Mitos y leyendas de Patzimaro de Aviña

Mitos y leyendas de Patzimaro de Aviña

Mitos y leyendas de Patzimaro de Aviña

Mitos y Leyendas de Patzimaro de Aviña:

Algunos los vecinos de Patzímaro quienes afirman haber visitado y explorado las regiones del Cerro Blanco y afirman tener conocimiento de cuevas encontradas en la zona de la Tira, la Playa y Tiradores, donde se han encontrado restos de cerámica, madera tallada y puntas de obsidiana (o chapopote) que los antiguos purhépechas elaboraban para la caza de venados, conejos, liebres, tlacuaches, jabalíes, armadillos, y tejones, algunas aves como las huilotas, conguitas, y tarengos, de los cuales aprovechaban su carne, cuero y plumaje para la elaboración de utensilios de la vida común.

Otras, muy pocas personas que afirman tener conocimiento de otras cuevas existentes en las inmediaciones del Cerro del Encinal, según ellos han encontrado cuevas bastante profundas, restos de vasijas y utensilios de cacería y han traído consigo incluso la leyenda del tesoro indígena encantado dentro de la misma.

Además existen otras leyendas, de personas que han encontrado tesoros indígenas en vasijas enterradas en las cercanías de Los Cerritos, rumbo a San Juan y San Isidro. Algunos Viejos del pueblo afirman que algunas de estas leyendas son verdad.

Lo anterior nos da una idea de que el distanciamiento entre las culturas hispana, incluyendo a los criollos y mestizos e indígena fue verdad.

Contenido

Leyenda del Tesoro indígena Encantado del cerro del Encinal

Dicen que en las inmediaciones de las faldas del cerro del Encinal existe una cueva, la cual es bastante profunda y oscura. Cuentan que una vez unos hombres que se encontraban de cacería por fortuna la encontraron y decidieron encender unas antorchas y explorarla. Fue tal su curiosidad que no se dieron cuenta de cuanto se adentraron en ella.

Al cabo de un rato, uno de los hombres con profunda sorpresa encontró entre jarrones quebrados y cajas de madera decenas de joyas y artículos elaborados en oro, plata y piedras preciosas. Con harto gusto se pusieron a gritar de felicidad y júbilo, festejando que se volverían ricos al llevarse las joyas.

De repente escucharon una voz que parecía más bien la brisa del aire unas palabras que decían: “TODO O NADA”. Al escuchar esto, los hombres se llenaron de espanto y decidieron salir lo antes posible del lugar, no sin antes guardarse entre sus bolsillos algunas de las prendas encontradas.

Cuentan quienes saben de ello, que los hombres corrieron buscando la salida de la cueva, más sin embargo no lograban encontrarla. Cuando se daban tiempo para recobrar el aliento, oyeron nuevamente la voz que decía: ”Todo o Nada”. Nuevamente se echaron a correr, mas por ningún lado encontraban la salida. Llenos de espanto, los hombres se sacaron de entre sus ropas las joyas que habían guardado para sí mismos y al correr nuevamente observaron que la salida se encontraba a unos cuantos metros.

Después de ésta experiencia, los hombres se miraron entre si y llegaron a la conclusión de que esas joyas estaban encantadas, y decidieron no platicar a nadie de aquella aventura insólita. Con el tiempo, con más años y canas en sus personas, hablaban de lo ocurrido más sin embargo quienes los escuchaban nunca les creyeron.

Mito de las llamas en los Jueves Santos

En Patzímaro existe el mito arraigado entre sus pobladores de que en la celebración de la Semana Santa, especialmente el día Jueves (santo), de forma inexplicable aparecen en lugares inesperados unas especies de llamas de fuego las cuales nunca se consumen.

Quienes las han visto aseguran que debajo de dichas llamas, se encuentran enterrados tesoros encantados escondidos, y que por ser la víspera de la muerte de Jesucristo, quedan purificados (libres de maldición), para que la persona que los extraiga se sirva de ellos para hacer obras de caridad.

Cuentan que una vez un hombre encontró una de éstas llamas, precisamente en jueves santo y tuvo el valor de acercarse y excavar en el lugar exacto de donde procedían las llamas. Dicen que encontró una ollita de cerámica con más de cien centenarios de oro.

