Monsieur Verdoux

Monsieur Verdoux

Monsieur Verdoux (1947) es una película del actor y director de cine Chaplin. Considerada una obra maestra, Monsieur Verdoux está dirigida y protagonizada por el mismo Chaplin, siendo su segunda película en la que actúa hablando.

Se trata de una película sonora, en la que nos presenta a un hombre que ha perdido por completo la fe en la especie humana, lo que le lleva al nihilismo y a no respetar el más sagrado de los derechos del hombre: la vida. Aunque contiene escenas de humor, la película transmite una sensación de desesperanza, por lo que no cabe calificarla como comedia. Chaplin da su visión del mundo sin rubor, hablando por boca de Verdoux en determinados momentos. La película fue nominada al Óscar al mejor guión original. eL ERA MUY GUAPO

Contenido

Contexto

Por las características de esta etapa de la carrera de Charles Chaplin, iniciada con Monsieur Verdoux, es preciso situarla en un contexto tanto fílmico como vital. La agitada vida de Charles Chaplin durante los años anteriores al rodaje de Monsieur Verdoux, dan testimonio de cómo ejercieron una gran influencia en el estilo del autor, participando activamente en la forma y contenido de este filme.

Charles Chaplin, con el conocimiento de un hombre de negocios, convirtió todos sus bienes y acciones en capital líquido poco antes del derrumbe de la economía en 1929, perdiendo muy poco capital. Samuel Goldwin, el productor, llegó a decir que Chaplin era el único gran capitalista que conocía. Algo que contrasta con las posteriores acusaciones de comunismo que sufrió, y que está presente en la caracterización del personaje de Landrú.

Tras el éxito de Tiempos modernos, Chaplin emprendió una obra más polémica, anticipando un cambio en su carrera, aunque mantuviera las características del personaje de Charlot, su personaje más adorado por el público. Chaplin había dicho antes de que estallara la Guerra Mundial que los nacionalismos iban a provocar una guerra. El compromiso con esta cuestión y la crítica de El gran dictador fueron el caldo de cultivo para que la prensa adoptara a Chaplin como chivo expiatorio de la debilidad americana. A este giro en su vida pública se añadió la polémica con Joan Barry. Aspirante a actriz, Barry tenía en mente a Charles Chaplin como director para ella, y tras verlo en el transcurso de un partido de tenis como espectadora, descubrió que también era un buen candidato para ser su amante. Desde ese momento, Charles Chaplin se centró en conseguir un papel para ella. Pero tras seis meses de trabajo constante, Joan Barry adoptó una actitud conflictiva. Se presentaba a cualquier hora de la noche en casa de Chaplin, y si él no le hacía caso, arrojaba piedras a sus ventanas. Tras un año de relación, Chaplin llegó a un acuerdo con la policía para evitar que la acusaran de vagabundeo. Chaplin tenía que pagar el billete a Nueva York de la sta. Barry, de manera que se libró del problema.

En su búsqueda de una nueva actriz para convertir en estrella, conoció a Oona O'Neill, y aunque no hizo la película que planeó con ella, se enamoró. Chaplin comenzó a olvidar el pasado, y se protegió del mundo junto con O'ona, aislándose de una sociedad que no les había dado razones para confiar. Esto nos recuerda a la situación de la familia del personaje de Monsieur Verdoux, un hogar al que regresa para sentir el alivio de los negocios.

Una noche el pasado se empeñó en regresar, cuando Joan Barry entró en la casa de Chaplin armada con un revólver, siendo descubiertos por el hijo de Chaplin, Sydney. Cinco meses después Joan le denunció por un reconocimiento de paternidad, alegando que fue la noche en que irrumpió en su hogar cuando fue concebido. El gobierno federal, junto con el FBI, aprovechó la circunstancia para acusar a Chaplin de una serie de cargos que incluían la vileza moral. Todos estos esfuerzos, la falsificación de documentos y tergiversación de las pruebas, tenían como fin relacionar a Chaplin con los soviéticos. Al final del juicio, se demostró en un primer momento que no era el padre, pero se le hizo pasar por una prueba más, que confirmó la paternidad. Fue obligado a pagar una cantidad por la manutención del niño hasta que cumpliera la mayoría de edad. Esta relación con la justicia sin duda influyó en las reflexiones vertidas en Monsieur Verdoux.

