Iudistira

Iudistira

En la obra épica hinduista Majábharata, el rey Iudhisthira es el hijo mayor del rey Pandu y de la reina Kuntí.

Templo de Deogarh. Los pandavas comparten a Draupadi. En el centro se encuentra Iudhishthira; los dos a su izquierda son Bhimá y Áryuna. A la derecha están Nakula y Saja Deva. La esposa de todos, en la extrema derecha, es Draupadí.
El rey Iudhisthira representado en el wayang (espectáculo de marionetas de sombras javanesas).

Es rey de Jastiná Pura e Indra Prastha, y «emperador del mundo». Es el principal protagonista de la Batalla de Kurukshetra, y por su piedad y moral se le conoce como Dharmarásh (‘el rey de la religión’).

  • युधिष्ठिर, en escritura devánagari.
  • yudhiṣṭhira, en el sistema IAST de transliteración.
  • Etimología: en sánscrito significa ‘aquel que es estable en la guerra’ (siendo iudha: ‘lucha, guerra’ y shthira: ‘estable, firme’).

Contenido

Nacimiento y educación

El padre de Iudhisthira, Pandu (el rey de Jastiná Pura) poco después de su matrimonio, accidentalmente atacó a flechazos a un bráhmana y a su esposa, confundiéndolos con una pareja de venados, mientras la pareja estaba copulando. Antes de morir, el bráhmana maldijo al rey a morir en el instante en que quisiera tener relaciones sexuales. Debido a esta maldición, Pandu no podía tener hijos. Como expiación adicional por el asesinato, Pandu abdicó a favor de su hermano ciego Dhritarashtra.

Iudhisthira fue concebido entonces de una manera inusual. A su madre, la reina Kunti, el sabio Durvāsa le había dado la bendición de poder invocar a cualquier deva que ella quisiera para tener un hijo con él.[1] Alentada por Pandu a usar esta posibilidad, Kunti invocó al dios Iama (el dios de la muerte, también llamado dios de la religión) y concibió a Iudhisthira. Siendo el primogénito de Pandu, Iudhisthira era el heredero al trono, pero su derecho era desafiado por Duriodhana, el hijo de Dhritarashtra.

Los cuatro hermanos menores de Iudhisthira eran:

  • Bhimá (nacido al invocar a Vaiu, el dios del viento).
  • Áryuna (nacido al invocar a Indra, el rey de los dioses).
  • Nakula y Sahadeva (nacidos al invocar a los dioses gemelos Ashwinis, los médicos de los dioses).

En realidad Iudhisthira no era el primogénito, ya que Kunti había invocado al Suria (el dios del Sol) en broma, el mismo día en que recibió la bendición de Durvasa. El dios le prometió que le restauraría la virginidad, y así Kunti dio a luz a Karna.

Iudhisthira fue entrenado en religión, administración y artes marciales y militares por los preceptores de los Kurus, Kripa Acharia y Drona Acharia. Era experto con la lanza, y un maja ratha (capaz de pelear con 10 000 oponentes a la vez).

Iudhisthira también era conocido como Bharata (‘descendiente del rey Bharata) y como Ayata Shatrú (‘aquel cuyo enemigo no nació’, o sea, sin enemigos).

Hijo de Iama

La comprensión que Iudhisthira tenía del dharma era superior a la que habían demostrado otros reyes piadosos.

Por ejemplo, se casó con Draupadī junto con sus otros cuatro hermanos, permitió que Bhimá se casara con una rakshasi descastada, en alguna ocasión consideró que la oración podía ser veneno (algo que otro más ortodoxo hubiera considerado una herejía), denunció el sistema de castas (al decir que un sacerdote se lo debería reconocer por sus actos, y no por su nacimiento en una familia de bráhmanas o la educación que recibió).

Él demostró que seguía un dharma cambiante, que se modifica para adaptarse a la realidad.

Para simbolizar la pureza de Iudhisthira, el Majábharata dice que sus pies y su carro de guerra nunca tocaban el suelo (excepto cuando tuvo que engañar a su maestro Drona en batalla).

Rey de Indraprastha

Debido a su devoción hacia los mayores, sus hábitos piadosos, su gran aptitud en la religión y su conocimiento de las artes de la guerra (todas cualidades necesarias para ser los más grandes en la orden de los chatrías, Iudhisthira y sus cuatro hermanos eran los favoritos de los mayores entre los Kuru (como Bhishmá, Vidura, Kripa y Drona), que los preferían por encima de Duriodhana y sus cien hermanos, los Kauravas

Iudhisthira se casó con la princesa panchali Draupadī, quien le dio a su hijo Prati Vindia.