Cuando llegó a su casa abrazaba muy bien la ollita, mientras que pensaba en como gastarlo.

Cuentan los que saben, que dicho hombre llenó su mente de pensamientos egoístas, pensó en comprarse tantas cosas que no podía esperar a que amaneciera para irse a vender o cambiar algunos centenarios.

Por fin dejó la ollita encima del buró de su cama y por más esfuerzo que hizo por permanecer despierto para cuidar su tesoro, se durmió. Cuando vio los primeros rayos de sol asomar al alba, se levantó inmediatamente para ver si aun estaba allí su ollita. Al volverla a ver le dio tanto gusto como la primera vez que la encontró, sin embargo, al mirar dentro de la misma, solo vio pedazos de tepalcate.

Su sorpresa fue tal, que por poco se vuelve loco, sin embargo, y de la manera más extraña, que fue algo así como un pensamiento, le fue manifestado que en castigo por su actitud, le fue transmutado el oro por piedras, porque no lo mereció.

Leyenda del tesoro encontrado por un vecino de Patzímaro

Cuentan los viejos de Patzímaro que encontrándose en Los Estados Unidos una cuadrilla de braceros (trabajadores mexicanos que en las décadas de 1940 al 1960 se fueron como trabajadores legales) el sr. Estanislao Hurtado, recibió de manos de un conocido, que para ese entonces se encontraba desahuciado (enfermo de muerte), un mapa de un baúl que contenía una importante cantidad de monedas de oro.

El enfermo aclaró que se trataba de una suma de dinero que él y otros vecinos habían enterrado en el tiempo de la revolución Mexicana y la Guerra de los Cristeros, por temor a que el ejército federal, llegara al pueblo y los despojara de todo lo que tenían. (Recuerde que en las haciendas y en las casas de los hacendados se hacían hoyos en las paredes y pisos para esconder los objetos de valor, pues llevarlos a los bancos de ese entonces no era seguro.)

Sucedió que el finado Estanislao Hurtado, trajo consigo el mapa a Patzímaro y decidió platicar de ello con sus amigos Nicolas Solorio, Heliodoro Solorio y Félix Macías. En unos días organizaron una expedición para excavar en el lugar señalado por el mapa. Para ello consiguieron unas varas de Sauz, en forma de horquetas, que según la tradición, si eran tomadas por sus brazos, y hacer la exploración en la tierra, se podía "adivinar" que en el subsuelo había agua o tesoros escondidos.

Cuentan los que saben, que pasaron varias noches excavandose y varios de los que estaban, si no es que todos, se llenaron de un sentimiento de avaricia y dentro de ellos socavaba la idea de no compartir con nadie el supuesto tesoro.Ya sea por destino o por maldición, aquella noche no encontraron nada.

Al rayar el sol, abandonaron aquella locura y se fueron a descansar. Sin embargo un hombre (Tomás García) que iba a recoger a su ganado para llevarlo al agua y a la ordeña, vio como su perro de repente se dirigía a aquel hoyo ladrando.

Por más curiosidad que por valentía dicho señor se acercó a la excavación y miró entre los cascarones de tierra negra un pedazo de madera que se asomaba, quitó con su machete el resto de la tierra y con la emoción de haber encontrado algo enterrado se dio prisa a desenterrarlo completamente.

Abrió el baúl y miró que se trataba de cientos de monedas de oro. Presuroso decidió llevar de inmediato a su domicilio lo encontrado, sin embargo pensó que si llevaba el baúl entero, alguien lo vería y sospecharía, por lo cuál rompió los aparejos de su burra y metió entre los telares la cantidad de monedas que le cabían; Tapó con ramas el hoyo y volvió a su casa inmediatamente.

