San Atilano, primer obispo de Zamora, nacido en Tarazona hacia el año 850 y fallecido en Zamora hacia el 916 y conmemorado el 5 de octubre.

Vida

Probablemente era descendiente de familia noble, comienza su vida religiosa muy pronto en un monasterio benedictino cercano a su localidad natal para más tarde pasar a Sahagún. Tras ser ordenado sacerdote y en unión del monje de nacido en Lugo San Froilán comienza vida anacoreta en los montes leoneses.

Su fama de santidad no tardó en crecer por toda la región y muchos fueron a oirlos predicar. Tal fue la fama que obtuvieron, que les fue imposible seguir con su vida retirada y tuvieron que fundar un monasterio en Veseo, que llegó a contar con trecientos miembros. La fama de los dos santos llegó a oídos del rey de Asturia Alfonso III el Magno que colmó de honores a San Froilán a quien dio licencia para construir monasterios en su reino.

Fundaron uno en Tábara, en tierras recién reconquistadas a los musulmanes y que es colonizada por los cristiano alrededor de los cuales se organizaron varios cenobios. Para completar la linea defensiva del reino cristiano con el musulmán el rey funda Santa María de Moreruela, donde San Froilán sería abad y San Atilano prior.

Por su gran labor cristianizando las nuevas tierras y por la veneración que tanto el prior como el abad reciben por parte del pueblo, el rey decide elevar sus dignidades a las de obispo. San Froilán será obispo de León y San Atilano obispo de Zamora.

De los años de obispado de San Atilano solo quedan leyendas, sin que se pueda saber cual fue su labor.

Sus restos se conservan en Zamora, en la iglesia de San Pedro y San Ildefonso.

Leyendas de San Atilano

Se dice que el día que fue consagrado obispo se apareció el espírtiu santo en forma de Espíritu Santo. También se dice que huyendo de los musulmanes el puente del Duero se hundió tras ser cruzado por el santo, pereciendo así los musulmanes.

Se cuenta también que peregrinó a Jerusalén, en penitencia por pecados de su juventud. Cuando abandonaba la ciudad al cruzar el puente, arrojó su anillo episcopal al Duero, con la esperanza de recuperarlo algún día como prenda segura del perdón obtenido. Tras dos años, inspirado por Dios, vuelve de incógnito a Zamora y recibe hospedaje muy cerca, en la ermita de San Vicente de Cornu. Preparando su comida, abre un pez recibido de limosna y dentro encuentra su anillo. Las campanas de la ciudad repicaron solas, y ante los zamoranos que acudieron a recibirle jubilosos, avisados por tal prodigio, apareció revestido milagrosamente con los ornamentos episcopales.

Enlaces

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Exposición San Atilano [2] [3]