de gladiadores y cacerías de fieras durante 100 días consecutivos. En estos juegos se enfrentaron dos gladiadores, considerados como los mejores de aquella época: Verus y Priscus. Eran amigos, forzados a pelear por su condición de gladiadores.
Se conocieron trabajando como esclavos, picando piedras. Por su gran físico ambos fueron reclutados por una escuela de gladiadores. Se conviertieron en los mejores. Peleando para sobrevivir. Era muy común en la época, tanto como ahora en los equipos de fútbol, que los gladiadores fueran comprados por otras escuelas. Así es como se separan los dos amigos sin saber que tiempo después se volverían a encontrar, pero en otro contexto, como enemigos. Así fue, cara a cara en la arena del coliseo. Únicamente uno debería salir vivo. El combate comenzó. Tanto uno como otro atacaba con coraje. La contienda se hacia larga y el público pedía que el César perdonara la vida a ambos gladiadores. Siguiendo sus propias reglas, Tito decide quitarles los escudos dejándolos únicamente con sus espadas. El combate continuó. Ambos recibieron heridas, pero ninguno se rendía. Nuevamente la multitud pidio que se les perdonara la vida y nuevamente el emperador siguió sus propias reglas. Esta vez pelearían sin armas. Tan bien lucharon, con tanta pasión, que el emperador no dio a ninguno como vencedor y a los dos les entregó el símbolo de la victoria, una espada de madera.
Esta historia nos ha sido transmitida por Marcial, el bilbilitano, que en su libro De Spectaculis, escribe el siguiente epigrama:
Atacaba Priscus, atacaba VerusLos dos eran iguales a Marte en su lucha y ya duraba mucho.
La gente pidió para ellos con un gran griterío, un desenlace honroso.
Pero el César se mantuvo firme y obedeció su propia ley
Esta ley consistía en lo siguiente: pelear sin escudos.
Cuando se hizo así ofreció igualdad y entrega.
Sin embargo se llegó al final con igual resultado:
Fueron iguales al luchar, iguales al sufrir.
El César entregó a uno y otro una espada de madera y una palma.
El hábil valor consiguió este premio.
A nadie por debajo del príncipe se le podría ocurrir tal cosa sino a ti, César:
Dos han luchado, y dos han vencido
Así, estos 2 grandes guerreros consiguieron su libertad y la inmortalidad en la historia.Categoría:- Gladiadores
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