Los Haravecos

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Parte de la historia

No sólo fue el conjunto folklórico de mayor proyección en la historia de la música de Villa María sino que, además, sus integrantes participaron activamente de los prolegómenos del proyecto que dio forma al Festival Nacional de Peñas Folklóricas de Villa María.

Días de estudiante

Corría el año 1958 y en el ciclo lectivo de la Escuela Superior de Comercio, que ese año estaba a cargo de la dirección, el Dr. “Coco” Mirotti, quien junto a un maestro y “bombisto” catamarqueño, Gustavo Alaníz, buscaron entre el alumnado la forma de armar un cuarteto folklórico. No les costó mucho con tres más que tenían alma de guitarreros y cantores, y así nacieron “Los Cumbreños”, con la primera voz y el bombo de Alaníz y las guitarras de Roberto Barrera, Oscar Coria y Antonia Sánchez. Fueron muchos los ensayos y exitoso el debut, un 7 de julio, en un acto que tenía que ver con la próxima fiesta patria y ese conjunto siguió por un tiempo animando peñas y reuniones diversas, pero en realidad, sólo fue una semilla que iba a dar otros frutos, ya de neto corte profesional.

El nombre

Alaníz y Barrera persisten, en su búsqueda dan con Walter Fenoglio y Roberto Omega. Hojeando un viejo libro referido a Alta Gracia, se enteran que allí quedaban resabios de antiguas voces quechuas, entre ellas “haraveco” cuya traducción es “hombre bohemio, poeta, músico y cantor”. Encontrado el nombre ideal, nace el conjunto folklórico “Los Haravecos”, luego de mucho ensayo y de algunas actuaciones locales se van, con la intención de aprovechar las vacaciones de julio, en gira por el Uruguay. Lo cierto es que en la escuela quedaron todos libres, pues la gira duró tres meses, actuando con gran éxito en el teatro Verdi y en el Club de Paris en Montevideo y también actúan en Carrasco. Lo Hacen también en Radio “El Espectador”, junto a los famosos payadores uruguayos y se llenan de amigos en la peña “El Cielito”, tradicional bastión folklórico montevideano.

Cambios

En el mismo 1959, se produce un nuevo recambio de voces, que quedan nuevamente Alaníz (primera voz), Barrera (segunda) y se agregan Casas (bombo y tercera voz) y Arbitelli (guitarra y bajo).

Comienzos

Aquí entra en la historia (ya son los ’60), Carlos Cremosa Sáenz, un gran locutor villamariense quien de paso por Villa María, los escucha cantar por la publicidad “Cylter” y ni lerdo ni perezoso, los lleva a probarse a Radio Belgrano, donde él era puntal en la locución y Los Haravecos son contratados para un mes de actuación. Los apadrina nada menos que el inolvidable Julio Sosa, quien les advirtió sobre los peligros de la “selva” porteña.

Debut

Una cosa trae a la otra y en octubre de 1961, hacen su debut televisivo en el programa “La pulpería de Mandinga”, que dirigía Julio Marbiz por LS 83, Canal 9, espacio que compartían nada menos que con Don Atahualpa Yupanqui.

El puntapié inicial

En sus vueltas a Villa María, son muy recordadas sus actuaciones en la peña “El Lazo” (después “Chac”) y su influencia en la organización de un festival en el cine Broadway, el que podría considerarse que fue el que encendió la idea ara el tradicional “Festival de Peñas”. Es con su colaboración que se forma el Centro Folklórico Talamochita, donde con gente como Felipe, Tito Suárez, Garayalde, López Lazo, Gigena Luque, Omega y muchos más, junto a la Dirección de Turismo local, son quienes dan forma a dicho festival, el que ha perdurado a través de los años y al que todos los villamarienses deben preservar.

Nueva formación

A raíz de que Alaníz se afinca en Buenos Aires, se incorpora al conjunto Víctor Raúl Sánchez y es con él que Los Haravecos iban a lograr lo que les faltaba: grabar. La cosa se da en 1967, ya que actúan especialmente en una fiesta que en Buenos Aires da el Centro de Residentes Villamarienses con motivo del centenario de la ciudad. Es que, además de Cremona Sáenz, los escucha otro villamariense, Eduardo Andrade, locutor en Radio Rivadavia. Lo cierto es que entre ambos, los presentan para una prueba en el sello “ODEON”, donde graban bajo contrato tres discos simples y un larga duración.

Presentaciones

Ni que hablar que Los Haravecos representaron a Córdoba en los festivales de Cosquín 1965 y ’66 y después de grabar, también lo hicieron contratados en el de 1968. Allí recibieron ovaciones de pie por parte del público, de lo cual hay pruebas a través de la revista “Folklore” y especialmente del diario “Clarín”, cuyo comentarista fustiga a Marbiz “por no haberlos dejado seguir un rato más”

Cantando bajo la lluvia

Se remonta a la segunda edición del festival del domingo 6 de enero de 1969. Cuando transcurría la peña y acababa de hacer su primera presentación de la noche Payita Solá, de pronto se precipitó una torrencial lluvia. De las seis mil personas que habían colmado el Anfiteatro quedaron unas dos mil reclamando, a pesar del aguacero, la presencia del crédito local: Los Haravecos. Fue entonces que después de unos minutos de indecisión, los jóvenes villamarienses salieron a escena ante el clamor de la gente que permanecía en la butacas y cantaron estoicamente bajo la lluvia casi media hora, siendo ovacionados por el incondicional público. Esto permitió que la programación no se viera interrumpida y pasado el aguacero la gente, que se había guarecido en los automóviles y en otras zonas del balneario, regresó al Anfiteatro que nuevamente vio colmadas sus instalaciones.

Todo concluye al fin…

Todo pudo haber continuado largo tiempo, pero los noviazgos seguido de casamiento y otros problemas propios de la vida, fueron disgregando las actuaciones y al conjunto mismo.

Volveré y seré millones…

La última gran emoción para Barrera, Casas y Sánchez (Arbitelli estaba ausente), se la brindaron Alfredo Zitarrosa y Ricardo Smider (primer animador del festival) cuando en 1974, los obligaron a subir al escenario a improvisar una actuación que tuvo al Anfiteatro emocionado y en vilo. Tuvieron evidencia de que el público no los había olvidado. Todo un símbolo en la historia de la gran peña, el nombre de Los Haravecos cada año es invocado por el rumor del Ctalamochita, cuando en las noches de estío se despierta la magia festivalera.