- Clemencia (novela)
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Clemencia es una novela del político mexicano Ignacio Manuel Altamirano. En ella retrata el lenguaje popular, el paisaje, las tradiciones, y las situaciones genuinas que constituían la Guadalajara de ese entonces.
Trama
En esta novela contada en forma de "relato" y ambientada en la Guadalajara mexicana del siglo XIX, en el momento de la invasión francesa de México.
El "doctor L..." relata a sus comensales una acerca de dos citas de Hoffman escritas por un tal Fernando Valle poco antes de ser fusilado. El comandante Enrique Flores era un joven de buena familia, guapo, y tenía la cualidad de ser muy simpático, era el favorito de su jefe y era muy querido por sus soldados. Así mismo, era irresistible a las mujeres, era un seductor, y era tenía una buena suerte como nadie.
El comandante Fernando Valle, era todo lo contrario a Flores, cuya apariencia era un tanto pálida y enfermiza, para algunos repugnante. Era reservado, frío, y antipático para todo el mundo, sobre todo para las mujeres.
Cuando llegó el batallón a Guadalajara, Valle fue a visitar a una tía y prima que tenía en la ciudad, llegó de allá muy emocionado lo que era raro en él. Enrique, le preguntó la razón de su felicidad, a lo cual le contestó que había visto a su prima, quien era una bella señorita, Fernando claramente se encontraba atraído por ella. Enrique inmediatamente le preguntó cuando la podría conocer, y Fernando, quien sentía un tanto de agrado hacía Enrique, accedió a llevarlo.
Ya en la casa de su prima, se encontraron a la tía, Mariana, quien estaba acompañada por una amiga de Isabel, una linda muchacha morena, de cabellos negros. Posteriormente, Fernando presentó a su prima Isabel a Enrique, e Isabel hizo lo mismo con su amiga Clemencia. Las jóvenes cautivadas por la belleza de Enrique no podían contener sus miradas de interés, mientras que Fernando se encontraba conversando con su tía, pero no dejó de observar el interés de las jóvenes por Enrique. Al fin, se retiraron los jóvenes.
Después, las mujeres conversaban sobre Fernando y Enrique, señalando la apariencia enfermiza de Fernando, a la que Clemencia argumentó que no le parecía tan repulsiva como a Isabel. Y pasando a Enrique, ambas halagaban su elegancia y caballerosidad. De esto, surgieron las sospechas que ambas encontraban encantador a Enrique, y tal vez de ahí podría surgir alguna rivalidad entre ellas.
Mientras que los dos amigos al caminar comentaban sobre la visita a aquella casa. Fernando escuchaba como su amigo se expresaba diciendo que el no tenía corazón, de cómo las mujeres por naturaleza acaban con la fuerza del hombre, y Fernando, siendo un romántico, se encontraba espantado ante las cosas que su amigo decía. Al oír Fernando hablar a Enrique sobre la hermosura de su prima y de cómo le gustaría conquistarle, Valle palideció, lo que delató sus sentimientos hacía su prima. Sin embargo, Enrique que comprendió esto, le dijo que tenía el camino libre para conquistarle y que el se conformaría con la linda morena, Clemencia. Fernando comprendía que sólo así libraría a su prima de las garras del insensible conquistador que era Enrique.
A la tarde del día siguiente, al llegar de nuevo Fernando y su amigo a la casa de Isabel, está los recibió con cierta timidez, que no había mostrado el día anterior. Más tarde llegó Clemencia, saludo a todos en la sala, y Enrique comenzó una plática sobre la sociedad en México, que las tenía atentas. Mientras que Fernando quedaba olvidado. Clemencia sugirió que Isabel tocará el piano, pues lo hacía excepcionalmente, Isabel se sintió avergonzada, pero Clemencia se ofreció a tocar primero, si estaba bien con ella. Enrique acompañó a Clemencia, y ante la melodía que la morena tocaba, Enrique se encontraba extrañamente dominado, pues la melodía expresaba los sentimientos de Clemencia. Fernando no tardó en mirar la expresión de celos y angustia de su prima que claramente estaba enamorada de mi cola.
