- José María Rubio
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San José María Rubio S.J. confesor Nombre José María Rubio Peralta Nacimiento 22 de julio de 1864
Dalías, AlmeríaFallecimiento 2 de mayo de 1929
Aranjuez, MadridVenerado en Iglesia Católica Beatificación 6 de octubre de 1985, Ciudad del Vaticano, por el Papa Juan Pablo II Canonización 4 de mayo de 2003, Madrid, por el Papa Juan Pablo II Festividad 2 de mayo San José María Rubio Peralta S.J. (* Dalías, Almería, 22 de julio de 1864– † Aranjuez, Madrid, 2 de mayo de 1929), fue un santo jesuita español, canonizado por la Iglesia Católica y calificado de "apóstol de Madrid" por el arzobispo de Madrid, Eijo y Garay.
Contenido
Infancia y adolescencia
Hijo de agricultores y mayor de trece hermanos, fruto del matrimonio de Francisco Rubio y Mercedes Peralta, vivió una infancia de tradicional marco religioso, en el pueblo almeriense de Dalías, hasta que ingresa en el seminario de Almería, en el que cursó las Humanidades y un año de Filosofía (1876- 1879); otro de Filosofía y cuatro de Teología en el de Granada (1879-1886), donde le apadrina y protege el profesor y canónigo Joaquín Torres Asensio, a quien no abandonará mientras vivió. Por traslado de su mentor a la capital, estudia el quinto de Teología en Madrid (1886-1887), donde obtiene la licenciatura en esta materia (1896) y el doctorado en Derecho Canónico en Toledo (1897).
Sacerdote en los suburbios madrileños
Ordenado sacerdote, celebra su primera misa el 12 de octubre (1887) en el altar de la conversión de San Luís Gonzaga de la entonces catedral de San Isidro de Madrid, diócesis en la que trabajó por tres años, como coadjutor en Chinchón (1887-1889) y párroco en Estremera (1889-1890). En ambos pueblos se destacó por su extrema austeridad, su catequesis de niños y servicio a los más pobres.
Capellán luego de las religiosas Bernardas en la iglesia del Sacramento de Madrid, entonces parroquia de la Almudena, comenzó a señalarse por su actividad en los suburbios de la capital con los traperos y las “modistillas”. Enseñó además literatura latina, metafísica y teología pastoral (1890- 1894) en el seminario de Madrid, y actuó como notario y encargado del registro de la vicaría de esta diócesis. Un viaje como peregrino a Tierra Santa y Roma (1904) le deja huella indeleble. En este periodo se definía a sí mismo como “jesuita de afición”, ya que desde sus tiempos de estudiante de teología en Granada había deseado pertenecer a esta Orden, hasta el punto de llegar a ser confundido como tal entre los espectadores anticlericales que organizan el famoso tumulto tras la representación teatral de la “Electra” de Galdós.
Anecdotas en vida del Santo
El padre Rubio fue un afamado confesor. Los madrileños formaban largas colas, teniendo que esperar durante varias horas, para poder confensarse con el padre Rubio.
LA VISITA A UN MORIBUNDO:
Estando confesando, vino una señora que le dio la señas de un hombre a quien debía confensar pronto pues se estaba muriendo. Aquella misma tarde fue a confesar al moribundo. Las señas eran en un tercer piso sin ascensor, teniendo que subir fatigosamente aquellas escaleras, llamó a la puerta y preguntó por el caballero:
Soy yo -le contestó el hombre al abrirle la puerta- pero creo que le deben haber gastado una broma pues ya ve que estoy perfectamente de salud. ¡Vamos hombre! pase a tomar algo ya que ha tenido que subir tantos pisos. Entrando en el comedor vio un retrato en la pared, mientras el supuesto moribundo le servía un refresco. El padre Rubio afirmó que aquella señora fue quien le había enviado.
Ja, ja, ja,-rio el moribundo- Se debe haber fijado mal padre.Pues esa señora es mi madre y hace años Dios se la llevó a su seno. Mire, de todos modos, ya que está aquí me voy a confesar porque hace muchos años que no entro en una Iglesia y así su viaje no habrá sido en balde. Se confesó y aquella misma noche murió santamente.
LA COSTURERA:
Una costurera de Madrid contó en confesión que su padre murciano odiaba la fe en Dios, y consideraba la religión cristiana un engañabobos y mentiras de curas. Ella tenía miedo de la condenación eterna de su padre. -No te preocupes, se salvará- Afirmó el padre Rubio.
Estando en unos ejercicios espirituales predicando el padre Rubio, llegó tarde aquella costurera. En ese instante el padre Rubio calló un momento en su discurso y afirmó en voz potente. -"En este mismo momento una de vosotras acaba de recibir una gracia especialísima. Realmente muy, pero que muy grande. Dentro de unos días sabrá de qué se trata y quien de vosotras lo ha recibido. Aquella afortunada debe agradecérselo a Nuestro Señor Jesucristo "- Todas las mujeres que allí estaban presentes tomaron cuenta de la hora y día, pues era ya famoso por esas profecías que luego se cumplían. La costurera al cabo de unos días se enteró que su padre murciano había muerto santamente, y que justo, en aquel momento en que tales palabras pronunció el padre Rubio estaba confensándose y recibiendo los últimos sacramentos.