Al fin llegaron los hijos con O´ona, y Chaplin encontró la felicidad y calma tan deseadas. En este momento todo parecía superado, y el padre se entregó a la vida familiar. Sin embargo, los amigos cercanos a Chaplin, como su fiel operador Rollie Toheroh (Tiempos modernos), aseguraron que había cambiado, convirtiéndose en un hombre que luchaba por codearse con la intelectualidad mundial. Después de Tiempos Modernos, y pese a sus reminiscencias en El gran dictador, Chaplin decidió alejarse del vagabundo, por considerarlo poco intelectual.

Verdoux fue su primera comedia negra. Dados los titulares, un asesino que justifica su trato con las mujeres y su asesinato por dinero, y al mismo tiempo porque la sociedad capitalista le ha fallado, se abrió el paso a la crítica fácil. Chaplin fue sometido a intensas ruedas de prensa, donde le preguntaban con insistencia si era comunista. Se inició una investigación oficial.

Monsieur Verdoux se estrenó cinco días después de que el Comité de Actividades Antiamericanas entrevistara a algunos miembros del partido comunista. Unos dieron nombres de otros activistas, y otros dijeron que lo que hacía el Comité era anticonstitucional, siendo encerrados.

Chaplin reconoció tras la experiencia que no resultó nada sencilla la elaboración de la película: «Tenía ciertas dificultades con Monsieur Verdoux, porque era un argumento difícil de montar.» Desde luego, sabía que ponía en riesgo el éxito en taquilla, y que la lectura final de la película podía acarrearle problemas. Todo comenzó cuando Orson Welles le propuso que interpretara al personaje de Landrú, famoso criminal francés, en un documental de episodios que iba a rodar él mismo. «Me sentí interesado, pues suponía cambiar de la comedia, y un cambio también en lo de escribir, interpretar y dirigir yo mismo, como había hecho durante años. Así, pues, le pedí que me enseñara el guion.» Sin embargo estos planes se alteraron cuando Welles le pidió que también escribiera el guion. Chaplin rechazó la oferta, pero la idea de aquel personaje permaneció en su mente. Mientras trabajaba en el guion de Sombra y sustancia, Chaplin llamó a Welles interesándose por los derechos de la historia. Welles le dijo que aquello era de dominio público. «Fue entonces cuando arrinconé Sombra y Sustancia y me dediqué otra vez a Monsieur Verdoux, hasta que fui violentamente interrumpido por el Gobierno» Me parece también interesante el título de la película en la que Chaplin trabajaba, aunque nunca llegara a realizarse, pues demuestra cómo había empezado a plantearse un cambio de estilo, más humanístico y profundo, algo que estará presente en Monsieur Verdoux, aunque sin perder el recurso cómico en las secuencias.

Argumento y temática

Chaplin resume a la perfección el argumento de la película, incluyendo una reflexión sobre el personaje que él mismo interpreta: «Verdoux es un Barba Azul, un insignificante empleado de banco que, habiendo perdido su empleo durante la depresión, idea un plan para casarse con solteronas viejas y asesinarlas luego a fin de quedarse con su dinero. Su esposa legítima es una paralítica, que vive en el campo con su hijo pequeño, pero que desconoce los manejos criminales de su marido. Después de haber asesinado a una de sus víctimas, regresa a su casa como haría un marido burgués al final de un día de mucho trabajo. Es una mezcla paradójica de virtud y vicio: un hombre que, cuando está podando sus rosales, evita pisar una oruga, mientras al fondo del jardín está incinerando en un horno los trozos de una de sus víctimas. El argumento está lleno de humor diabólico, una amarga sátira y una violenta crítica social.» El argumento, que está tomado del sumario completo que recoge las investigaciones respecto a los asesinatos, el descubrimiento de Landrú y su juicio y sentencia, pasado por el filtro de Chaplin adopta un matiz muy particular, alejándose de un tono documental o intelectual frío. Esto se desprende tanto de las palabras arriba descritas como del propio film. Sin embargo, la respuesta del público al argumento y la temática del film, da una idea del alcance de la película.