Al finalizar Clemencia, Isabel se dirigió al piano a tocar una melodía también. Mientras tocaba, Enrique se inclinó hacia ella y le dijo algo al oído, lo que la hizo turbarse e interrumpir la melodía por un momento, pero luego continuó y finalizó la pieza. Enrique no cesaba de halagar el don de Isabel, quien se negaba a aceptar el cumplido. Al momento de despedirse, se notaba la afinidad que había entre Enrique e Isabel, y no hubo para Fernando más que una mirada fría de Isabel. Clemencia, por el contrario, se despidió de Enrique amablemente, pero con indiferencia, mientras que a Fernando le extendió la mano y Clemencia le dio una mirada tan poderosa que el pobre joven se turbó, además le dijo dulcemente “Hasta mañana, Fernando”.
Al salir, Enrique comentó lo equivocados que estaban al haber hecho el acuerdo, y le dijo a Fernando que Isabel claramente no estaba interesada en él y que debía el poner atención en Clemencia. Fernando pasó la noche pensando en Clemencia y el recuerdo del amor que sentía por Isabel, se fue desvaneciendo.
Al día siguiente en casa de Clemencia hubo una reunión, durante ésta, Clemencia buscaba tema de conversación con Fernando, a quien le era nuevo la experiencia de una conversación amena con una mujer joven. A la hora de sentarse a la mesa, quedaron de frente las dos parejas. Estaban sirviendo el vino cuando de repente Fernando vio una mirada de celos que Clemencia dirigía su amiga Isabel, tan rápida como un rayo, pero inmediatamente Clemencia cuestionó a Valle sobre las flores, y ofreció regalarle una como recuerdo. Clemencia llevó a Fernando al corredor para darle la flor y la puso en ojal de su levita. Fernando le confesó que al principio creía que era sólo un juguete para acercarse a Enrique, Clemencia desmintió tal cosa.
Al terminar la reunión, el coche de Clemencia llevó a Mariana e Isabel a su casa, e Isabel le confesó que era muy feliz. Al llegar a su casa, Clemencia exclamó que como podía Isabel haberle ganado, y luego pensó con remordimiento el mal que había hecho al jugar con el corazón de Fernando, pensó y se arrepintió de haberle dicho tantas cosas falsas. Y se propuso conseguir el amor de Enrique.
Isabel va a visitar a su amiga Clemencia y le dice lo feliz que está, pues Enrique quería hacerla su esposa, pero Clemencia, ya sea por conveniencia o por buena amiga, le decía que no se confiará de las promesas que hacen los hombres, e Isabel se asustaba al oír a su amiga hablarle así, pues se encontraba profundamente enamorada de Enrique. Isabel le preguntaba que como iban las cosas con su primo y Clemencia respondió que él se encontraba enamorado de ella y que lo encontraba como una alma generosa y elevada, que le agradaba.
Dos semanas después Isabel llamó a Clemencia para que fuera a su casa, ésta la encontró llorando en la más profunda tristeza, le confesó que Enrique le había dicho que faltaba poco para irse de la ciudad y le pedía que se fuera con él y abandonara a su madre o que le diera la prueba más grande de su amor para irse tranquilo, sabiendo a lo que se refería, Isabel lo corrió de su casa, y sintió morir en ese instante. Clemencia le dijo que había hecho lo correcto, pero Isabel confesaba que aún los seguía amando.
La fiesta de Navidad sería en la casa de Clemencia, a la hora de ir a bailar Enrique llevó a Clemencia, quedando Fernando solo, pero este tenía miedo que algo ocurriera entre su amigo y su amada, pues Enrique le había prestado visitas a Clemencia en las últimas semanas. Se quedó junto a una puerta que daba al corredor. De repente escuchó que dos personas se acercaban, eran Clemencia y Enrique, escuchó como Clemencia le daba a Enrique un retrato y cabello, que éste le había pedido. Fernando sintió desfallecer, pues lo más horroroso le había sucedido. Al notar su ausencia, fueron a buscarlo y lo encontraron exaltado. Fernando pudo controlar su rabia, y al retirarse le cogió a Flores por el brazo y le dijo “Mañana”, en señal de desafío. Clemencia se encontraba alterada pues sabía que lo que iba pasar había sido provocado por ella.
Sin embargo, Enrique acusó a Valle con el general, quien lo reprendió por tal desafío en tiempo de guerra. Fue hecho prisionero, hasta que el batallón salió de Guadalajara. Pensaba que no le quedaba otra opción más que el suicidio, pero el Doctor le convenció que existían mejores formas. Así que decidió dejarse morir en la primera batalla.
