- Vulcanólogo
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Los vulcanólogos o volcanólogos son las personas que se dedican al estudio de los procesos de fusión parcial del manto o corteza de los cuerpos planetarios. Esta fusión puede dar lugar a magmas u otros tipos de fluidos y a las diversas manifestaciones que estos magmas provocan en su salida a la superficie (fenómenos volcánicos). Cuando los fluidos tienen una temperatura inferior a la ebullición del nitrógeno se le denomina criomagmatismo.
Así, los vulcanólogos se dedican a investigar las características fisicoquímicas de los productos volcánicos que generan los sistemas volcánicos en todas sus fases (sólidas, liquidas y gaseosas). También son objeto de estudio volcánico por parte de los vulcanólogos, el impacto de los sistemas volcánicos y la sociedad a través de los estudios de riesgo y peligrosidad así como la predicción de los distintos fenómenos volcánicos.
El científicos para estudiar los volcanes. Su trabajo se bavulcn la recolección de observaciones ampos volcánicos activos y ex de comprender el fenómeno volcánimientos tanto par de piroclastos, etc). El perfil científico de un vulcanólogo puede ser muy variado incluyendo geólogos, físicos, químicos, geógrafos, ingenieros civiles etc.
Los vulcanólogos pueden estar dedicados a varias disciplinas como son: la vulcanología física, que incluye el estudio de los procesos actuales y de los depósitos volcánicos; la geofísica, con varias áreas de especialización como la sismología, la gravimetría o el magnetismo; la geodesia, que estudia las deformaciones del terreno; la geoquímica, especializada en el estudio de la composición de los productos volcánicos; etc.
El primer vulcanólogo del que se tiene conocimiento es Plinio el Joven (62-113 d. C.), sobrino de Plinio el Viejo que es considerado el mejor naturista de la antigüedad.
En una carta a su amigo Cornelio Tácito, describe como se produjo la erupción del volcán Vesubio el 24 de agosto del año 79 donde perecería su tío. A continuación se expone los fragmentos de esta carta vulcanológicamente más significativos y relevantes:
[…] Mi tío se encontraba en Miseno al mando de la flota. El 24 de agosto, como a la séptima hora, mi madre le hace notar que ha aparecido en el cielo una nube extraña por su aspecto y tamaño. Él había tomado su acostumbrado baño de sol, había tomado luego un baño de agua fría, […], sube a un lugar desde el que podía contemplarse mejor aquel prodigio.
La nube surgía sin que los que miraban desde lejos no pudieran averiguar con seguridad de qué monte (luego se supo que había sido el Vesubio), mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol.
Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; yo imagino que esto era porque había sido lanzada hacia arriba por la primera erupción; luego, cuando la fuerza de esta había decaído, debilitada o incluso vencida por su propio peso se disipaba a lo ancho, a veces de un color blanco, otras sucio y manchado a causa de la tierra o cenizas que transportaba.
A mi tío, como hombre sabio que era, le pareció que se trataba de un fenómeno importante y que merecía ser contemplado desde más cerca. […]
Se dirige rápidamente al lugar del que todos los demás huyen despavoridos, mantiene el rumbo en línea recta, el timón directo hacia el peligro, hasta tal punto libre de temor que dictaba o él mismo anotaba todos los cambios, todas las formas de aquel desastre, tal como las había captado con los ojos. Ya las cenizas caían sobre los navíos, más compactas y ardientes, a medida que se acercaban; incluso ya caían piedra pómez y rocas ennegrecidas, quemadas y rotas por el fuego; ya un bajo fondo se había formado repentinamente y los desprendimientos de los montes dificultaban grandemente el acceso a la playa.
[…]Entretanto, en numerosos puntos en las laderas del Vesubio podían verse enormes incendios y altísimas columnas de fuego, cuyo brillo y resplandor aumentaba la oscuridad de la noche. Mi tío, intentando calmar el miedo de sus acompañantes, repetía que se trataba de hogueras dejadas por los campesinos en su huida y casas abandonadas al fuego que ardían en la soledad.
Luego se retiró a descansar y ciertamente durmió sin la menor sombra de duda, pues su respiración, que a causa de su corpulencia era más bien sonora y grave, podía ser escuchada por las personas que iban y venían delante de su puerta. Pero el patio desde el que se accedía a su habitación, repleto de cenizas y piedra pómez de tal manera había subido de nivel que, si hubiese permanecido más tiempo en el dormitorio, ya no habría podido salir. Luego que fue despertado, salió fuera y se reúne con Pomponiano y los demás que habían pasado toda la noche en vela. Deliberan en común si deben permanecer bajo techo o salir al exterior, pues los frecuentes y fuertes temblores de tierra hacían temblar los edificios y, como si fuesen removidos de sus cimientos, parecía que se inclinaban ya hacia un lado, ya hacia el otro. Al aire libre, por el contrario, el temor de la caída de fragmentos de piedra pómez, aunque estos fuesen ligeros y porosos, pero la comparación de los peligros les llevó a elegir esta segunda posibilidad. En el caso de mi tío venció el mejor punto de vista, en el de los demás venció el temor mayor.
[…]Mi tío decidió bajar hasta la playa y ver sobre el lugar si era posible una salida por mar, pero éste permanecía todavía violento y peligroso. Allí, recostándose sobre un lienzo extendido sobre el terreno, mi tío pidió repetidamente agua fría para beber.
Luego, las llamas y el olor del azufre, anuncio de que el fuego se aproximaba, ponen en fuga a sus compañeros, a él en cambio le animan a seguir. Apoyándose en dos jóvenes esclavos pudo ponerse en pie, pero al punto se desplomó, porque, como yo supongo, la densa humareda le impidió respirar y le cerró la laringe, que tenía de nacimiento delicada y estrecha y que con frecuencia se inflamaba.
Cuando volvió el día (que era el tercero a contar desde el último que él había visto), su cuerpo fue encontrado intacto, en perfecto estado y cubierto con la vestimenta que llevaba: el aspecto de su cuerpo más parecía el de una persona descansando que el de un difunto.''
Gracias a esta carta y por la importante descripción vulcanológica realizada del Vesubio, las erupciones de este tipo actualmente se les conoce como erupciones de tipo Pliniana.
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