La recepción del film de Chaplin, como fue habitual en sus últimos trabajos, más complejos y personales, fue poco calurosa. Recordemos el texto de Jean Renoir sobre Monsieur Verdoux, donde establece una comparación entre Chaplin y Moliére. En una primera mitad de carrera, ambos optaban por trabajar sobre la base de los gustos actuales del público. «Chaplin al principio sigue simplemente las tradiciones del género más de moda en el mundo: El vodevil inglés.» efectivamente, el mundo del humor, la fábula simple como base de la historia, los conflictos entre policías y vagabundos, la infancia como única esperanza, como se ve en El chico. Estos son los elementos comunes a los primeros films de Chaplin. Sin embargo, ya entonces incluía en el relato reflexiones que van más allá de la simplicidad de contenido de otras películas de corte parecido. Incluso su propia vida, sus experiencias de niño, la relación con sus padres, eran objeto de reflexión para el autor. Si esto era así entonces, es lógico que Chaplin, con la madurez de la edad, una vez sus ideas sobre el mundo habían cambiado, y una serie de duras pruebas que la vida le había impuesto eran superadas, hiciera un cine distinto. Chaplin se valió entonces para hablar cara a cara con el público que tanto le adoraba por sus grandes comedias: La quimera del oro, Tiempos modernos, etc. «Un día, Chaplin escribe Monsieur Verdoux. Abandona las formas externas a las que tenía acostumbrado a su público. Se produce una gran ola de indignación: le arrastran por los suelos.» Como hemos visto, Orson Welles fue el primer interesado en la historia de Landrú. Igualmente Claude Chabrol en 1963 filmaría Landrú, una película de tratamiento más frío y teatral que la de Chaplin, y sin la honda humanidad del personaje de Monsieur Verdoux. Del interés de estos directores tan distintos a primera vista de Charles Chaplin, nos da una idea de la reorientación vital del inglés. Un cambio que se produjo de forma consciente, algo que podemos comprobar en esta última serie de películas, sobre todo en Candilejas, donde la presencia autobiográfica es tan poderosa. Sin embargo, Chaplin siguió con interés la reacción del público. Así demuestra que con este cambio no trataba en ningún caso de realizar un ejercicio de autocontemplación. Como he dicho arriba, vemos una intención de comunicación más compleja, un mayor deseo de verdad, una reflexión sobre la época. Algo que no terminó de gustar al público entonces, cuyo mayor deseo era ver a Charlot. «Desde el momento en que empezó la película, en lugar de la anhelante impaciencia y el alborozo que habían saludado en otros tiempos mis películas, hubo algunos aplausos nerviosos mezclados con silbidos» Sin embargo, el público de ahora puede agradecer a Chaplin que no se convirtiera en una mala imitación de sí mismo, y que se adentrara en el significado del cine con una posición clara. «Creo que Monsieur Verdoux es la película más inteligente y más brillante de las que he hecho hasta ahora.»

La temática de Monsieur Verdoux está presente en el análisis del protagonista. El tema principal se eleva al final del film, una vez presentados los hechos a través del viaje del personaje a lo largo del país, retratando a una sociedad ciega, débil y sin esperanza. Verdoux dice: «Asesinar a una persona hace de uno un canalla, asesinar a millones un héroe. Las cantidades santifican.» sin duda, este sentimiento no podía ser aceptado con pasividad por la sociedad norteamericana de la posguerra. «Lo que Verdoux proclama es que resulta ridículo mostrarse impresionado por la amplitud de sus atrocidades, que son una simple comedia de crímenes, en comparación con los cometidos en masa y legalizados por la guerra, que el sistema adorna con galones dorados. […] Verdoux, con toda su palabrería, realiza una seria tentativa de evaluar la calidad moral de sus crímenes.»

Chaplin vivió con preocupación el progresivo alejamiento de América. Por mucho que le honre Europa, todavía se siente profundamente herido por la manera que le rechazó América. Da la impresión de ser un hombre que trata de ocultar una herida que jamás se curará del todo. La amarga melancolía de Limelight se traslada a Un rey en Nueva York, generalmente mal entendido como un panfleto antiamericano. Sin embargo, para Chaplin, Norteamérica es una fantasía y una desilusión, un mundo maravilloso que puede volver a visitar, pero que nunca volverá a conquistar. «No soy un político. No soy un comunista. Ya lo dije en la conferencia de prensa cuando se estrenó Monsieur Verdoux: “He vivido en los Estados Unidos durante cuarenta años. No he comenzado todavía ninguna revolución, ni estoy planeando comenzarla, ni creo que lo haga jamás”. Eso les dije.» Es bastante lógico que Chaplin protegiera sus intereses particulares. Sin embargo, el cineasta que tenía dentro afloraba al realizar un film, donde sin duda comenzó a verter al oído de los americanos lo que más les podía irritar.


