- Miguel León Prado
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Miguel León Prado, Obispo de Linares (Chile), nació en Santiago, un 25 de Diciembre de 1854. Sus padres fueron Don Raimundo Antonio León Espejo y Doña Juana Prado Prado de León; fue miembro de una familia de trece hermanos.
Según declaró en su testamento, desde la infancia deseó servir a Dios en el estado eclesiástico. A los 25 años, el 22 de septiembre de 1877 fue ordenado sacerdote por el gran arzobispo Don Rafael Valentín Valdivieso. Luego fue nombrado párroco de San Miguel Arcángel, en Santiago, fundada en septiembre de 1881, que se extendía entonces desde el Zanjón de la Aguada hasta San Bernardo. Allí dejó lo mejor de su juventud, llevando el progreso, la cultura, la urbanización, además del Evangelio y la catequesis. Según la Revista Católica: “Fue un gran corazón que supo conquistarse el afecto profundo del pueblo con su bondad inagotable”. Esto, unido a su afamada santidad sólo despertaba en sus feligreses sentimientos de simpatía y devoción, lo expresaban llamándolo “don Miguelito”. El 12 de Junio de 1913, fue nombrado Administrador Apostólico de la diócesis de Talca, donde se dedicó especialmente a la enseñanza cristiana de la juventud, quedando como testigo el Liceo Blanco Encalada. Para el desarrollo social trajo a las religiosas Siervas de Jesús, cuyo misión era atender esmeradamente a los enfermos. También estableció las Sociedades de Obreros de San José y de la Unión Nacional.
Después de haber creado la diócesis de Linares, el 14 de Diciembre de 1925, el Papa Pío XI, lo nombró como su primer obispo. Escogió como lema de su escudo episcopal, el grito del Arcángel San Miguel, su Patrono: “¡Quién como Dios!”, en señal de fidelidad y sumisión absoluta a Jesucristo y a su Vicario, el Papa. Se convirtió en obispo el 27 de Diciembre de 1925. Monseñor León Prado tomó posesión de la Sede Episcopal de Linares el 25 de Abril de 1926 y gobernó la diócesis hasta el 3 de Marzo de 1934. En esos ocho años, a pesar de su avanzada edad, visitó frecuentemente las parroquias, creó la Parroquia de San Miguel Arcángel de Colbún, en 1930 y, Nuestra Señora de Carmen en Nirivilo, en 1933. Trabajó incesantemente por formar asociaciones sociales y piadosas, dándole principal importancia a la organización de la Acción Católica. Su gran angustia fue la escasez de recursos económicos, situación agravada con la destrucción de la antigua Iglesia de Linares y otras edificaciones del Obispado a causa del terremoto de 1928. Sin embargo, el 1º de Mayo de 1932 bendijo la primera piedra de la nueva Catedral, encomendándole la obra al arquitecto Víctor Veglia. Su deceso ocurriò el 3 de Marzo de 1934. Sus restos reposan en la Cripta de la actual Catedral de Linares.
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