- Cistitis intersticial
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La cistitis intersticial (CI) es una enfermedad crónica que afecta a la vejiga. Sus síntomas son la necesidad urgente de orinar (la sensación de necesitar orinar), necesidad de orinar frecuentemente y/o dolor en cualquier lugar entre el ombligo y la parte interior de los muslos, por delante o por detrás. Los síntomas varían desde leves a severos, y pueden ser intermitentes o constantes. Los casos más graves de CI pueden tener un efecto devastador tanto sobre quien la sufre como sobre sus seres queridos.
En el pasado se creía que la CI era una enfermedad rara que era muy difícil de tratar. En la actualidad se sabe que la CI afecta a una gran cantidad de hombres y mujeres. La siguiente información lo ayudará a discutir esta enfermedad con su urólogo y a comprender cuáles son los tratamientos que se encuentran disponibles.
Causas
Las causas de la CI se están estudiando en diferentes centros médicos en todo el mundo. Muchos investigadores creen que la CI está causada por uno o más de los siguientes factores:
- (1) un defecto en el epitelio de la vejiga que permite que ciertas sustancias irritantes de la orina penetren la pared de la vejiga;
- (2) un tipo específico de células inflamatorias (mastocitos) que liberan histaminas u otros agentes químicos que promueven los síntomas de la CI en la vejiga;
- (3) hay algo en la orina que daña la vejiga;
- (4) los nervios que transportan las sensaciones a la vejiga están modificados, lo que hace que eventos que normalmente no son dolorosos causen dolor (como el llenado de la vejiga);
- (5) el sistema inmunológico del cuerpo ataca a la vejiga, de manera similar a lo que ocurre en otras enfermedades autoinmunes.
Es probable que en diferentes grupos de pacientes ocurran diferentes procesos. También es probable que estos diferentes procesos se afecten entre ellos (por ejemplo, un defecto en el epitelio de la vejiga puede promover la inflamación y estimular a los mastocitos). Algunos estudios de investigación recientes han demostrado que los pacientes con CI pueden tener una sustancia en la orina que inhibe el crecimiento de las células del epitelio vesical. Por lo tanto, algunas personas pueden tener una predisposición a desarrollar CI luego de una lesión en la vejiga, como ser una infección.
- (6) quimioterapia, radioterapia y otros para tratar algún tipo de cáncer.
Generalmente estos tratamientos utilizan drogas muy fuertes las cuales terminan en la vejiga urinaria. Es muy posible que sea también responsable de la irritación del revestimiento de la vejiga urinaria produciendo un deterioro en la resistencia de ésta para enfrentar las toxinas que normalmente arrastra del cuerpo causando los efectos y síntomas antes mencionados.
Síntomas
Los síntomas de la CI varían de acuerdo al paciente. Si usted tiene CI, puede experimentar un aumento de la frecuencia urinaria y sensación de urgencia para orinar o dolor, o ambos. Muchas personas sólo tienen dolor pero no aumento de la frecuencia urinaria, aunque la mayoría de los pacientes con CI presentan todos los síntomas. Ha habido muchos casos informados cuando una persona diagnosticó con IC no experimentaba el dolor substancial.
El aumento de la frecuencia es la necesidad de orinar más a menudo que lo normal. Normalmente, una persona promedio orina no más de siete veces al día, y no necesita levantarse durante la noche para ir al baño. Un paciente con CI necesita orinar con frecuencia, tanto de día como de noche. A medida que la frecuencia empeora, se convierte en urgencia. La urgencia para orinar es un síntoma habitual de la CI. Algunos pacientes sienten una urgencia constante que nunca pasa, incluso después de orinar. Si bien otros pacientes con CI orinan a menudo, no necesariamente sienten esta urgencia para ir al baño todo el tiempo.
Los pacientes con CI pueden sufrir de dolor en la vejiga que empeora a medida que la vejiga se llena. Algunos pacientes con CI sienten el dolor en otras áreas además de la vejiga. Una persona puede sentir dolor en la uretra, en la región inferior del abdomen, en la región inferior de la espalda o en el área de la pelvis o perineal. Las mujeres pueden experimentar dolor en la vulva o en la vagina, y los hombres pueden sentir dolor en el escroto, en los testículos o en el pene. El dolor puede ser constante o intermitente.
Muchos pacientes con CI pueden identificar ciertas cosas que empeoran los síntomas. Por ejemplo, los síntomas de algunas personas empeoran al ingerir ciertas comidas o bebidas. Muchos pacientes encuentran que los síntomas son peores si tienen estrés (ya sea estrés físico o mental). Los síntomas pueden variar con el ciclo menstrual. Tanto los hombres como las mujeres con CI pueden experimentar dificultades sexuales a causa de esta enfermedad; las mujeres pueden sufrir dolor durante el coito porque la vejiga se encuentra al frente de la vagina, y los hombres pueden sentir dolor en el orgasmo o dolor al día siguiente.
Algunas mujeres con CI avanzado mencionan dolor en las piernas y pies que las incapacita para desarrollar sus actividades normalmente, asociado esto a un cansancio que las debilita.
