- Capilla mayor del Hospital de la Caridad de Illescas
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Capilla mayor del Hospital de la Caridad de Illescas
El Greco, por mediación de su hijo, en 1603 consiguió un contrato para realizar cuatro cuadros en la Capilla mayor del Hospital de la Caridad de Illescas (Toledo). Los cuadros corresponden al periodo tardío del pintor y aunque no pueden ser contemplados en la Capilla mayor para la que fueron diseñados se encuentran en el Hospital de Illescas. Las cuatro están consideradas obras maestras.
Entre los numerosos conflictos económicos que provocaron las tasaciones de su obra, el que se originó por este contrato es uno de los más documentados. Por razones desconocidas aceptó que la tasación final fuera realizada por tasadores nombrados por el Hospital. Estos fijaron un precio muy reducido de 2.410 ducados, lo que provocó un largo pleito que llegó hasta la Cancillería Real de Valladolid y al Nuncio papal de Madrid. El litigio terminó en 1607 y aunque se hicieron tasaciones intermedias entorno de los 4.000 ducados al final se pagó una cantidad similar a la establecida inicialmente. El varapalo de Illescas afectó gravemente a la economía del Greco.
En el Hospital hay también otra obra maestra del Greco, el san Ildefonso, que se considera que fue contratada anteriormente.
Contenido
Historia de la Capilla mayor
En el mes de abril de 1603, el Patronato de la Virgen de la Caridad firma con “Domingo el griego y Jorge Manuel pintores” el contrato por el que le encargan la decoración de la capilla mayor del recién estrenado Santuario de Ntra. Sra. de la Caridad de Illescas. No tenemos conocimientos sobre las trazas primitivas, porque no se ha conservado, pero debió abarcar no sólo la decoración pictórica del retablo mayor, sino también la escultórica y la arquitectura que encerraba dicha capilla.
El programa iconográfico estaba destinado a ensalzar la figura de la Virgen, por lo que la hornacina central del retablo queda reservada para la colocación de la imagen de la Virgen de la Caridad. Justo en la parte superior, coronando el retablo, se encontraban la representación de las tres virtudes teologales, como atributos de María. Dos esculturas doradas a los lados, simbolizando la Fe y la Esperanza, y la virtud de la Caridad, representada con una pintura, se colocaría en la zona central del ático del retablo.
En la bóveda de esta capilla, se situaban otras tres pinturas que continúan con este ciclo mariano representando a la Virgen en los tres misterios de su vida: Anunciación, situada en el luneto izquierdo, Natividad, en el luneto derecho y la Coronación de la Virgen, situada en el techo de la bóveda, cerrando el conjunto de la capilla.
Este conjunto decorativo hoy está algo desmembrado ya que las pinturas, aunque se conservan en el interior del Santuario, no están colocadas en el lugar primitivo para el que fueron diseñadas. Enriquetta Harris estudió la decoración de la capilla y a ella se debe la propuesta sobre como debían estar situados los cuatro cuadros del Greco en la mísma.
Las pinturas del Greco en la Capilla Mayor
La Anunciación
- Es una simplificación de la que realizó años antes para el Colegio de Doña María de Aragón. Sobre un fondo neutro coloca a las dos figuras principales de la escena, el arcángel en el lado izquierdo adaptándose a la curvatura del lienzo y la Virgen a la derecha sorprendida mientras oraba. Como eje de la composición se encuentra el atril y la paloma del Espíritu Santo que baja con toda su gloria y se convierte en foco iluminador de la escena. Encontramos en esta peculiar composición una diagonal marcada por los ojos de los protagonistas y la paloma simbólica.
Virgen de La Caridad
- Debía ser uno de los cuadros más importantes de la composición, donde El Greco intenta mostrarnos la virtud de la Caridad a través de una iconografía de raigambre medieval sobre la Virgen de la Misericordia. En el centro de la composición se encuentra la imponente Virgen abriendo su manto y cobijando a un grupo de fieles ataviados con gola castellana, siguiendo la moda de la época; siendo algunas de estas figuras retratos de caballeros pertenecientes a la nobleza toledana del siglo XVI (entre ellos se encuentra Jorge Manuel Theotocópuli, hijo de El Greco). En este lienzo comprobamos que El Greco utiliza la desproporción típica de su estilo final, un tanto acusada aquí debido a que este cuadro fue diseñado para ser visto desde abajo hacia arriba. Hoy al alcance de los ojos del espectador, parece demasiado desproporcionado, sobre todo, el cuerpo de María con unas piernas monumentales en primer plano concluyendo en una minúscula cabeza.
