- La Buitrera, Río Negro
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“La Buitrera” es una localidad fosilífera donde afloran la Formación Candeleros (90-95 millones de años) y la Formación Huincul (90-85 millones de años). Se halla sobre la ladera noroccidental de la Planicie de Rentería, hacia el valle del Limay, es decir, hacia el embalse E. R. Mexía, Departamento de El Cuy, Provincia de Río Negro, distante a unos 30 kilómetros al noroeste del pueblo de Cerro Policía (Provincia de Río Negro, Argentina). La localidad fosilífera fue descubierta en 1999 por el equipo de Sebastián Apesteguía y desde entonces es trabajada anualmente. En el Cretácico, un vasto río dejaba capa tras capa de arenas rojizas en un valle entre Neuquén y Río Negro, antes de escaparse para desaguar en el Océano Pacífico. No obstante, en La Buitrera, los sedimentos desaguaban en una subcuenca interior conocida como Subcuenca de Picún Leufú, formando un vasto barreal ubicado aproximadamente donde de halla hoy el embalse. Las arenas depositadas, luego endurecidas, compactadas y petrificadas, se conocerían como Formación Candeleros, que en “La Buitrera” porta restos fósiles que son poco comunes en otras regiones. Así, mientras en otros lugares hallamos grandes dinosaurios, en los alrededores de Cerro Policía hallamos restos fósiles de animales pequeños a medianos que incluyen cocodrilos omnívoros a herbívoros con hocico de zorro (Araripesuchus buitreraensis), dinosaurios carnívoros del grupo de los velocirraptores (Buitreraptor gonzalezorum), mamíferos driolestoideos de hocico largo (Cronopio dentiacutus), esfenodontes herbívoros (Kaikaifilusaurus avelasi) y serpientes con patas (Najash rionegrina). También hallamos restos de peces pulmonados o dipnoos (Ceratodus argentinus) y de tortugas de agua dulce. De estas últimas, no solo se encuentran huesos sino también coprolitos (heces petrificadas). Gracias a esto se pudo inferir que, como sus parientes actuales del grupo de las Chelidae, actuales tortugas piscívoras de agua dulce, se alimentaban de peces. La fauna de “La Buitrera” nos permite dar un rápido vistazo de algo poco conocido: los animales que vivían a la sombra de los dinosaurios. Allí, los restos de vertebrados son preservados tridimensionalmente y semiarticulados. Tambien aparecieron restos fragmentarios de terópodos carcarodontosáuridos y abelisauroideos, sauropodos rebaquisáuridos y titanosauriformes. Los fósiles se hallan bien preservados y con un grado de desarticulación leve, con evidencias de exposición aérea somera y asociados a paleosuelos. También se ha hallado una abundante icnofauna que incluye huesos roidos o masticados. Al morir un dinosaurio de gran tamaño, sus restos permanecerían visibles por mucho tiempo, accesibles a los predadores y la desarticulación por agentes exógenos. Sin embargo, al morir un animal pequeño, su destino queda sujeto a la pericia de los carroñeros, con su sensible olfato y sus adaptaciones destructoras de huesos, que pueden reducir a nada un esqueleto pequeño. En “La Buitrera”, las finas arenas que arrastraba el gran río que por allí corría, taparon rápidamente a los animales pequeños, probablemente durante una crecida repentina, pero no a los animales mayores a unos dos metros de largo. Así, solo los pequeños vertebrados que vivían en la zona murieron y fueron preservados adecuadamente, mientras que los restos de grandes dinosaurios son más bien escasos. El nivel inferior, de sedimentos mas finos, provienen tortugas dulceacuícolas. Del nivel superior provienen restos abundantes pero desarticulados de dinosaurios y placas de peces dipnoos (las mas antiguas registradas en Argentina). Los vertebrados de “La Buitrera” vivieron en un momento muy particular en la historia de los dinosaurios, en lo que se conoce informalmente como “Cretácico medio” o “La Edad de los Gigantes”. En ese momento, existían en Patagonia varios linajes de saurópodos de largos cuellos, mientras que en América del Norte y Europa se habían extinto. Entre los dinosaurios carnívoros o terópodos, había varios linajes, como los carcarodontosáuridos (por ejemplo Giganotosaurus) que constituían los mega-depredadores por excelencia, con unos 15 metros de largo, mientras que los abelisauroideos (como Carnotaurus), que llegarían a ser los carnívoros mas importantes de fines del Cretácico, aún ocupaban un lugar secundario. Los maniraptores, carnívoros medianos a pequeños, por otro lado, comenzaban a hacerse abundantes, incluyendo varios linajes, entre ellos los dromeosáuridos, probablemente distribuidos en