Se llamaban ergástulos a la prisión donde encerraban a los esclavos en la Antigua Roma. Al prisionero allí encerrado se le llamaba ergástulo.

En la Antigua Roma, durante el Imperio, era costumbre reducir a la condición de esclavos a los prisioneros de guerra que generalmente eran vendidos a los mercaderes que seguían a los ejércitos en sus expediciones militares. Estos mercaderes, con el fin de asegurar su mercancía humana, encerraban a los prisioneros en lugares subterráneos llamados ergástulos (ergastula). Muchos de los prisioneros que se rebelaron contra semejante yugo fueron castigados corporalmente, siendo encerrados en departamentos más reducidos o ergástulos propiamente dichos.

Muchos esclavos, principalmente de origen celta y galo, fingían someterse, para luego rebelarse y aun asesinar a sus dueños. Por esto los patricios ricos que tenían esclavos, encerraban durante la noche a los que no les inspiraban confianza.

Los ergástulos dieron origen a muchos a muchos abusos por parte de los patricios y ciudadanos ricos, hasta el punto de que fueron encerrados en ellos muchos hombres libres para satisfacer venganzas personales u obligarles a trabajar en provecho de los secuestradores. Para evitar tales abusos se crearon unos funcionarios encargados de vigilar los ergástulos. Estos fueron desapareciendo paulatinamente de las ciudades, pero aun continuaron en los campos y los hubo, por cuenta del Estado, en las colonias agrícolas. A ellos iban a parar los esclavos díscolos, los prisioneros de guerra que no habían podido ser vendidos y los hombres libres que delinquían. Así las colonias agrícolas eran también penitenciarías. No obstante la vigilancia ejercida, continuaron existiendo ergástulos en muchas casas patricias.

Al realizarse excavaciones en Pompeya se han encontrado lugares de esta clase, de cuyas paredes pendían cadenas y argollas para asegurar a los prisioneros. La palabra ergástulo significó también por extensión el conjunto de criados y esclavos de una casa.