Al aproximarse los franceses a Guadalajara, algunas familias se fueron, hacia Colima que estaba defendida. Iba pues, el carruaje de la familia de Clemencia, junto con Mariana e Isabel, camino allá, cuando un bache en el camino terminó por voltear el carruaje y rompió una de las ruedas, al no poder seguir a pie, mandaron a un sirviente por ayuda, o un carruaje nuevo o un carpintero.
El sirviente fue detenido más adelante por una tropa que venía, lo llevaron con el comandante, a quien explicó la situación, era Fernando Valle. Así pues, Valle dejó su tropa para dirigirse a la ciudad a pedir un carruaje a un amigo suyo para que la familia de Clemencia pudiera continuar. Ya consiguió el carruaje y le dijo al cochero que no recibiera gratificación de la familia, y le pagó con tres onzas y un reloj de oro. Como su caballo estaba desfalleciendo, le dijo al sirviente que le vendiera el caballo de su amo, este accedió y se fue en el carruaje. Fernando regresó a su tropa y siguió su camino.
Vio el padre de Clemencia el carruaje, y el mozo le dijo que una comandante lo había conseguido y que no le pagara al conductor. Clemencia afirmaba que tenía que haber sido Enrique, que no había duda. Vieron pasar un tropa a lo lejos y asumiendo que era Enrique, se preguntaban por qué no habría querido que lo vieran.
Flores fue ascendido y pidió ser mandado a Guadalajara, y se le concedió, pasó a ser jefe de Valle, quien se disgustó al enterarse, pero se presentó a disponer de sus órdenes. Cuando Flores se enteró de que Fernando había dejado su tropa y se fue con un correo de Guadalajara, quiso sacar ventaja y lo acusó de traición. Pues le estorbaba para sus futuros planes. Al recibir la noticia Valle, fue escoltado hasta Zapotlan donde se vería con el general.
Camino a Zapotlan vio a unos mozos que iban con unos caballos de parte del señor R... (padre de Clemencia), y preguntaban por el coronel Flores. Les respondió, y cada cual continuo por su camino. Llegaron los mozos donde Flores y le entregaron los caballos y junto con éstos una carta de agradecimiento, Enrique comprendió entonces porque Fernando había dejado sus tropas. Ahora temía que su falsa acusación se descubriera, y que aquella familia le descubriera y que Clemencia sintiera simpatía por aquel pobre diablo.
Valle se presentó ante el jefe del ejército y fue cuestionado por las acciones de que se le acusaba, Fernando lo negó que fuera un traidor y explicó lo que en realidad había sucedido, el jefe del ejército comprendió que había sido Valle y no Flores quien había conseguido el carruaje para el señor R...
Terminando de explicar sus acciones, Fernando dio informe a su superior de que había encontrado a un correo de Flores, llevando un pliego al enemigo, el general M... Valle le entregó el pliego, y en éste venían las órdenes reservadas del ejército liberal. Acusando a Flores de traidor. El correo confirmó todo y mandaron arrestar a Flores. Y fue llevado a Colima para ser enjuiciado. Las pruebas lo declaraban claramente culpable y fue sentenciado a muerte por traidor. Desafortunadamente, Fernando quedó a cargo de custodiar al reo Flores, y casi se le obligaba a vengarse de su enemigo. Al acusarlo Valle hizo lo correcto pues era un traidor, pero no quería ser el verdugo que lo llevara a su muerte.
Al enterarse, la familia de Clemencia se volvió desesperada y hacía lo que podía para evitar la ejecución, el señor R... ofrecía la mitad de su fortuna, por los deseos de su hija, pues sabía que si no lo hacía ella era capaz de darse a la muerte.
Clemencia no concebía la idea de que Enrique fuera un traidor, esto tendría que ser una calumnia, y al enterarse que fue Valle quien lo acusó. Comprendió que su amor era la causa de la desgracia de Flores, pues la rivalidad entre ellos había llevado a esto. Así, pensó lo más malvado y vil de Fernando, lo llamaba infame y calumniador, lo despreciaba con toda su alma. Todo el asunto de la próxima muerte de Enrique, revivió la llama en el corazón de Isabel, a quien no le importó que no era amada, pero sufría con tanta pena su desgracia.
