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Campo (sociología)
En la sociología de Pierre Bourdieu, un campo es un espacio social de acción y de influencia en el que confluyen relaciones sociales determinadas. Estas relaciones quedan definidas por la posesión o producción de una forma específica de capital, propia del campo en cuestión. Cada campo es —en mayor o menor medida— autónomo; la posición dominante o dominada de los participantes en el interior del campo depende en algún grado de las reglas específicas del mismo. El conjunto estructurado de los campos, que incluye sus influencias recíprocas y las relaciones de dominación entre ellos, define la estructura social.
Contenido
Campo como lucha
Un campo es un sector determinado de la actividad social (estructuras simbólicas); ejemplos específicos de campos analizados por Bourdieu o sus discípulos han sido el arte, el sistema educativo, los medios de comunicación de masas o el mercado de la vivienda¹. En cada uno de estos sectores, los individuos participantes desarrollan actividades —como por ejemplo la producción de obras de arte o la gestión de galerías de arte, pero también la crítica artística, la visita a museos, las conversaciones sobre arte o la posesión de objetos más o menos artísticos— en las que ponen en juego los recursos de los que disponen —sus habilidades para hacer, entender o apreciar lo artístico—, buscando obtener los bienes que sólo este campo específico puede proveer.
La noción de campo está fundada sobre la teoría marxista de que la sociedad está definida por la lucha de clases; aunque se aparta en numerosos puntos cruciales del marxismo, Bourdieu conserva el principio de que las divisiones sociales no son posiciones contínuas sobre una gradación numérica —en que los ricos se distinguirían de los pobres simplemente por poseer una mayor cantidad de dinero— sino relaciones estructuradas entre distintos roles en las actividades de producción, distribución y consumo, que se determinan mutuamente. La forma específica de esas determinaciones está dada por las reglas o principios del campo.
Habitus y capital
De acuerdo a estas reglas se desarrolla la actividad en el campo, que funciona como un mercado en que los actores compiten por los beneficios específicos del campo. Esta competencia define las relaciones objetivas entre los participantes, que están determinadas por el volumen de capital que éstos aportan, por la trayectoria que han recorrido en el interior del campo y por su capacidad para aplicar las reglas del campo. La capacidad de los individuos de hacer uso efectivo de los recursos con los que cuentan es una función de la adaptación de su habitus al campo en cuestión; el habitus, otra noción clave de la sociología de Bourdieu, es el sistema subjetivo de expectativas y predisposiciones adquirido a través de las experiencias previas del sujeto.
El capital operativo en cada campo es el conjunto de todo aquello que puede ser utilizado para obtener una ventaja en el mismo; el capital, en consecuencia, es un producto del campo, y no existe fuera de él. Las distintas especies de capital obran efectos en campos distintos; los campos están definidos por las relaciones de fuerza que el capital ejerce, y por las acciones de los sujetos para conservar y adquirir capital.
Sistema, red e institución
El carácter sistemático de la estructura del campo se expresa en que los bienes que se ponen en juego en él no existen sino por la existencia del campo (no hay, por ejemplo, tal cosa como el prestigio o el estatus fuera de una determinada organización social). El campo preexiste, en un sentido lógico, a los individuos que lo integran, del mismo modo que en la teoría estructuralista o en la Gestalt.
Aunque todas las relaciones sociales se ejerzan en el interior de un campo —como por ejemplo el campo educativo, el campo artístico o el campo económico— un campo no se identifica sin más con la red de relaciones en que los individuos participan, sino que se define estructural y formalmente por las relaciones objetivas entre las propiedades y las trayectorias de los mismos. Así, individuos que no tienen contacto directo pueden estar objetivamente ubicados en posiciones similares dentro de la estructura del campo.
No todos los campos se expresan en una institución visible para los que participan en él; existen campos donde el nivel de institucionalización es bajo —como el del arte, donde las reglamentaciones establecidas para definir la competencia tienen poco lugar en señalar quien es o no es un artista—, mientras que otros, como el de la medicina, están fuertemente reglados.
