- Circunceliones
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Los circunceliones fueron donatistas de África en el siglo IV, llamados así porque andaban alrededor de las casas, en las ciudades y aldeas bajo pretexto de vengar las injurias, reparar las injusticias y restablecer la igualdad entre los hombres.
Ponían en libertad a los esclavos sin el consentimiento de sus patronos, declaraban solventes a los deudores y cometían mil desórdenes. Makide y Faser fueron los jefes de estos bandidos entusiastas. Al principio llevaban palos que llamaban palos o bastones de Israel, por alusión a los que los israelitas debían tener en la mano al comer el cordero pascual. Después usaron armas para oprimir a los católicos. Donato los llamaba los jefes de los santos y ejercía por su medio venganzas horribles.
Un falso celo de martirio les impulsó a darse la muerte; los unos se precipitaron desde lo alto de las rocas o se arrojaron al fuego, otros se degollaron. Los obispos, no estando en disposición de contener por sí solos estos excesos de furor, se vieron obligados a implorar la autoridad de los magistrados. Se enviaron soldados los parajes en que acostumbraban a reunirse los días de mercado público. Hubo muchos muertos de entre ellos, los cuales fueron honrados como mártires por los demás. Las mujeres, imitaron la barbarie de los circonceliones. Se vieron muchas que a pesar de su embarazo, se arrojaron por los precipicios. Véase San Agustín, Baronio, Prateolo, Filastro, etc.
Referencias
- Diccionario de teología, Nicolas Sylvestre Bergier, 1845
- Las provincias africanas eran víctimas de una inseguridad crónica... Entre estas gentes [las cuadrillas de obreros agrícolas que migraban cada año de finca en finca en tiempo de cosecha y planteaban graves problemas de policía interior] debieron de reclutarse los circunceliones, más bien obreros agrícolas que no bandidos ni merodeadores. Su alzamiento, de acuerdo con muchos testimonios (Optato de Mileva, San Agustín), tomó aspecto de reivindicación social. Con gran rapidez su movimiento se vinculó con la protesta donatista... Finalmente, acaso se sumara al conjunto otro elemento: la resistencia de algunos ambientes indígenas a la civilización romana, pues los jefes insurgentes parecen surgir de medios bereberes. Michel Christol, Daniel Nony, De los orígenes de Roma a las invasiones bárbaras, pgs. 238-239.
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