Cuando los Pandavas crecieron, el rey Dhritarashtra —para evitar el conflicto con sus hijos (los Kauravas)—, le dio a Iudhisthira la mitad del reino Kuru (por consejo del abuelo Bhisma), aunque las tierras que le dio eran justamente las más áridas, desérticas y deshabitadas, conocidas como Khandava Prastha.

Pero con la ayuda de Krishná (el primo de Iudhisthira y los Pandavas), Viswakarman (el arquitecto de los the devas) les construyó una nueva ciudad, Indraprastha.

El arquitecto de los asuras, llamado Maia Asura les construyó el Maia Sabha (la sala de reuniones de Maia), el cual era la sala de asambleas reales más grande del mundo.

Iudhisthira fue coronado rey de Khandavaprastha y de Indraprastha. Como él gobernaba con absoluta religiosidad, con estricta adherencia al deber y el servicio a su gente, su reino se volvió próspero y la gente de todas partes venían a vivir a su reino.

Rayasuia

Iudhisthira realizó el sacrificio Raya Suia para convertirse en el chakra varti (emperador del mundo). Sus motivos no eran obtener poder para sí mismo, sino establecer el dharma hindú, suprimiendo a todos los reyes demoníacos que pensaran diferente.

Áryuna, Bhimá, Nakula y SajaDeva llevaron sus ejércitos hasta los cuatro esquinas del mundo para obtener tributos de todos los reinos para el sacrificio que llevaría a cabo Iudhisthira. En este sacrificio, Iudhisthira honró a Krishná y las personalidades más famosas de su país.

Esto enojó a Shishupala (un príncipe de un país vecino) quien empezó a insultar a Krishná y a los Pandavas por haber seleccionado a un pastor de vacas para ese gran honor. Cuando los insultos de Sisupala superaron los cien perdones que Krishná le había prometido a la madre de Sisupala, Krishná lo decapitó con su sudarshana chakra.

Iudhisthira era ludópata, y fue incapaz de negarse a jugar a los dados con Shakuni (el tío materno de Duriodhana), que lo desafió a jugar a los dados. Gracias a la expertez de Shakuni en los dados, Iudhisthira perdió cada uno de los juegos, perdiendo uno por uno su reino, sus riquezas, sus hermanos y finalmente su esposa. Debido a las protestas de Vidura, Bhishmá y Drona, el rey Dhritarashtra le devolvió todo lo que había perdido. Sin embargo, Shakuni desafió otra vez a Iudhisthira y esta vez jugaron por pasar trece años en el exilio, con la condición de que el último año deberían pasarlo en el anonimato, y si eran reconocidos en ese último año, no podrían reclamar su reino.

Draupadí y Bhimá reprendieron duramente a Iudhisthira por haber sucumbido a la tentación de jugar al azar, justamente en un arte que le era completamente desconocido, haciendo que los Pandavas fueran presa de los malignos designios de Shakuni y Duriodhana.

Iudhisthira se reprochó a sí mismo por la debilidad de su carácter, pero de acuerdo con las escrituras hindúes, retrucó que un chatría debe seguir su código de honor de nunca darle la espalda a un duelo.

Las condiciones del pago de su deuda requería que los Pandavas se disfrazaran y no fueran descubiertos durante el décimo tercer año de su exilio. Para ser completamente irreconocible, Iudhisthira aprendió a jugar a los dados con el sabio volador Narada Muni y se disfrazó como un sacerdote de la casta bráhmana y jugador de dados en la corte del reino Matsia del rey Virata.

Iaksha Prashná (las preguntas del iaksha)

En el Majábharata se cuenta la leyenda (parecida a la de Edipo con la esfinge de Tebas) de cuando Iudhishthira se encontró con un iaksha (ser mitológico con poderes mágicos), que le hizo preguntas. En realidad el iaksha era Dharmarash (el padre de Iudhishthira y dios de la religión):[2]