LA BROMA DE CARNAVAL:
Pero lo ocurrido el martes de Carnaval de 1924 en Madrid fue un asunto que corrió en la capital de España de boca en boca como la polvora, por la notable muestra de Santidad del padre Rubio.
Estando unos amigos divirtiéndose en una casa de prostitutas decidieron hacer una gracia a costa del padre Rubio.
- Que os parece si uno de nosotros se hace pasar por moribundo, le llamamos al padre Rubio, y cuando esté en la habitación, salta de la cama voceando el moribundo mientras los demás entramos con las chicas medio desnudas.
-Es una idea estupenda- Agregó uno- Incluso lo podemos mejorar. Mirad, como trabajo en un periódico le podríamos sacar unas cuantas fotos y publicarlas en mi columna.¡Os imaginaís el titular!: "el padre Rubio sale de putas en Carnaval". Ja, ja, ja
- Yo me haré pasar de moribundo- Dijo otro de los amigos presentes mientras bebían.
- Pues iré a buscarle- afirmó el mejor vestido.
-Vale- Añadió el periodista- Pues agarraré la cámara y nos esconderemos con la chicas para entrar cuando des una voz. Esto va a salir genial.
A la madrugada un hombre bien trajeado llamó al convento donde vivía el padre Rubio suplicando confesión para un moribundo. Pese a la oposición del Superior, fue allí, acompañado de otro jesuita. Llegó hasta la casa de prostitución y entró en la habitación, casi al instante salió enfadado el padre Rubio. - Me tendrían que haber llamado antes, porque ya murió- Afirmó.
Ante el estupor de todos los presentes comprobaron que realmente no solo estaba muerto sino también frío. Muchos ingresaron en religión después de lo ocurrido. En todo Madrid fue conocido el incidente, pero el padre Rubio nunca dio demasiado importancia a todo aquello.
Sus últimos años
Fallecido su protector Torres Asensio, logra realizar su viejo deseo de ingresar en la Compañía de Jesús en Granada, donde, tras el noviciado (1909), repasó un año la teología y tuvo una experiencia pastoral en Sevilla (coincidiendo en la residencia con los también jesuitas Francisco de Paula Tarín y Tiburicio Arnaiz, ambos con fama de santidad). Terminada la tercera probación (1910-1911) en Manresa (Barcelona), fue destinado a Madrid, en cuya casa profesa de la calle la Flor Baja residió el resto de su vida. Hombre de carácter retraído y sencillo, de gran caridad e incansable entrega al trabajo, sobresalió como predicador (aunque no por sus dotes oratorias) y como confesor asiduo, que provocaba largas colas de fieles, quienes buscaban en él además acompañamiento y ayuda espiritual. Pese a carecer de brillantes cualidades humanas, que contrastaban con sus compañeros de casa los académicos de la Historia y la Lengua, padres Fita y Coloma, su eficacia y fama creció en poco tiempo en toda la ciudad. Se señaló por su amor a los pobres, a los que se adelantaba a socorrer. Desarrolló su obra evangelizadora en pueblos y suburbios, y fundó y organizó varias asociaciones, como la «Guardia de Honor del Sagrado Corazón», la obra de las «Marías de los Sagrarios», y las escuelas sociales del barrio de la Ventilla, ayudado por los jóvenes maestros Juan y Demetrio de Andrés, conocidos como “los mártires de la Ventilla”, que morirán asesinados durante la Guerra Civil de 1936.
Murió en Madrid, el 2 de mayo de 1929, sentado en una butaca de pino, después de haber ordenado quemar sus apuntes espirituales. Cuando murió, el arzobispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, lo calificó de “apóstol de Madrid” y escribió una pastoral proponiéndolo como modelo al clero de su diócesis.
Su canonización
En vida se le atribuyeron hechos prodigiosos, como bilocaciones, curaciones, profecías y videncia; algunos, tal vez, legendarios, pero otros ratificados por numerosos testigos. Sin embargo, lo que domina en su recuerdo es el testimonio de su ejemplo y su palabra junto al mensaje de que la santidad está al alcance le todos por el sencillo camino de entrega a la voluntad de Dios. Su máxima preferida era: “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Beatificado por Juan Pablo II en Roma (6 de octubre de 1985) y canonizado en Madrid por el mismo pontífice (4 de mayo de 2003), sus restos son venerados en la iglesia de San Francisco de Borja y del Sagrado Corazón de la Compañía de Jesús en Madrid. El hecho extraordinario, considerado como milagro por la Congregación para la Causa de los Santos en orden a su canonización, fue la curación de un cáncer de pulmón del jesuita madrileño José Luís Gómez Muntán (1988).
Reflexión del padre José María Rubio
Hace usted muy bien, en no buscar ni querer otra cosa que el cumplimiento de la voluntad de Dios. Es el camino más seguro para que el alma se santifique. Esa es la vida de entrega, de inmolación, de sacrificio. Es lo que quiere de nosotros el Corazón Divino...Enlaces externos
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