- Francisco Hernández Girón
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Francisco Hernández Girón
A Hernández Girón se le puede considerar el prototipo de la inconformidad. Al principio, fue leal a la Corona y peleó en las filas reales, obtuvo excelente recompensa por sus acciones y vivía descansadamente, pero la ambición de poder lo llevó a enfrentarse al Poder Real y esta equivocada decisión lo llevó a perder la vida deshonrosamente.
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Biografía
El capitán Francisco Hernández Girón, había nacido en Cáceres y no se conoce el nombre de sus padres, ni otros pormenores de su vida. En su juventud estuvo al servicio de un caballero extremeño del que se separó en 1535 para irse a Panamá con el capitán Felipe Gutiérrez a participar en la conquista centroamericana. El proyecto panameño de Gutiérrez fracasó y decidió pasar a Perú a donde le acompañaba el joven Hernández Girón.
Una vez en tierras peruanas, en 1538 Hernández Girón formaba en las fuerzas de su pariente el capitán Lorenzo de Aldana con el que marchó a Quito para expulsar a Sebastián de Belalcázar de aquella gobernación. Posteriormente se alistaba en las huestes del capitán Juan de Ampudia para el sometimiento y pacificación de los indios “paeses”, donde sería herido por tres veces.
Decisión equivocada
Cuando en 1544, llegaba a Lima el virrey Blasco Núñez Vela para hacer cumplir las Leyes Nuevas, los españoles se alzaron contra las disposiciones que traía el funcionario real, ya que además de ser lesivas para los intereses de los afincados en el territorio americano, el virrey era de carácter severo y caprichosamente ejerció su cometido provocando una revolución de fatales consecuencias que soliviantó a los residentes peruanos
La Audiencia tuvo que tomar cartas en el asunto y viendo que las protestas y disturbios tomaban mal cariz, determinó destituir al virrey y enviarlo de regreso a España. Por otro lado, para poner remedio a los abusos de Núñez Vela, los españoles descontentos de Perú, nombraron por caudillo a Gonzalo Pizarro.
Los funcionarios de la Real Audiencia metieron al virrey en un barco y lo mandaron a Panamá, pero a mitad de camino lo dejaron libre y el obstinado funcionario en vez de irse a España y olvidarse de su misión, tomó la decisión equivocada de devolverse para enfrentar la situación, improvisando una desmañada hueste.
En su vuelta hacia Lima, Núñez Vela desembarcaba en Túmbez y hasta Quito iba formando un pequeño ejército. En Quito, Hernández Girón le ofrece sus servicios y el virrey lo nombraba capitán de una compañía de piqueros. Pero las mesnadas de los inconformes ya lo estaban aguardando y se originó la batalla de Añaquito comandada por Gonzalo Pizarro, donde las fuerzas del virrey eran vencidas y Núñez Vela decapitado.
En esa batalla, Hernández Girón intervino a favor del virrey y caía prisionero, pero tuvo la suerte de ser perdonado por Gonzalo que lo puso en libertad. Y agradecido por este gesto, Hernández Girón pasaba a su servicio e intervenía militarmente al lado del caudillo en todo el proceso de la rebelión pizarrista. Al morir Gonzalo Pizarro, Hernández Girón se refugió en Cuzco y fue uno de los más fuertes opositores a la aplicación de las Leyes Nuevas.
Disconformidad y alzamiento
Hernández Girón, aunque disfrutaba de una excelente encomienda en Cuzco, siempre consideró que sus servicios a la Corona no eran bien pagados. Esta presunción, su oposición a la aplicación de las Leyes Nuevas y su desilusión de no haber acertado en la elección de su futuro castrense, lo llevaron a cometer el delito de rebelarse contra la Corona.
Apoyado por los inconformes y llevado de su osadía, Hernández Girón presentó un escrito al corregidor de Cuzco para que abandonase la ciudad, pero el funcionario hizo caso omiso a los requerimientos del rebelde y rompió el memorial sin leerlo, y en la noche del 12 de noviembre de 1553 Hernández Girón declaraba abiertamente su oposición a la Corona, prendía al corregidor mientras los rebeldes arrasaban su casa y se lo llevaban detenido hasta Lima.
Hernández Girón había juntado un ejército de 900 hombres para dirigirse a Lima. La Real Audiencia, noticiosa de este desafuero también armaba otro ejército al mando de Pedro de Meneses, que no consiguieron vencer a las fuerzas de Hernández Girón. La real Audiencia no desistió del intento, pero el rebelde rehizo sus efectivos y nuevamente se enfrentó a las fuerzas reales del mariscal Alonso de Alvarado y las vencía en la batalla de Chuquinga.
Las autoridades de Lima y el pueblo peruano ya habían sufrido bastantes descalabros con el alzamiento de Gonzalo Pizarro y no deseaban verse envueltos en más discordias fraternas, promovidas por los descontentos que seguían pensando en abolir las Leyes Nuevas y la Real Audiencia volvió a intentar cortar las aspiraciones del nuevo rebelde.
Esta vez acertaban las autoridades y en la batalla de Pucara salían derrotadas las fuerzas de Hernández Girón. Este, logró escaparse pero a los pocos días era detenido y llevado a Lima. Era condenado a muerte y que su cabeza fuera clavada en la picota, sus casas derribadas y sembradas de sal. Cumplidos los trámites, era ejecutado en los primeros días de diciembre de 1554.
Sin pena ni gloria
Hernández Girón, se había casado con doña Mencía de Almaraz y Sosa, hija de Alonso de Almaraz y de doña Leonor de Portocarrero. Después de muerto el rebelde, su esposa y su suegra fundaron el convento de la Encarnación de Lima y ambas ingresaron en el donde ambas también, fueron prioras de aquella santa casa. Esposa y suegra, hicieron penitencia el resto de sus vidas para salvar el alma de aquel rebelde que por su desatinado proceder murió sin pena ni gloria.
Bibliografía
- ”La epopeya de la raza extremeña en India”, Vicente Navarro del Castillo, ISBN 84-400-5359-2
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