Viéndole su mujer regresar sin el ganado se sorprendió, pero fue mayor la sorpresa que le dio al mirar y oír de viva voz lo que su esposo había encontrado. Dicen que lo vieron echar varios viajes, y que por la noche dicho hombre dejó el pueblo por temor a que le fueran a robar y a matar por lo ya contado y se fue a vivir a Zamora, donde a los pocos días compró una casona vieja y por si fuera poco volvió a encontrar dinero enterrado, pero ésta vez, al abrir el cofrecito, uno de sus hijos cayó muerto a causa del azogue (vapor de gas tòxico producido por la sudoración de metales)

El Tacari (de Patzímaro)

El Tacari, es una tradición mestiza, puesto que en ella converge la cultura indígena y española. Originalmente era una tradición indígena solamente, la cual tenía variantes de acuerdo a la región o poblado donde se celebraba. De igual manera, los evangelizadores cristianos aprovechaban las fiestas nativas para dotarlas de religiosidad cristiana.

Dichos evangelizadores, nunca acordaron el sentido y significado que se le iba a dar de acuerdo a la adaptación religiosa que ellos mismos le hicieron. Por ejemplo, en Tarímbaro se realiza la fiesta del “Takari”, una tradición en la cual un grupo de danzantes realiza recolección de heno para elaborar el lecho del Niño Dios, bailando por las diversas calles del pueblo a lo largo de su recorrido.

Otra variante ocurre en Quinceo, un pueblito de Paracho, cerca de Uruapan, donde se efectúa la fiesta “Uarokua”, que centra su atención en la ceremonia que representa el momento en el que se corta el cordón umbilical al Niño Dios.

El tacari en Patzímaro, es una fiesta que se celebra en pleno día de Navidad en las inmediaciones de Patzímaro, y de acuerdo a la tradición se celebra cada año sin falta, pues es parte de los rituales y costumbres culturales y religiosos propios del lugar.

El Tacari tal como lo conocemos, comenzó cuando los misioneros cristianos, aprovechaban las fechas importantes del calendario indígena para darle un sentido religioso. Tal es el caso de la celebración de la cosecha la cual se extendía a lo largo de varios días, y donde daban gracias a sus dioses por la abundancia obtenida. Los misioneros realizaron la adaptación como preámbulo a la celebración de la Navidad cristiana y aprovechando el bullicio acordaron fundar el novenario previo a la Natividad de Jesucristo, incluyendo en su repertorio de actividades a Las Posadas, Las Piñatas y las Peregrinaciones de las comunidades circunvecinas y de los barrios aledaños.

El Tacari consiste en una danza que comienza en la entrada del pueblo y culmina en la plaza del lugar. Los personajes principales de la danza son “un matrimonio” formado por La Maringuía, su Esposo representado por un Caporal y sus hijos.


Como Entender el Tacari Versiòn 1

La Tradición habla de una mujer indígena que al casarse con un Caporal, llega a tener una muy nutrida descendencia. Gracias a los Evangelizadores Católicos de Michoacàn, La Maringuía conoce las verdades de la Religión.

Maringuía que reconoce en Jesus al Cristo, en su nacimiento, desea llevar a su prole a que le reconozcan, màs es tal su pobreza que al no tenerles a sus hijos vestimentas adecuadas para la visita a la iglesia, cubre la desnudez de sus hijos con paja atada al cuerpo con hilo de ixtle.

Cabe mencionar, que el concepto de Maringuia de la antiguedad, dista mucho del singificado actual. Antes a Maringuía se le representaba como una mujer de belleza sin igual, con vestimenta recatada y actitud acorde a su fé. A los hijos se les ponia una máscara de madera, con expresiones humanas, no de horror. Al Caporal se le representaba con traje charro, sombrero de ala ancha y lazo que hace referencia a su quehacer, no al personaje con látigo, que se asociaba con el Judas, de Semana Santa.


Por ese gesto de Fè, la Maringuía es reconocida y recordado su hecho en una Danza que año con año recorre el Pueblo, durante las festividades Patronales.

Maringuía, es la distorsión purhépecha del nombre hebreo de María, quien representa a todas las mujeres indígenas y mestizas que todavía no conocen las leyes de la religión cristiana (connotación que le daban los evangelizadores), por ello comúnmente se le representa como una mujer vulgar, desordenada, y libertina, vestida con atuendos pomposos y adornos que sugieren la exageración de los dotes femeninos, quien coquetea con los hombres al ir danzando.