Dharma: ¿Qué es más pesado que la Tierra?
Iudhishthira: Una madre.
Dharma: ¿Qué es más alto que el cielo?
Iudhishthira: Un padre.
Dharma: ¿Qué es más rápido que el viento?
Iudhishthira: La mente.
Dharma: ¿Qué es más numeroso que las briznas de hierba?
Iudhishthira: Nuestras preocupaciones.
Dharma: ¿Quién es el único amigo de un viajero?
Iudhishthira: Su compañero de viaje.
Dharma: ¿Quién es el amigo de un enfermo?
Iudhishthira: Su médico.
Dharma: ¿Quién es el único amigo del que se está muriendo?
Iudhishthira: La caridad (darlo todo).
Dharma: ¿Qué es eso que cuando se abandona lo vuelve a uno amable?
Iudhishthira: El orgullo.
Dharma: ¿Qué es eso que cuando se abandona lo vuelve a uno rico?
Iudhishthira: El deseo.
Dharma: ¿Qué es eso que cuando se abandona lo vuelve a uno feliz?
Iudhishthira: La avaricia.
Dharma: ¿Qué enemigo es invencible?
Iudhishthira: La ira.
Dharma: ¿Qué es una enfermedad incurable?
Iudhishthira: La codicia.
Dharma: ¿Qué hombre es noble y qué hombre es innoble?
Iudhishthira: El que desea el bienestar de todas las criaturas.
Dharma: ¿Qué hombre es innoble?
Iudhishthira: El que no tiene piedad.
Dharma: ¿Quién es verdaderamente feliz?
Iudhishthira: El que no tiene deudas.
Dharma: ¿Cuál es la maravilla más grande?
Iudhishthira: Todos los días mueren innumerables personas, y sin embargo los que quedan viven como si fueran a vivir para siempre. Señor, ¿existe una maravilla más grande que esa?
Dharma: ¿Cuál es el sendero correcto?
Iudhishthira: Los argumentos no llegan a una conclusión definitiva, las Escrituras reveladas son contradictorias y difieren unas de otras, no hay un solo rishi cuya opinión sea aceptada absolutamente por todos, la verdad acerca del sentido de la vida y del deber está oculto en cavernas. Por eso la forma correcta de vivir es el sendero que han recorrido las grandes personalidades.
Dharma: ¿Y qué son las noticias?
Iudhishthira: Este mundo lleno de ignorancia es como una sartén. El sol es el fuego, los días y las noches son el combustible. Los meses y las estaciones son el cucharón de madera. El tiempo es el cocinero, que nos está cocinando a todas las criaturas en la sartén. Esas son las nuevas.

La batalla de Kurukshetra

Cuando el periodo de exilio se completó, Duriodhana y Shakuni se negaron a devolverles su reino a Iudhisthira. Iudhisthira hizo numerosos esfuerzos diplomáticos para recuperar su reino pacíficamente; todos fallaron. La idea de hacer una guerra era odiosa para Iudhisthira, porque significaba que tendría que matar a sus parientes.

Pero Krishná, el consejero más respetado por Iudhisthira (que creía que un avatara de Vishnú), le explicó que su derecho era correcto, y que Duriodhana siempre había actuado contra el dharma. Si todos los esfuerzos por mantener la paz, el curso más correcto era la guerra.

El engaño a Drona

En la guerra, Drona (el comandante de los Kurus) estaba matando a miles de guerreros Pandava. Krishná planeó una manera de matarlo. Iudhishthira le diría a Drona que su hijo Ashwathama había muerto, para que el destructivo e invencible comandante Kuru bajara su guardia y pudiera ser matado. Pero Iudhishthira se negó a mentir.

Entonces Bhimá mató a un elefante llamado Ashwathama, se acercó a la zona donde estaba Drona y comenzó a gritar que había matado a Ashwathama. Drona no le creyó, y como sabía que Iudhisthira nunca mentiría, se acercó a él para pedirle confirmación. Iudhisthira —que no podía mentir, pero que sabía que si Drona seguía peleando finalmente perderían la batalla— proclamó en voz muy alta: «Ha muerto Ashwathama», y agregó en voz baja (para que no lo escuchara Drona): «Ashwathama el elefante».

Krishná sabía que Iudhisthira diría eso, por lo que hizo que todos los guerreros hicieran un ruido ensordecedor de alegría con sus armas, sus tambores y timbales, que taparon las últimas palabras (praja kuñyara ja)

Drona quedó herido de muerte por las palabras, y dejó las armas a un lado, sin más deseo de vivir. Entonces fue muerto por Dhristadyumna.

Después de haber dicho esa media mentira, las ruedas del carro de Iudhishthira tocaron el suelo. Inmediatamente mató a Shalya, el rey de Madra y último comandante kuru.

Emperador del mundo

Al final de la guerra, Iudhisthira y el ejército de los Pandava emergió victorioso, pero los hijos de Iudhisthira con Draupadi, y muchos héroes Pandava Dhristadyumna, Abhimanyu, Virata, Drupada y Ghatotkacha estaban muertos. Miles de guerreros de ambos lados habían muerto.

