Vicente Arregui y Garay (Madrid, 3 de julio de 1871- Madrid, 1º de diciembre de 1925) Compositor español.

Biografía

Hijo de padres navarros. Estudió armonía con Juan Cantó, piano con José Frache y composición con los maestros Fernández Grajal y Bretón. Terminada la carrera en el conservatorio, ganó en reñidas oposiciones la plaza de pensionado en Roma de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y sus envíos merecieron siempre las más brillantes calificaciones.

Al celebrarse en 1910 el concurso del Estado, la citada Academia, que ya le había concedido mención honorífica en el concurso de 1906, premió su poema sinfónico Historia de una madre, inspirado en un cuento de Hans Christian Andersen, y que luego dio a conocer la Orquesta Sinfónica de Madrid con extraordinario éxito. En el concurso de 1911 fue premiada su ópera Yolanda, basada en el poema de Hertz, y que fue estrenada tres años más tarde con gran aplauso en el Teatro Real por Ofelia Nieto.

Músico de gran sabiduría técnica, poseedor de vigoroso talento dramático y de depurado gusto, no llegó a alcanzar, sin embargo, la merecida popularidad, debido a que su carácter independiente y retraído le apartó de modo sistemático de las capillas artísticas y de toda propaganda en favor de sus obras teatrales o de concierto, actitud favorecida por una holgada situación económica. Fue, empero, uno de los más capacitados compositores españoles modernos, dominador afortunado de todos los géneros, figurando entre sus producciones más notables, aparte de: Adoramus te Christe, estrenado por la capilla isidoriana de Madrid, el poema coral El lobo ciego, ejecutado en el Teatro Real por el Orfeón Donostiarra; un bellísimo cuarteto para instrumentos de cuerda; una suite vasca, aplaudida con entusiasmo en uno de los conciertos clásicos del Gran Casino de San Sebastián, en 1915; Oración y escena de los ángeles, inspiradísimo poema sinfónico, extractado del oratorio San Francisco, que estrenó con brillante éxito la Orquesta Sinfónica; el fragmento sinfónico La entrada de La Maya, y un cuarteto en do menor, para instrumentos de arco, que dio a conocer la Sociedad Nacional de Música, de Madrid.

Sin llegar al público quedó una numerosa producción, precisamente la más perfecta, la más hecha del maestro, entre la que figura: la ópera en dos actos La Maya; el poema sinfónico Calipso, para gran orquesta; una Misa en mi bemol, para tres voces y órgano; una Sonata en fa menor, para piano; la opereta cómica La sombra del rey galán o el alcalde Cantarranas; la zarzuela dramática Los ojos garzos, y el cuento lírico Barba Azul. Al sorprenderle la muerte trabajaba en la orquestación de la zarzuela La Madonna. Su triunfo postrero lo obtuvo con su hermosa Sinfonía vasca, sobre cantos populares, dada a conocer fragmentariamente por la Orquesta Sinfónica. S

u merecido renombre como técnico, así como la afabilidad de su carácter y sus grandes dotes para la enseñanza, le proporcionaron gran número de discípulos, entre los que destacaron el padre Otaño, eminente músico, fundador de la Schola Cantorum, de Comillas, y Rafael Benedito, director de la Masa coral de Madrid. Durante varios años fue crítico musical del diario madrileño El Debate, cargo que ocupaba al fallecer y en el que demostró vasta cultura artística, certero juicio y laudable imparcialidad.