La Coronación
- Es una de las preferidas por el cretense. Son varias las que se conservan pero, sin duda, ésta de Illescas es considerada como la más bella de todas las Coronaciones que realizó el pintor. Esta vez elige un formato oval para situar la escena que iba a estar colocada en el techo de la bóveda, por eso también contemplamos fuertes desproporciones en el cuerpo de los personajes de Dios Padre, La Virgen y Dios Hijo, con grandes piernas escorzadas en primer plano y pequeñas cabezas que alejan y dan profundidad al cuadro. Sigue una composición triangular con el vértice hacia abajo donde sitúa a las tres personas de la Santísima Trinidad y a la Virgen que asciende a los cielos acompañada o ayudada por un grupo de ángeles. Es una escena donde la atmósfera celestial se convierte en personaje protagonista, donde El Greco crea unas cascadas de nubes en los laterales que conforman un trono donde se sientan los personajes, todo salpicado por racimos de querubines y niños ángeles que revolotean alrededor y dan movimiento a la escena.
La Natividad
- Procede de una Adoración de Pastores que El Greco había realizado para el Colegio de Doña María de Aragón, en este caso la escena se simplifica a un Nacimiento sin la presencia de los pastores. El Greco pinta una escena tenebrosa sólo interrumpida por la luz que emana de la figura del Niño Jesús. De esta manera, el pintor intenta representar que en el momento de la alumbramiento de Jesucristo es cuando el Mundo conoce la Luz Divina, y presenta al Niño como foco de luz que guía a la humanidad en su camino hacia la Verdad. En este lienzo también se aprecian escorzos típicos del pintor, como la original intrusión de la cabeza retorcida del buey en primer plano bajo los pies de María, que enfatiza aún más la idea de que estos cuadros fueron realizados para ser visto desde abajo.
El san Ildefonso del Greco en un retablo lateral
- Dentro del Santuario de Ntra. Sra. de la Caridad de Illescas se conserva también una de las grandes obras maestras del pintor, el lienzo de San Ildefonso. Es probable que este cuadro no estuviera dentro del contrato de 1603, sino que fuera anterior, ya que no se hace mención de él en los documentos. Lo que sí parece bastante claro es que este lienzo se diseñó para estar en el lugar que hoy ocupa. La escena que aquí se representa le sirve a El Greco para enfatizar la figura del Santo, patrón de la ciudad de Toledo y un personaje bastante magnificado en esta época por los artistas. Además, intenta relacionar el tema del cuadro con el sitio donde lo va a colocar, ya que según cuenta la tradición, fue San Ildefonso el que trae a la villa de Illescas la imagen de la Virgen de la Caridad, que él poseía en su oratorio catedral mientras fue arzobispo de Toledo.
- El Greco muestra al santo de una manera bastante novedosa, si hasta este momento la escena que más se representaba de la vida de San Ildefonso era la de la Imposición de la Casulla a manos de la Virgen, aquí El Greco innova, presentándonos al santo dentro de una escena más íntima e intelectual: sentado en su oratorio de la Catedral de Toledo, en actitud de escribir, quizás los tratados en defensa de la virginidad de María que le hicieron tan famoso, y buscando la inspiración en una imagen de la Virgen que él tenía en su oratorio y que probablemente era la Virgen de la Caridad de Illescas. Por tanto, El Greco pone como inspiradora de los tratados de San Ildefonso a la imagen de la Virgen de la Caridad, apoyando el discurso contrarreformista sobre la virginidad de María.
- En este cuadro el pintor lleva hasta su tiempo la escena colocando al personaje en un escenario típico del siglo XVI. Destaca la captación del terciopelo rojo de la mesa y la luz intimista que se observa en el cuadro con la utilización de colores muy matizados para acompañar la atmósfera.
Categorías: Cuadros de El Greco | Pintura religiosa | Cuadros del siglo XVII
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