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Batracomiomaquia
La Batracomiomaquia (del griego antiguo βάτραχος, ‘rana’, μῦς, ‘ratón’, y μάχη, ‘batalla’) o la Batalla de las ranas y ratones es una épica cómica o parodia sobre la Ilíada, atribuida definitivamente a Homero por los romanos, pero obra, según Plutarco,[1] de Pigres de Halicarnaso, el hermano (o hijo) de Artemisia, reina de Caria y aliada de Jerjes. Sin embargo, algunos autores modernos la atribuyen a un poeta anónimo de la época de Alejandro Magno.[2]
La palabra «batracomiomaquia» ha llegado a significar ‘disputa estúpida’. La traducción alemana, froschmäusekrieg, ha sido usada para describir disputas tales como la surgida entre la Escuela de Matemáticas y la de Sociología del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.
Contenido
Trama
Un ratón que bebía agua de un lago se encontró con el Rey Rana, quien le invitó a su casa. Mientras el Rey Rana cruzaba nadando en lago, con el ratón sentado en su espalda, se enfrentaron a una espantosa serpiente acuática. La rana se sumergió, olvidándose del ratón, y éste se ahogó. Otro ratón fue testigo de lo ocurrido desde una orilla del lago, y corrió a contar a todos lo que había visto. Los ratones se prepararon para la batalla como venganza por la traición del Rey Rana y enviaron un heraldo para proponer a los dioses que eligiesen bando, y específicamente a Atenea para que les ayudase. Atenea rehusó, diciendo que los ratones le habían hecho muchas travesuras. Finalmente los dioses decidieron permanecer como espectadores en lugar de involucrarse. Se libró la batalla y los ratones fueron más fuertes. Zeus invocó a un ejército de cangrejos para evitar la completa destrucción de las ranas. Impotentes ante sus pinzas acorazadas, los ratones se retiraron, finalizando al ocaso la guerra de un solo día.
Contenido
El poema se compone de aproximadamente 300 hexámetros; el número varía según los versos que interpolen los estudiosos de la métrica. El proemio del drama (versos 1–8) anuncia una guerra inmensa narrada en un lenguaje épico que contrasta con la insignificancia de los animales que lo protagonizan, lo que proporciona un toque cómico. Posee influencias de la fábula esópica de «la rana y el ratón» (n.º 302, casa de la rata), que narra cómo una vez el príncipe de los ratones Robamigas (en griego Psicharpax: todos los nombres son figurados) sació su sed en un estanque, y entonces el rey de las ranas Hinchamejillas (Physignathos) aparece en escena preguntándole por su origen y sexo (13–23). Existe una similitud entre estas ranas y las criaturas que habitualmente pone en escena Homero (24–55).
En respuesta Hinchamejillas invita a Robamigas a visitar su reino, pero él quiere abandonar el estanque (56–81). De repente aparece una serpiente de agua, lo que asusta a Hinchamejillas, que se sumerge en el agua y deja abandonado a Robamigas, quien hace votos de venganza (82–99). Contempla la escena un ratón rico denominado Ricamesa (Leichopinax), que posteriormente lo narra a la comunidad ratuna, lo que enfada al padre de Robamigas, el rey de los roedores, Roepán (Troxartes; 100–107).
En una asamblea general los ratones deciden vengarse de las ranas con una campaña militar bajo el mando de Roepán, y se equipan para tal fin (108–131). En un concilio, el rey de las ranas, Hinchamejillas, decide poner a las ranas en armas (132–167). Desde este instante se puede observar un paralelismo entre lo que se pide a los dioses, ya que los ratones envían a Zeus un heraldo para que se ponga de su parte e invocan a Atenea para que les proteja. Zeus convoca a todos los dioses: entre todos se pretende que la guerra tenga una culminación neutral (168–201). Así, Zeus abre el campo de batalla.
La descripción posterior es de los detalles de la batalla (202–259): Homero enfrenta en la lucha a los dos héroes individuales. La descripción final de la lucha es confusa debido al cruce de muchos textos traducidos e insertados en las traducciones antiguas.
Tras muchos esfuerzos diversos, la batalla parece estar inclinada al éxito de los ratones gracias al «gran rendimiento» (Aristie) del ratón Robamendrugo (Meridarpax), lo que forzó a huir a las ranas (260–269). Zeus ve en este momento la destrucción de las ranas y pide a los dioses que intervengan. Así lo hacen bajo el consejo del dios Ares, a pesar de lo cual su fuerza no es suficiente para poner fin a la refriega (270–284). Ares propone a Zeus que lance su terrible trueno, aunque, a pesar de la «inmensa sacudida sobre el Olimpo», no se puede detener a los ratones (285–292). Finalmente Zeus envía un ejército de cangrejos y camarones) cuya ayuda tiene éxito, pues hace huir los ratones despavoridos (293–303). «Tan pronto se ocultó el sol, la magia de la guerra y del día se habían esfumado.»
Notas
Referencias
- Este artículo incorpora texto de la Encyclopædia Britannica de 1911 (dominio público).
Referencia bibliográfica
- Homero (2003). Himnos Homéricos. La “Batracomiomaquia”. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-3501-6.
Enlaces externos
- Wikisource contiene una copia de la Batracomiomaquia.
- Ratones, ranas y dioses: el esquema ternario de la «Batracomiomaquia», artículo de Alicia Esteban
- Versión ilustrada en prosa (en inglés)
Categorías: Enciclopedia Británica (edición de 1911) | Obras literarias de la Antigua Grecia
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