Personaje principal de la novela de Ildefonso Falcones, La catedral del mar.

Arnau Estanyol hijo de un siervo de la tierra en la Cataluña medieval (siglo XIV) es rescatado por su padre Bernat a una edad muy temprana de una muerte segura. Juntos huyen de las injusticias impuestas a la capital del condado: Barcelona, en busca de la aspirada libertad.

La vida de Arnau, paralela a la construcción de una de las obras maestras de la arquitectura, Santa María del Mar, en la cual debe enfrentarse a la cruda realidad de la época: la gran brecha entre la nobleza y el pueblo, la intolerancia religiosa hacia las creencias distintas a las propuestas por la Iglesia Católica y a la pérdida de seres amados por causa de desastres como la peste negra o la hambruna que arrasó la ciudad a falta de los cereales provistos por los países adversarios. Sucesos que forjan su carácter noble y libre.

Siendo aún muy joven, Arnau se ve forzado a trabajar como un bastaix, modestos cargadores portuarios que en sus momentos libres transportaban enormes piedras sobre sus espaldas desde la distante cantera real de Montjuïc hasta los pies de la iglesia en edificación. Tiempo después, debido a un acto de generosidad, tras haber rescatado a tres niños judíos y un esclavo moro, se ve beneficiado con el favor del padre de éstos y con la ayuda del que ahora sería su esclavo (aunque Arnau lo trata como a un igual) es iniciado en el mundo de los préstamos y llega a atesorar una cuantiosa fortuna. Pero con ésta vienen más infortunios; es obligado por el rey Pedro IV de Aragón (conde Pedro III de Barcelona) a casarse con su pupila, una mujer fría y orgullosa y a separarse de la mujer a la que ama.

Sin embargo, siempre se mantuvo devoto a la Virgen del Mar, a la que llamaba madre, y a pesar de todas las pruebas que tuvo que pasar; pasiones, guerras, hambres, traiciones e incluso casi la muerte por manos de la Inquisición; un anciano y cansado Arnau logra ver la ya terminada catedral que había influenciado tremendamente su recorrido en este mundo, bajo el amparo de una virgen que le sonreía detrás del humo de las velas siempre encendidas por los humildes bastaixos.