Análisis de personajes

Pero quién es Landrú, y por qué despertó ese interés en Chaplin. Landrú es el burgués sensible y calculador, el heredero de una “belle époque”, el autor de una iniciativa privada que contrapone a la iniciativa bélica de los gobernantes, el prudente administrador de los propios ilícitos beneficios. Es, en definitiva, junto con millones de individuos menos audaces y emprendedores que él, la sal de la nación; y con un cierto y sincero desagrado la misma nación lo sacrifica a la postre con una intención que la misma víctima no habría desaprobado: el provocar una impresión en el público que altere su visión sobre la justicia y la supuesta moralidad oficial. Un hombre macabro que tras la apariencia de la corrección, elimina sistemáticamente, y con gran limpieza, a inocentes mujeres. La semejanza con un nazi es casi inevitable. El valor criminal de sus actos contrastados con su imagen es lo que despierta el interés en los cineastas. Orson Welles, pese a no realizar la película, incluye una referencia al personaje real, precisamente en El Extraño, donde Welles interpreta al responsable de los campos de exterminio alemanes, oculto en América bajo la máscara de la democracia. Verdoux se oculta en el mundo de la burguesía francesa para ganar la confianza de sus víctimas. Y frente a familiares y amigos mantiene la imagen de hombre de negocios, un inversor honesto y preocupado por la dureza de los tiempos. «Pero es que él no se considera un monstruo, ni siquiera un gran asesino, sino un modesto aficionado. Porque entonces, ¿qué son los fabricantes de armamentos, los grandes señores de la guerra, etc.? El mismo truco cómico es ya la tragedia, la idea y el panfleto. Lo cómico, el chiste visual, no es más que un vehículo. Lo que vale es lo que con ello se expresa.»

Charles Chaplin crea un film que consigue recrear irónicamente una época y delinear, junto a una serie de variados retratos femeninos, un protagonista corpóreo y de profundo significado. Al final Verdoux se entrega a las autoridades con tranquilidad, aceptando cada parte del proceso de juicio y sentencia social con asombrosa naturalidad. No siente ningún remordimiento, ya que en su filosofía cree que el mundo necesita de una dosis de bien y de mal, y que un exceso de una sobre la otra es lo maligno para la sociedad. Verdoux es un inconformista con el carácter amoral e hipócrita de la religión, la justicia (para los que no tienen dinero) y la política (que basa sus guerras en el negocio) Acusa igualmente a la sociedad de empujarle a cometer los asesinatos, tras no reconocer la honradez que fue prioridad en su vida y que le condujo a su ruina y la de su familia. Así asume el castigo impuesto, porque sabe que es necesario para el mantenimiento de las normas de la sociedad. Al oír la sentencia dice «Pronto os veré», defendiendo un reparto de culpas que será ajeno a los mecanismos impuestos. Igualmente plantea la cuestión religiosa. Cuando el cura se acerca a la celda para rogar piedad por su alma, Verdoux le dice «Es suya.», de Dios. Es decir, asume la representación de las normas del mundo y la religión, y no explica sus motivos con razonamientos, sino como una voluntad, un impulso que se manifiesta como la ética del personaje. «¿No se pueden subvertir todos los valores? Y ¿no es el bien tal vez el mal? ¿Y Dios sólo una invención y sutileza del demonio? ¿Es todo, quizá, en último término falso? Y si nosotros somos engañados, ¿no somos por lo mismo también engañadores? ¿No tenemos incluso que ser engañadores?» Siguiendo la línea de El mundo como representación y voluntad, vemos que en Verdoux se produce el hastío tras conseguir su deseo, algo que sucede en su encuentro con la joven, que pese a los esfuerzos por disimular su condición para evitar a la censura, ahora sabemos que es una prostituta, interpretada por Marilyn Nash. En ese momento, él se libra del sufrimiento al liberarse del deseo de matar, pues ya ha pasado por la fase de la frustración (el experimento del veneno con la joven), y empieza a estar preparado para someterse al juicio social.

Referencias

  • Chaplin, Charles, Mi autobiografía, Madrid, Taurus, 1989, p. 464.
Ibíd., p. 463.
Ibíd., p. 478.
Ibíd., p. 483.
  • Nickelodeon. Revista trimestral de cine. Otoño 2001. Nº 24, p. 172.
Ibíd., p. 173.
  • Mi autobiografía, op. cit., p. 499.
Ibíd., p. 500.
Ibíd., p. 483.
  • Sarris, Andrew, Entrevistas con directores de cine, Madrid, Magisterio Español, 1967, p.81.
  • Charles Chaplin, Manuel Villegas López, Ediciones JC, Madrid, 1990, p.318.
  • Nietzsche, Friedrich, El surgimiento del nihilismo, Madrid, Biblioteca nueva, 2006, p. 504.
  • Bazin, André, Charlie Chaplin, Paidós, Sesión continua, Barcelona, 2008

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