Tratamiento
No se conocen las causas de la CI. Como probablemente haya diferentes causas, no hay un único tratamiento que funcione para todos los pacientes, y ningún tratamiento es “el mejor”. El tratamiento debe elegirse individualmente para cada paciente en función de sus síntomas. Normalmente se prueban diferentes tratamientos (o combinaciones de tratamientos) hasta que ocurra el alivio de los síntomas.
Actualmente hay dos tratamientos aprobados por la Administración de Fármacologicos y Alimentos de los Estados Unidos (United States Food and Drug Administration, FDA) para tratar la CI. Uno es el pentosano polisulfato. No se sabe a ciencia cierta exactamente cómo actúa sobre la CI. Muchos piensan que construye y restaura el revestimiento protector del epitelio de la vejiga. También puede ayudar al reducir la inflamación o por medio de otros efectos. La dosis habitual es de 100 mg tres veces al día. Es muy poco común que tenga efectos secundarios, y si los hay, los más comunes son náuseas, diarrea y malestar gástrico. A menudo se necesitan entre tres y seis meses de tratamiento con pentosano polisulfato por vía oral antes de que el paciente note una mejora importante en los síntomas.
El otro tratamiento aprobado por la FDA es colocar dimetil sulfóxido (DMSO) en la vejiga con la ayuda de una sonda. Esto normalmente se hace una vez a la semana durante seis semanas, y algunas personas continúan utilizándolo como tratamiento de mantenimiento (aunque con intervalos más largos de tiempo y no todas las semanas). No se sabe a ciencia cierta cómo actúa el DMSO sobre la CI. Tiene varias propiedades, entre las que se incluye el bloqueo de la inflamación, la disminución de la sensación de dolor y la eliminación de un tipo de toxinas llamadas “radicales libres” que pueden dañar a los tejidos. Algunos médicos combinan el DMSO con otros medicamentos como la heparina (similar al pentosano polisulfato) o esteroides (para reducir la inflamación). No hay estudios que hayan probado si estas combinaciones funcionan mejor que el dimetil sulfóxido solo.
El principal efecto secundario del DMSO es un olor semejante al del ajo que dura durante varias horas luego de la aplicación. Para algunos pacientes, la introducción del DMSO en la vejiga puede ser dolorosa. A menudo se puede aliviar este dolor aplicando antes anestesia local en la vejiga mediante una sonda, o mezclando el anestésico local con el DMSO.
Hay una amplia variedad de otros tratamientos que se usan para la CI, aunque no están específicamente aprobados por la FDA para este propósito. Los más comunes son la hidroxicina por vía oral, la amitriptilina también por vía oral, y la introducción de heparina en la vejiga con la ayuda de una sonda.
La hidroxicina es una medicina antihistamínica. Se cree que algunos pacientes con CI tienen demasiada histamina en la vejiga, y que la histamina promueve el dolor y los otros síntomas. Por lo tanto, el uso de antihistamínicos puede ser útil en el tratamiento de la CI
La dosis habitual es de 10 a 75 mg por la noche. El principal efecto secundario es la sedación, pero esto en realidad puede ser beneficioso porque ayuda al paciente a dormir mejor por la noche y a levantarse con menos frecuencia para orinar. Los únicos antihistamínicos que se han estudiado específicamente para la CI son la hidroxicina y (más recientemente) la cimetidina. No se sabe si hay otros antihistamínicos que puedan ser útiles para tratar la CI. La amitriptilina se describe como una medicina antidpresiva, pero en realidad tiene muchos efectos que pueden mejorar los síntomas de la CI. Tiene efectos antihistamínicos, disminuye los espasmos de la vejiga, y reduce la conducción por los nervios que transportan los mensajes de dolor (por ese motivo se utiliza para muchos tipos de dolor, no sólo para la CI). La amitriptilina es frequentemente usada para otros tipos de dolores crónicos como el cáncer y lesións de los nervios. La dosis habitual es de 10 a 75 mg por la noche. Los efectos secundarios más comunes son la sedación, la constipación, y un posible aumento de peso.
La heparina es similar al pentosano polisulfato y probablemente ayude a la vejiga mediante mecanismos similares. La heparina no es absorbida por el estómago y las inyecciones a largo plazo pueden causar osteoporosis (debilitación de los huesos), y por lo tanto debe ser colocada en la vejiga mediante una sonda. La dosis habitual es de 10.000 a 20.000 unidades diarias o tres veces a la semana. No suele presentar efectos secundarios porque la heparina permanece sólo en la vejiga y normalmente no afecta al resto del cuerpo.
También se usan muchos otros tratamientos contra la CI, pero con menos frecuencia que los que se describieron aquí. Algunos pacientes no responden a ningún tratamiento para esta enfermedad pero aún así pueden lograr una mejoría importante en su calidad de vida gracias a un tratamiento adecuado del dolor. El tratamiento adecuado del dolor puede incluir el uso de medicinas antiinflmatorias, narcoticos de potencia moderada y narcoticos más potentes de acción prolongada además del bloqueo de nervios, la acupuntura y otros tratamientos sin medicinas. El tratamiento profesional del dolor a menudo puede ser útil en los casos más severos
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