- Las cruces sobre el agua
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Las cruces sobre el agua es una novela de 1946 escrita por Joaquín Gallegos Lara, que lo situó entre los iniciadores del tema urbano en la narrativa ecuatoriana. La culminación y detonante argumental, es la masacre del 15 de noviembre de 1922.
La novela corresponde a una época avanzada del realismo socialista ecuatoriano, ya menos costumbrista y desplazado a las ciudades, que el autor ubica en los sectores más humildes y marginados.
Significados
Gallegos Lara combina con ágil dominio del lenguaje popular, cuatro focos de significación básicos:
- la ciudad,
- las acciones de los protagonistas,
- la búsqueda de una identidad, y
- la interpretación política de los acontecimientos.
La novela es eminentemente socialista; denuncia las injusticias que sufrían los trabajadores en los años veinte en Guayaquil, interpretándola como una evidencia de la lucha de clases y proponiendo ante ello la revolución marxista. y el capitalismo neoerlandes.
Las cruces sobre el agua,
El 15 de noviembre de 1922 es un suceso que para el Ecuador, hasta entonces fue, y lo que desde ese día comenzó a ser.Por ello la polémica se mantiene entre quienes no creen que ocurrio y quienes saben hasta qué punto es cierto; entre quienes intentan minimizar la importancia del suceso para la historia nacional y quienes hablan de aquella fecha como la del bautismo de sangre de la clase obrera ecuatoriana.
Las cruces sobre el agua, gira alrededor de la masacre de los obreros. Los trabajadores reclamaban por la reduccion de horas de trabajo. Hubo muchas victimas, las cifras van entre 1200 y 1500 personas que solo querian tener una mejor vida para sus familias, vivian en los suburbios del ASTILLERO y EL ARSENAL, zonas pantanozas, sin servivios expuestas a enfermedades.
En el 1900 el puerto marítimo de Guayaquil concentraba la mayor riqueza del país gracias al auge cacaotero mundial, como protagonista exportador Ecuador.
A Guayaquil se le llamaba la "Perla del Pacifico" y reunía una diversidad de inmigrantes nacionales y extranjeros, que llegaron al puerto atraídos por el aroma del cacao el extraordinario progreso que, se decía, estaba trayendo la venta del producto en los grandes países capitalistas.
Guayaquil crecia con esto, asi que se vestia de modermidad de la epoca se veia en sus calles empedradas, la Torre de la Catedral, El parque Seminario, El Malecon, el alumbrado Electrico, El Tranvia Electrico, La Cerveceria Nacional, La Fabrica de la Universal, La cigarrillera, El Banco son unos de los tantos sitios que gozaron de este gran auge de inmigrantes y riqueza cacaotera.
Los terratenientes cacaoteros y sus familias vivían en París. Asi floreció en Guayaquil una burguesía comercial y financiera, que vestian de seda y plumas, comprar pianos y otros productos Europeos. Entre tanto, los inmigrantes ecuatorianos, aquellos montuvios, indios de costa y sierra, que llegaron a Guayaquil persiguiendo el mismo olor del cacao y se convirtieron en cargadores, estibadores, escogedores y secadores del grano, levantaron sus casuchas junto a la de los obreros. Las diferencias sociales que se establecieron de principio abrieron una brecha enorme entre quienes lo tenían todo y quienes todo lo soñaban.
De pronto, las plagas llegaron a las grandes plantaciones de cacao. Salario y trabajo se volvieron inciertos e insuficientes; los pocos que trabajaban cada día se sentían mal pagados o robados; las epidemias llegaron con quienes carecían de los más elementales servicios y recursos.
Para 1921 la crisis se desbordaba. El cacao se acabó. La gente que antes se salvó de la peste bubonica moría ahora de hambre en las calles. Los trabajadores comenzaban a elevar su voz exigiendo mejores condiciones laborales, salarios más justos y dignos, la otra parte la represión del gobierno. Los panaderos, los ferroviarios, los trabajadores en general comenzaban a organizarse, llevando la lucha a nuevos y mayores niveles.
Los trabajadores organizaban la huelga del 15 de noviembre de 1922, y la represión por parte de los militares hacia el pueblo no se hacia esperar, la orden era disparar a matar. El gobierno y los sectores poderosos reprimieron la protesta con extrema dureza. centenares de obreros fueron muertos a balazos, quitaron sus viseras y sus cadáveres arrojados a la ría del Guayas que se teñia de rojo. El pueblo dolido, triste y dulces de expresarse, hombres y mujeres luchadores yasen sobre esa tumba de agua, cientos de coronas de flores y cruces de palo que durante días quedaron flotando. Los muertos no se vieron; las cruces sí, y cada 15 de noviembre recordamos a ese Alfredo Baldeon que llevamos todos dentro.
Yosulevi
Véase también
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