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Agatángelo
Capilla de San Agatángelo en Santa María de ElcheNacimiento Illici Fallecimiento 323
AncyraVenerado en Iglesia Católica Festividad 23 de enero (santoral oficial), 3 de febrero en Elche. Patronazgo Elche San Agatángelo, diácono y discípulo de San Clemente, fue martirizado, en tiempos del emperador romano Diocleciano.
Según la tradición hispana nació en la colonia romana de Illici, antigua Elche. Conoció a Clemente cuando ambos estaban encarcelados en Roma, quien lo bautizó y lo nombró su diácono.
Habiendo sido liberados, bautizaron a muchos romanos y fueron aclamados por las multitudes. Arrestados nuevamente, fueron devueltos a Ancyra (actual Ankara), donde sufrieron martirio por lapidación. Posteriormente fueron enviados a la ciudad de Amasea, donde el procónsul Domecius era conocido por su crueldad.
Cuando Clemente partió de nuevo hacia Ankara, Agatángelo lo acompañó de nuevo. Allí ambos sufrieron martirio, hasta que fueron decapitados a espada.
Leyenda apócrifa
Según el jesuita Delehaye, en Las leyendas hagiográficas, en el Medioevo se conocía un mito que hablaba del martirio de Agatángelo y Clemente:
Los verdugos colgaron a Clemente, desgarraron su carne con dientes de hierro, le golpearon con piedras sus labios y mejillas; lo ataron a una rueda, lo golpearon con palos y lo cortaron horriblemente con cuchillos; le arrojaron picas a la cara, le rompieron las mandíbulas, le arrancaron los dientes y le aplastaron los pies con cadenas de hierro. Luego azotaron a ambos mártires y los suspendieron de una viga; chamuscaron sus cuerpos con antorchas y los arrojaron a las bestias salvajes. Les metieron hierros al rojo vivo bajo las uñas, los enterraron en cal viva y los dejaron así durante dos días. Después les arrancaron fragmentos de piel y los volvieron a azotar. Los pusieron sobre grillas de hierro calentadas al blanco vivo; los arrojaron a un terrible horno donde quedaron por un día y una noche. Una vez más les arrancaron la piel con ganchos de metal; luego armaron una especie de trilla y la arrojaron contra sus dientes. A Agatángelo le arrojaron plomo fundido sobre la cabeza; lo arrastraron por el pueblo con una piedra atada al cuello y lo apedrearon. Sólo a Clemente le perforaron las orejas con agujas al rojo vivo, lo quemaron otra vez con antorchas y le golpearon la cabeza con un palo. Después de recibir cincuenta azotes durante varios días seguidos, los decapitaron a los dos.
Hippolyte Delehaye (1905)Bibliografía
- Delehaye, Hippolyte (estudioso jesuita): Las leyendas de los santos. 1905.
- * Joan CASTAÑO I GARCIA. "Sant Agatàngel, sant il·licità?", La rella, 14 (2001), p. 57-74. (en catalán)
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