- Nubleros y regulares
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En la mitología de Castilla se dice de aquellos seres elementales o personas que conjuran o manejan a su antojo la lluvia o la meteorología en general (llevar las nubes a sitios concretos o hacer llover piedras). Se les conoce como Nubleros, nublaos, nuberos, reñuberos o seres regulares. Hasta no hace mucho aún se culpaba algún elemento sobrenatural a los fenómenos atmosféricos maléficos, destrozadores de casas y cosechas, encarnando en individuos con poderes especiales como los antiguos atributos de los geniecillos del aire. Los brujos invocadores de tormentas, se dicen descendientes de los “tempestarii” romanos, así igualmente temidos en las leyendas de toda Europa.
Ya en el Fuero juzgo (Liber Iudiciorum), ley por la que se regían inicialmente los castellanos, se estipulaban condenas para aquellos que mediante artes diabólicas hicieran caer piedras del cielo sobre viñas y mieses. Francisco Simón y Nieto en su “Palencia en el siglo XV” (1895) alude como en los trabajos auxiliares en la organización municipal de la ciudad palentina, se requería de un nublero para conjurar las tormentas en verano.
Pero no solo los humanos podían conjurar a favor o en contra de las tormentas. Cosa ésta que luego adoptaron los curas parroquiales. Costumbre de antaño de hacer sonar las campanas cuando amenazaba inclemencia en las nubes o desde una balconada conjurar a las nubes para evitar que las nubes descargaran la pedriza. También se cree que las ánimas errantes tienen la facultad de usar las nubes a su antojo. Si no también los reñuberos o nubleros, genios maléficos o maléficos. En Osorno (Palencia) se les creían que iban volando por encima de las nubes, arrastrándolas. Así los llaman (o llamaban) también en Carrión de los Condes (Palencia), donde trataban de conjurarlos mediante santos y todo tipo de reliquias. A veces, al ser repelidos los gamberras nubarrones en dirección contraria
Otros personajes singulares del XVII, conjuradores (a favor y en contra) de las tormentas, fueron el famoso licenciado Velasco en Madrid, que llamaba a las tormentas con ayuda de un libro mágico o grimorio obtenido durante sus estudios en Salamanca, y que tuvo problemas con la Inquisición. Igualmente, un clérigo bachiller en Derecho Canónico, beneficiado en Villegas o en Villamorón, era famoso por conjurar tormentas o espantarlas, llegando incluso a provocar un pedrisco en Burgos, como su colega el cura de Cogollos.Curiosamente, la leyenda de entes que traen o se llevan nubes (y lo que ello conlleva) ha evolucionado. Y hoy día, vemos la creencia de ciertos agricultores en “aviones” sobretecnológicos que roban las nubes para beneficiar a unos en contra de otros.
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