- Convento de Copacabana
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El Convento de los agustinos recoletos o de Copacabana, en la ciudad de Madrid, estuvo en los terrenos ocupados actualmente por la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional, así como por diversas manzanas de viviendas.
Contenido
Historia
El convento fue fundado el 25 de febrero sobre unos terrenos de Prado Viejo que fueron cedidos por la princesa de Asculi, doña Francisca de Guzmán, a los agustinos recoletos o descalzos, orden de reciente creación tras su separación de los agustinos calzados. Éste fue el cuarto convento que los recoletos tuvieron en España.
En primer momento, los agustinos ocuparon las casas allí existentes. Más tarde, a principios del siglo XVI, comenzaron las obras del nuevo convento, que concluyeron en 1620.
Además de los terrenos cedidos por la fundadora, los monjes compraron a lo largo de la primera mitad del siglo huertas colindantes, ampliando notablemente la extensión del convento.
Las obras fueron encargadas a Luis de Valladolid, aunque según algunos autores participaron en su diseño fray Juan de Nuestra Señora de la O y su hijo, fray Lorenzo de San Nicolás, ambos hermanos de la orden.
En 1837 los monjes fueron expulsados y el convento desamortizado. Fue el propio Mendizábal quien lo compró en pública subasta. Poco después fue derribado.
Descripción
El monasterio
Las dependencias conventuales, tales como refectorio, celdas, enfermería, etc. estaban distribuidas en torno a dos patios. A su alrededor se extendía la amplia zona de huertas.
El templo
La fachada principal se estructuraba verticalmente en calles, correspondientes a los cinco arcos de medio punto que servían de acceso a la iglesia. Un frontón triangular con óculo central remataba el conjunto.
La iglesia presentaba la planta característica del Barroco español: planta salón, de una sola nave con capillas laterales cerradas que conformaban espacios casi independientes del resto.
Entre ellas, hay que destacar la Capilla de Nuestra Señora de Copacabana, que albergaba la imagen de la patrona de Perú traída por fray Miguel de Aguirre en noviembre de 1662. A diferencia del resto, no fue concebida con enterramiento para nobles, sino como un lugar de recogimiento para la comunidad. Llegó a tener tal importancia que acabó dando nombre al convento. El exterior de la capilla se decoró con pinturas de Herrera el Mozo, Sebastián de Llanos y Valdés y Juan de Arellano, y en el camarín de la virgen obras de Lucas Jordán, el Greco y Luisa Roldán, La Roldana.
Enlaces externos
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