Capital simbólico
El campo existe en la medida en que ejerce una influencia sobre la perspectiva y las acciones de los participantes; este efecto —la illusio— se extiende tanto sobre las acciones que los individuos realizan específicamente para obtener los beneficios del campo en particular, como sobre los demás campos. En la medida en que los beneficios obtenidos en un campo se pueden transformar en bienes aplicables en campos distintos —como la posesión de una cultura refinada, evidenciada en la distinción del gusto artístico, se hace valer como un rasgo de prestigio social en ciertas sociedades—, esta acción es directa; sin embargo, también puede ejercerse una acción indirecta a través de la conformación del habitus de los implicados en el campo, a quienes dota de principios de valoración y juicio que están definidos por las reglas mismas del campo.
Los beneficios obtenidos en un campo actúan, a su vez, como recursos para subsecuentes luchas en el seno del mismo; si bien Bourdieu emplea para describir esta propiedad la noción de capital, esto no implica la aceptación universal del punto de vista de la economía para las relaciones humanas. Por el contrario, busca demostrar que el ámbito económico es sólo uno de los múltiples ámbitos de lucha de clases, si bien su vinculación inmediata con la supervivencia lo dota de un carácter privilegiado. Bourdieu se aparta de la teoría marxista al sostener que, puesto que cualquier bien puede ser objeto de disputas, existe una cantidad indeterminada de campos que pueden cobrar existencia con la progresiva diferenciación de las relaciones sociales. La medida en que los frutos de ese campo puedan diferenciarse de las especies de capital operativas fuera de él determina el grado de autonomía del campo, que es histórica y socialmente contingente.
Legitimidad
Uno de los efectos de las luchas en el interior del campo es la definición de la legitimidad con respecto a las reglas empleadas; los beneficios que el campo otorga se expresan fundamentalmente en forma de capital simbólico, es decir, del reconocimiento por parte de todos los participantes de que los dominantes poseen los bienes que determinan el dominio en el campo. El reconocimiento del carácter superior del habitus dominante, imprescindible para participar en el campo, puesto que es solidario de las reglas mismas según las cuales se actúa en él, se impone a todos los participantes; su efecto inmediato es que toda estructura de dominación tiende naturalmente a reproducirse, puesto que aún aquellos que desean competir por esos bienes están obligados a reconocer que los medios con los que los dominantes ya cuentan son los aceptados. Este poder otorgado a los dominantes en el campo es la base de la violencia simbólica, que lleva a los propios dominados a ejercer sobre sí mismos las relaciones de dominación, a las que ignoran como tales.
El efecto automático de reproducción de la dominación en el campo implica, a la vez, que el resultado de todas las disputas en el interior del mismo sea la redefinición más o menos parcial de lo legítimo. En determinadas condiciones del campo, las disputas se llevan a cabo abiertamente sobre las distintas definiciones de legitimidad en competencia; grupos dotados de capital de distinto origen o composición pueden buscar redefinir las normas del campo en su propio beneficio.
Estrategia
Aunque las acciones de los individuos estén objetivamente regidas por las reglas del campo, no en todos los campos ni para todos los participantes este carácter es consciente; la orientación dada por el habitus impone sin embargo una estrategia ajustada a las condiciones objetivas. Los presupuestos dictados por el estado del campo se imponen a los actores más reflexivos y conscientes, de manera similar a los órdenes discursivos postulados por Foucault. El agente, por lo tanto, no es por completo el autor de sus prácticas; en el actúa invisiblemente la fuerza social. El desvelamiento de las condiciones de la acción requiere del análisis social de la estructura; en la sociología de Bourdieu, el sociólogo cumple el papel de socioanalista, posibilitando la toma de conciencia de las fuerzas anónimas que la estructura social impone. De ese modo, la sociología es una herramienta radicalmente comprometida con la intervención en las relaciones sociales.
Referencias
- ↑ Bourdieu, Pierre. Raisons pratiques. París: Seuil, coll. Points, 1996, p. 21
Notas
1 En vista de que el arte ha sido uno de los objetos principales de estudio, los ejemplos subsiguientes se referirán preferentemente a él.
Bibliografía
- Bourdieu, Pierre (1979). La distinction. Paris: Editions du Minuit.
- Bourdieu, Pierre (1980). Le sens pratique. Paris: Editions du Minuit.
- Bourdieu, Pierre; Wacquant, Loïc (1992). An Invitation to Reflexive Sociology. Chicago: University of Chicago Press.
- Bourdieu, Pierre (1997). Méditations pascaliennes. Paris: Editions du Seuil. ISBN 2-02-061164-3.
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