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Joaquinitas
Los Joaquinitas, Joaquinistas o Espirituales, eran los seguidores del Abad Joaquín de Fiore, iniciador de un movimiento heterodoxo surgido en el siglo XII, que proponía una observancia más estricta de la Regla franciscana. Esta época se considera como una de las más penosas para la Orden Franciscana.
Contenido
Precedentes
La Orden Franciscana quedó jurídicamente constituida en 1209. El Padre Juan Parente había logrado de Gregorio IX, en 1220, la declaración de que el testamento de san Francisco de Asís, no tenía carácter de obligatoriedad, pero sí la Regla.[1]
Previamente, habían surgido dos tendencias de la interpretación de la Regla respecto del inciso de «no hacer glosas»: Mientras unos entendían «sin glosa, a la letra», los llamados Espirituales entendían «sin glosa, razonablemente», afanándose en la libertad espiritual para guardar la Regla de manera más estricta, porque creían que el espíritu de la Regla era practicarla «sin glosas». Este fue el origen de las luchas.
Los Espirituales
Mientras los Papas buscan fortalecer la unidad con las interpretaciones que dan a la Regla, el descontento crece entre la Comunidad, que proponen una observancia más benigna, y los llamados Espirituales, que luchan denodadamente para que se les permita observar con libertad la Regla interpretada a su manera.[2]
El abad Joaquín de Fiore (calabrés 1145‑1202), profeta muy audaz, por la naturaleza de sus predicciones, que en sus obras expone la decadencia de la Iglesia, fue el más peligroso de los heresiarcas, aunque el más dulce por la gracia infantil de su leyenda. Hombre de acendrada piedad, aunque de escasos conocimientos teológicos, muy poco aprecio por la Escolástica y el Derecho Canónico, y dotado de una imaginación exaltada, predecía la regeneración de la Iglesia, la cual, mediante la aparición de nuevas órdenes religiosas alcanzaría su "tercera edad" del espíritu. Dante lo situa entre los grandes místicos cristianos. En algunas regiones de Italia se le invoca y venera.
San Buenaventura asestó un duro golpe a los joaquinistas, encarcelando a los principales seguidores.
Espirituales más representativos
Los principales representantes del grupo denominado los Espirituales fueron:[3]
- Pedro Juan Olivi (+ 1298), Lector en París y después en Florencia. Hombre de santa vida y uno de los más grandes doctores de la Orden, que en Avignón tomó a su cargo la defensa de los Espirituales quienes le veneraban como a su profeta, y depuró en parte las doctrinas del Abad Joaquín.
- Ángel Clareno (+1137), quien sufrió muchas pruebas y persecución por sostener obstinadamente sus doctrinas. En su Historia Septem tribulationum Ordinis Minorum enaltece la memoria de los jefes de los Espirituales, interpretando con parcialidad la vida y hechos de Francisco de Asís. Durante algún tiempo los clarenistas lograron cierta autonomía, y perduraron hasta el pontificado de San Pío V.
- Hubertino de Casale (+ 1330). Persona de carácter complejo, que obraba más por pasión que por devoción. Sostuvo los ideales espirituales con hábil y fogosa dialéctica. Escribió una apología del joaquinismo: Arbor crucifixae vitae Jesu. Después de su lucha contra las relajaciones de la comunidad, obtuvo del Papa Juan XXII licencia de pasarse a los Benedictinos.
Final de los Espirituales
Las luchas relacionadas con el conflicto surgido entre los Espirituales y la Comunidad terminaron en la época de Juan XXII, siendo Ministro General de la Orden Miguel de Cesena, elegidos ambos en 1316.
Juan XXII emitió la Bula Quorumdam, el 7 de octubre de 1317, rechazando las exigencias y pretensiones de los Espirituales, con el propósito de preservar la unidad de la Orden. Posteriormente, con la Bula Sancta Romana, del 30 de diciembre de 1317, fueron condenados los rebeldes bajo sus distintas denominaciones: Fraticelos, etc. Además, con la Bula Gloriosam Eclesiam, del 23 de enero de 1318, condenaba a los últimos grupos de Espirituales afincados en Sicilia.
Pero en la Orden todavía se sucedieron varias alternativas de lucha en torno a la pobreza. Las declaraciones realizadas por el Capítulo de Perusa, celebrado en 1322, mueven al Papa a redactar la Encíclica Ad Conditorem, condendo la doctrina de los Espirituales de Perusa. Después, dictó una Orden en 1328, deponiendo a Miguel de Cesena, rebelde a la autoridad pontificia y partidario del pretendiente a la corona imperial, el príncipe Luis de Baviera.
Fue la crisis más grave de la historia de la Orden, puesto que incluso se llegó a intentar suprimir la ley básica de los franciscanos.
Seguidores actuales de teorías similares
Teorías similares son seguidas actualmente por diversos movimientos de caracter cristiano, como es el caso de los Testigos de Jehová.[4]
Notas
Referencias
Categoría: Heterodoxia cristiana
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