el hemisferio sur desde el Jurasico. Muchos de ellos presentaban plumas y varias características en común con las aves, con quienes se relacionan cercanamente. Los cocodrilos sudamericanos incluyen varios linajes primitivos conocidos como mesoeucocodrilos. Entre ellos se encuentran los notosuquios de aspecto perruno, los araripesuquios de aspecto zorruno y los peirosáuridos, grandes cazadores de colmillos aserrados. En “La Buitrera” han aparecido hasta ahora varios tipos de cocodrilos, en especial araripesuquios, con solo dos hileras de escudos y largas patas, que les permitían desplazarse velozmente. Han aparecido formas juveniles y adultos en cantidad. Los esfenodontes eilenodontinos, como Priosphenodon, son los reptiles más abundantes en “La Buitrera”. Restos de más de 200 ejemplares atestiguan una abundancia inusitada o una concentración de esqueletos por procesos naturales. Su presencia en el Cretácico tardío de Patagonia extendió la supervivencia de los eilenodontinos, hasta entonces conocidos sólo para el Jurasico superior y Cretácico inferior de América del Norte. Las serpientes de “La Buitrera” son un capítulo aparte. Su cráneo, así como su cadera y las robustas patas posteriores las sitúan en una posición mucho más basal que las serpientes fósiles conocidas. Si bien durante las últimas décadas se ha considerado a las serpientes fósiles portadoras de miembros posteriores como evidencia irrefutable de primitivismo y posición basal en el linaje, los miembros relictuales en serpientes actuales y casi todas las fósiles, indica que no debería tenerse este carácter muy en cuenta. El hallazgo de numerosas serpientes marinas con miembros posteriores en el norte africano, Israel y Europa Oriental, han llevado a los investigadores “marinistas” a considerarlas como serpientes basales, probadoras de un origen marino para el grupo. Para los “terrestristas”, en cambio, las serpientes se habrían originado a partir de un lagarto ápodo excavador relacionado a los dibámidos y las anfisbenas. Sin embargo, esta hipótesis no poseía buenos fósiles para ser sustentada. El hallazgo de Najash rionegrina en “La Buitrera”, una serpiente fósil con sacro, pelvis y miembros posteriores robustos y funcionales ubicados fuera de la cavidad torácica, proveniente de un ambiente netamente terrestre, aportan un interesante giro al viejo debate. De hecho, la región occipital del cráneo expandida transversalmente, una amplia base estapedial y arcos neurales bajos, sugieren hábitos subterráneos. A la vez, el análisis filogenético muestra una posición filogenética basal a todas las serpientes conocidas, incluidas las fosoriales escolecofidias y una confirmación de las serpientes marinas paquiófidas como una primera radiación de las serpientes macrostomadas. Las tortugas que habitaban las aguas más tranquilas y los pequeños lagos de “La Buitrera” son quélidas del grupo al que pertenece la actual Acanthochelys, tortugas acuáticas que habitan hoy cursos fluviales y lagos y se alimentan de peces. Los únicos peces hallados allí son los dipnoos, peces pulmonados de agua dulce, del grupo de los Ceratodontiformes que solo nos han dejado sus placas dentarias como testimonio de su existencia. Unos pocos millones de años después de que el gran río de curso meandriforme depositara las capas típicas de “La Buitrera”, tuvo lugar una erupción volcánica. Debido a la gran distancia, sólo llegaron a la zona las densas nubes de cenizas, que se acumularon formando capas de varios metros de espesor. Con la compactación de los años, la enorme capa de cenizas se redujo a unos dos metros, que forman un ancho cinturón blanco en la parte alta del cañón, en los primeros metros de depósito de la Formación Huincul. Esta erupción formaba parte de una enorme serie de sucesos que culminarían con la elevación de la cordillera de los Andes, al deslizarse la placa situada bajo el océano Pacifico por debajo de la situada bajo el continente sudamericano. La datación de esta roca formada por las cenizas compactadas dio 88 millones de años, pero puede ser ésta una edad algo posterior a la de su formación.
De este modo, la fauna de “La Buitrera” nos permite la rarísima oportunidad de contemplar los componentes faunísticos de tamaño mediano presentes en la Patagonia del Cretácico superior, mas bien conocida por sus gigantes. La continuidad de trabajo en el yacimiento queda implícita en los nuevos descubrimientos que ocurren año a año, como los pterosaurios hallados en 2005 que se hallan ahora en preparación.
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