Iudhisthira realizó el ritual tarpana por las almas de los que partieron. Al volver a Jastiná Pura, fue coronado rey tanto de Indraprastha como de Jastiná Pura.

Debido a su religiosidad, Iudhisthira mantuvo a Dhristarashtra como rey de la ciudad de Jastiná Pura, y le ofreció completo respeto y deferencia como mayor, a pesar de sus errores y de la maldad con que había malcriado a sus hijos.

Ashwamedha

Iudhisthira luego realizó el Ashwamedha yagñá (sacrificio de caballo) para restablecer su poder en todo el mundo. Para este sacrificio, dejaron suelto al mejor caballo durante un año, y Áryuna (el hermano de Iudhisthira) guio al ejército Pandava, siguiendo al caballo. Se les pedía a todos los reyezuelos en las regiones que recorriera el caballo en su vagabundeo que se sometieran a Iudhisthira o enfrentaran otra guerra. Todos pagaban tributo, estableciendo otra vez a Iudhisthira como el emperador del mundo.

Retiro y ascenso al Cielo

Al percibir la aparición de la era de kali yuga y la muerte de Krishná, Iudhisthira y sus hermanos se retiraron, dejándole el trono a Parikshita (el nieto de Áryuna), que era el único descendiente que había sobrevivido a la batalla de Kurukshetra.

Los Pandavas abandonaron todas sus pertenencias y lazos familiares, e hicieron un viaje final sin retorno de peregrinación a los Himalayas.

Mientras cruzaban los congelados valles y subían cada vez más alto, uno por uno Draupadi y cada uno de los Pandava (en orden reverso de edad) cayeron y murieron, aplastados por la culpa de sus pecados. El único que alcanzó la cima de la montaña más alta fue Iudhisthira, debido a que no tenía ningún pecado que le pesara.

El verdadero carácter de Iudhisthira se revela en estas últimas páginas del Majábharata. En el pico de la montaña, Indra (el rey de los dioses) llegó en su carro de oro para transportar a Iudhisthira a los cielos. Cuando Iudhisthira dio un paso para entrar al vehículo, Indra le explicó que tenía que abandonar a su perro, por ser esta una criatura inadecuada para el cielo de Indra. Iudhisthira dio uon paso atrás, negándose a dejar atrás a una criatura que él había tomado bajo su protección.

Indra le dijo: «¿Dejaste tirados a tus hermanos y a tu esposa, no les diste la cremación que se merecían y los dejaste a merced de las alimañas, y ahora te niegas a dejar atrás a un perro de la calle?».

Iudhisthira replicó: «Yo no abandoné a Draupadi y a mis hermanos: ellos me abandonaron a mí». Y se negó a subir a la nave sin el perro. En ese momento el perro se convirtió en el dios Dharma, su padre, que lo estaba probando... y Iudhisthira pasó el examen con distinción.

Iudhisthira fue llevado por el carro de Indra. Al llegar al Suargá no encontró a sus virtuosos hermanos ni a su esposa Draupadi. En vez de ello vio a Duriodhana y sus malvados secuaces. Los dioses le explicaron que sus hermanos estaban en el Naraka (el infierno hindú) expiando pecados pequeños, mientras que Duriodhana y los demás habían llegado al cielo debido a que habían muerto en el bendito campo de batalla de Kurukshetra.

Iudhisthira lealmente viajó hasta Naraka para encontrarse con sus hermanos, pero los terroríficos sonidos y la vista de sangre lo horrorizó. Tentado a escapar, se contuvo y volvió a la entrada del infierno porque escuchó las voces de sus hermanos y Draupadi llamándolo, pidiéndole que se quedara con ellos. Iudhisthira decidió quedarse, y le pidió al dios Indra que retornara. Prefería vivir en el infierno con buenas personas que en el cielo con malvados. En ese momento la escena cambió. Por un lado se trató de otra ilusión para probarlo, y por otro fue una manera de permitirle expiar su pecado de engañar a su maestro para permitir que lo mataran. Indra y Krishná aparecieron ante él y le explicaron que sus hermanos ya estaban en el cielo junto con sus enemigos, porque las virtudes y los vicios no son reales en las moradas celestiales. Krishná otra vez felicitó a Iudhisthira por su dharma (religión), y se inclinó ante él, en el final definitivo del Majábharata, en que Dios se inclina ante el ser humano.

Notas

  1. En la actualidad —debido posiblemente al victorianismo inglés del siglo XIX—, los hinduistas traducen de la siguiente manera: «Cada dios, al ser invocado, pondría un bebé sobre su regazo».
  2. Según la traducción del Majábharata realizada por K. M. Ganguly.

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