- Dolor vital
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Dolor vital
Según Schopenhauer, la vida es dolor, y el dolor vital sólo se puede evitar renunciando a la vida misma. La voluntad humana, es voluntad de vivir, es decir, de satisfacer todos nuestros apetitos. En este sentido, la voluntad es deseo y sólo se desea aquello que no se tiene. Al ser la vida voluntad, es inevitablemente dolorosa, ya que se convierte en esfuerzo constante por satisfacer nuestros deseos. Ni siquiera la satisfacción de éstos evitaría el dolor, pues cuando dejasen de aguijonarnos nos asaltaría el hastío, y éste puede ser, incluso, más insoportable que el dolor. La vida es, por tanto, un vaivén del dolor al hastío y del hastío al dolor. La única alternativa al dolor, según Schopenhauer, es la renuncia a la vida, la destrucción de la voluntad. El remedio que propone Schopenhauer es el ascetismo, el desprecio de la vida, la indiferencia ante todo. Sólo a través del ascetismo es posible alcanzar la serenidad y tranquilidad, y oponerse al inevitable dolor de estar vivos. Para Schopenhauer, en la línea budista, la renuncia y la superación del Deseo es la única salida, pero exige una lucha constante, jamás se logra eliminar a la Voluntad desbocada, solo se logra controlarla más o menos. Todo lo que es ‘individual’, o sea sometido al tiempo y espacio, está en la imperfección y el dolor. Solo superando lo particular y elevándose a lo ideal, se logra evitar deseos y decepciones. La consecución de un deseo trae solo un placer inmediato y temporal, pero es absolutamente incapaz de durar y siempre es seguido de otro deseo insatisfecho, o peor, queda relegado por un dolor real nuevo.
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