Clemencia fue a ver su amante, acompañada por su madre e Isabel, les dijeron que Valle estaba a cargo y éste otorgó el permiso para que pasaran. Enrique, desesperado, le pedía por un veneno, para evitar la vergüenza de ser fusilado, mientras que Clemencia le decía que su padre conseguiría el indulto. Al salir de la celda Clemencia se dirigió hacia Valle y le reclamó con un desprecio supremo el haber calumniado a su amante, le llamó infame, cobarde. Al salir las mujeres, Fernando vacilaba en desplomarse porque aquellas palabras le habían herido en lo hondo.
Enrique velaba en su celda, asustado, abatido. Pues no era de esos hombres que no le temen a la muerte, no tenía rasgo de valor. De repente alguien se acercaba a su celda, era Fernando Valle. Venía Fernando a librarle de su prisión, no sin antes aclararle que no era él, sino su traición la que lo había llevado hasta ahí. Quería que viviera para que amara a Clemencia y fueran felices. Él sabía que después de ayudarle a escapar, tomaría su lugar en la ejecución. Le dio indicaciones, se intercambiaron ropas y Enrique huyó a la casa de Clemencia.
En casa de Clemencia, lo oyeron llegar y Clemencia e Isabel se emocionaron al verlo. Enrique les dijo que Fernando era quien lo había ayudado a escapar. Pidió que le ensillaran un caballo y dijo que se dirigiría a Guadalajara, pues solo ahí estaría seguro. Enrique les confesó la verdad, que había colaborado con los franceses. Al despedirse, Enrique iba a abrazar a Clemencia, pero ésta le rechazó por traidor, y farsante. Todo el amor que alguna vez sintió por él se convirtió en odio y desprecio. Pensó en el pobre Fernando, a quien había maltratado injustamente y se dio cuenta que a Enrique lo condenaba su crimen, pero a Fernando ella lo mataba.
Más tarde, llegó una carta de su padre donde decía que había logrado cambiar la mitad de su fortuna por la vida de Enrique, pero ya era demasiado tarde. Cuando llegó el padre de Clemencia, le dijeron lo que había sucedido, además el señor R.. se había enterado que no fue Flores sino Valle quien había conseguido el carruaje. Así, dijo que ofrecería la mitad de fortuna que le quedaba por salvar la vida del muchacho noble.
La orden del general había llegado era la sentencia de muerte para Valle. También liberaba al señor R... de su compromiso y le regresaba la mitad de su fortuna ofrecida por Flores. Antes de morir, Valle llamó al Doctor y le contó la historia de su vida, pues quería que después de morir alguien le recordara. Le pidió que le entregara una carta a su padre y le dejó el caballo que había comprado del mozo del señor R..
Al día siguiente, iban las columnas de militares que guiaban la carroza donde Fernando venía al lugar donde sería fusilado, Fernando bajó tranquilo. Al mismo tiempo, otra carroza llegaba, era la de Clemencia. Había intentado inútilmente entrar en la celda de Fernando para pedirle perdón de rodillas por todo. Decidió hacerlo en la ejecución. Clemencia intentaba pasar entre la multitud, pero todos parecían impedirle el paso. Gritó y la muchedumbre le abrió pasó, pero faltaba una fila de soldados por pasar, se encontró de frente a él, y quiso gritar para llamar la atención de su última mirada, pero no pudo, pues se encontraba congelada. Se oyó la descarga y Fernando cayó muerto. Clemencia se desmayó, su padre la llevó al carruaje, después se dirigió al cadáver y le cortó un mechón de cabellos que guardó. Cuando Clemencia despertó, ya en su casa, su padre le entregó el mechón y dijo que a Fernando es a quien debería haber amado y soltó el llanto. La familia del señor R.. dio sepultura al cuerpo de Fernando Valle con la adoración de un mártir.
El Doctor cumpliendo los deseos de Fernando, llevó a la familia de éste la carta del difunto, era el cumpleaños del padre, había un desfile en la calle del ejército francés y entre sus filas se podía ver a Enrique Flores sonriendo coquetamente a las hermanas de Fernando. El padre abrió la carta y dio un grito de dolor “Han matado a Fernando”, su padre desfalleció, su madre se desmayó y las hermanas corrieron, aquella celebración se había convertido en sollozos y desesperación.
En cuanto a Clemencia, se metió a un convento y se hizo hermana de la Caridad, lo único que le quedaba eran los cabellos de Fernando, que atesoraba bajo su hábito.
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