- Cruz de Caravaca
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Cruz de Caravaca
La Santísima y Vera Cruz de Caravaca es un "lignum crucis", es decir, un fragmento de la verdadera cruz en la que Jesucristo fue crucificado. Se conserva en un relicario con forma de cruz patriarcal de doble brazo horizontal (de 7 cm el superior y de 10 cm el inferior) y de uno vertical (de 17 cm) que se exhibe en la Basílica del Real Alcázar de la Vera Cruz en Caravaca de la Cruz (Región de Murcia, España).
Según la leyenda, la Cruz –originalmente perteneciente al primer patriarca de Jerusalén tras la conquista de la ciudad a los musulmanes– fue milagrosamente traída al castillo santuario de Caravaca por dos ángeles, los cuales también forman parte de la imaginería que compone la cruz.
Dominaba entonces en la taifa de Murcia el reyezuelo Benahud, quien extendía su poder por gran parte de El Andalus. Como llegase a Caravaca una partida de cautivos cristianos, el reyezuelo preguntó al clérigo Ginés Pérez Chirinos, que venía entre ellos, cuál era su oficio. Respondiendo éste que lo suyo era celebrar misa, el reyezuelo mandó se aparejara lo necesario para satisfacer su curiosidad sobre el ritual cristiano. Al decir el sacerdote que precisaba de un crucifijo para tal menester, aparecieron dos ángeles que, transportando el relicario con el lignum crucis, lo colocaron sobre el improvisado altar. La milagrosa aparición hizo que el reyezuelo y toda su corte se bautizaran. Once años después de la aparición de la Santa Cruz, el reino murciano pasó al vasallaje del rey castellano Fernando III el Santo (1243-1244). La Cruz sirvió de bandera y talismán contra ulteriores ataques musulmanes, en especial los llevados a cabo por Alhamar el Nazarita, rey de Arjona y Granada. Con ello, Caravaca se consolidaría como bastión de la frontera hispano-árabe.
La devoción a la Cruz de Caravaca fue extendida por todo el orbe cristiano –incluidas Polonia, Francia, Alemania, Inglaterra, etc.– merced a la Compañía de Jesús. En partes de América la Cruz es usada en rituales de santería, vudú, candomble, palo y otros ritos sincréticos, principalmente entre descendientes de esclavos. La Iglesia reprueba dicho uso. Durante la invasión napoleónica, la Cruz permaneció oculta por miedo a la rapiña que caracterizó a las salvajes tropas francesas. La Cruz fue objeto de robo sacrílego en 1934. Los ladrones sólo hurtaron la sagrada astilla, dejando abierto el relicario cruciforme. Jamás se descubrió la autoría del hecho. Tras la guerra civil española, Pio XII concedió a Caravaca un nuevo lignum crucis (procedente asimismo de la cruz original de Jesús de Nazareth). Era el año de 1945. La ciudad celebró con grandes fiestas el restablecimiento de la reliquia.
La ciudad de Caravaca de la Cruz celebra con fervor las fiestas en honor a su patrona y guardiana, La Vera Cruz de Caravaca del 1 al 5 de mayo, reproduciendo con actos, procesiones, desfiles de Moros y Cristianos, el pasado medieval y religioso de la ciudad, así como la mañana de Los Caballos del Vino el día 2 de mayo, rememorando la leyenda de la rotura del sitio musulmán en la fotaleza cristiana por unos caballeros templarios dada la necesidad de bebida potable, estando los pozos contaminados por los sarracenos. Cuentan estos hechos que al no haber encotrado agua, llevaron a la fortaleza unos pellejos de vino, atados a un caballo rompieron el cerco moro y, ya a salvo, ese vino fue bendecido por la Cruz y hechado a los pozos, descorrompiendo el agua y dejandola acta para el consumo. Esta tradicion se rememora todos los dias dos de mayo cuando las peñas caballistas caravaqueñas engalanan un caballo y eligen a cuatro representantes para correr una singular carrera en la cuesta de acceso al santuario de la Vera Cruz atestada por gente de todas partes de la geografia mundial.
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