Su esposo, quien representa a todos los hombres libertinos, sumergidos en el vicio, la ignorancia, la perversión, el machismo y falta de moral cristiana. Comúnmente se le representa como el hombre macho, vestido con atuendos que van desde lo ridículo a lo cómico.

Los hijos, quienes forman dos columnas detrás de sus padres al ir danzando, representan a los hijos de un matrimonio que no conoce a Dios, por ello se les adereza con puñados de paja amarrada a todo el cuerpo, con listones de ixtle, y una máscara de madera con diversas muecas (que es el atuendo original), como símbolo de la abominación y repugnancia según la fe cristiana.

Actualmente se empieza a perder el genuino sentido de la vestimenta del Tacari, quizás por la falta de información o ignorancia al respecto, por ello en la actualidad muchos de sus participantes, se ponen máscaras de látex (utilizadas en Haloween en los Estados Unidos) con aspectos de monstruos y espantos los cuales no representan en sí el verdadero sentido de sus personajes.

En ello se ha perdido mucho, la experiencia y las tradiciones se van perdiendo en la medida de quienes tienen conocimiento se van muriendo, o emigrando a otras tierras, y se llevan consigo, los últimos rastros de una tradición propia y única de Patzímaro. Tal es el caso de Pancho “El Prieto” q.e.p.d., quien por muchos años fue junto con Victorino y Pancho Betancourt, los organizadores del festival del Tacari. Amén de otros quienes saben de la tradición y que no viven en Patzímaro y de otros que ya murieron.

La danza comienza por lo regular en las afueras del domicilio del sr. Salvador Ramos, y prosigue por la calle principal del pueblo, hasta la plaza. La tradición manda que los que desfilan lo hacen danzando al ritmo de las piezas musicales que tocan la o las “bandas de viento”, las cuales le dan un realce importantísimo a la fiesta.

El pueblo acompaña a los danzantes desde el inicio y camina junto a ellos para disfrutar de las comicidades, atuendos, piropos y bailes que ejecuta la Maringuía con su esposo e hijos. En la actualidad los paisanos graban en video el Tacari para llevarlo consigo de regreso hacia su lugar de residencia, como un recuerdo precioso de una tradición que anhelan.

Dado que la tecnología ha ido evolucionando con los años, y las personas se vuelven más diestras en el uso de la misma, ahora podemos disfrutar de algunos video clips del Tacari en Internet, en la página www.YouTube.com, y en la página de Roberto “Beto” Macías, www.patzimaro.4t.com, en la pájina www.geocities.com/churipatzi.com de Yazil Belmonte Hurtado, e información textual en el presente artículo en wikipedia.com.

Mientras la danza recorre el pueblo, los vecinos salen de sus domicilios para ver el tumulto y el jolgorio creado por aquella tan esperada fiesta.

Al llegar a la plaza del lugar, la banda toca una pieza en especial, y los danzantes hacen un recorrido por la misma hasta el punto donde llegan al lugar donde les aguarda una comitiva encabezada por el párroco del lugar y por algunas autoridades civiles quienes representan a los antiguos misioneros evangelizadores, conocedores de la religión.

Acto seguido, La Maringuía y su esposo, se presentan ante las autoridades presentes en muestra de que desean cambiar sus vidas y convertirse en personas que respetan las leyes cristianas.

Una vez hecho lo anterior regresan a su lugar y toman del brazo a uno de sus hijos y sin dejar de danzar lo llevan ante el presidium para presentarlo. El significado religioso de dicho acto es el deseo de que sus hijos, reciban el sacramento del bautismo por parte del Sacerdote y hacer de ellos unos buenos cristianos.

Una vez terminada la presentación de cada uno de los hijos del singular matrimonio ante las autoridades, los hijos de la feliz pareja, prosiguen a quitarse la paja atada a su cuerpo, misma que se acostumbra a lanzar a la concurrencia. El sentido de dicho acto es que los niños, a través del bautismo se liberan del pecado original, y al convertirse a la fe, emergen como personas nuevas, quitándose de si, la abominación que al nacer se trae consigo.

Obtenido de "Mitos y leyendas de Patzimaro de Avi%C3%B1a"

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