- Gonzalo de Ocampo
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Gonzalo de Ocampo, natural de Trujillo (Cáceres) Se desconoce la fecha de nacimiento y el nombre de sus padres pero se sabe que pasó a Santo Domingo en la expedición del gobernador Nicolás de Ovando. Ya en 1514 era un potentado e influyente personaje en la isla caribeña, y al olor de las perlas solicitó pacificar la costa de Cumaná desde donde se surtía de alimentos y agua la isla perlífera de Cubagua.
Antes de emprender este periplo militar, vendió en Santo Domingo una manada de vacas al licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, y con este dinero compró setenta y cinco indios lucayos que serían vendidos en la zona cumanesa para el rescate de las perlas de Cubagua.
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Intentos pacificadores
El proceso pacificador de los naturales ya se había iniciado en 1516 pero no se habían obtenido resultados satisfactorios. En el segundo intento de pacificar y colonizar la costa cumanesa, Ocampo se hizo acompañar de varios clérigos, ya que los soldados no eran bien vistos por aquellos territorios, puesto que su misión era dar escolta a los cazadores de esclavos.
Pero mientras los clérigos hacían su labor de evangelización volvieron a aparecer los esclavistas de las islas Antillanas, y aunque los misioneros se esforzaron en convencer a los aborígenes de que no serían nunca más molestados; estos desconfiando de su palabra, mataron a fray Francisco de Córdoba, a fray Juan Garcés y alguno de los esclavistas que lograron apresar.
Para castigar a los que se defendían de la esclavitud, la Real Audiencia de Santo Domingo despachó una pequeña armada al mando de Gonzalo de Ocampo, quien se enfrentaría abiertamente a los naturales de la zona, hasta que logró someterlos sembrando el terror en todo el litoral
Ante este atropello que se estaba produciendo con los naturales, fray Bartolomé de las Casas puso el grito en el cielo, y después de gestionar con la Corona un plan colonizador de pacifica modalidad, puso en práctica su peregrina idea. En esta curiosa expedición no irían soldados, preferentemente serían agricultores y artesanos, acompañados de sus familias, los que compondrían aquella legión pacificadora.
El proyecto de las Casas
Para completar las previsiones humanas que requerían el proyecto, las Casas recorre pueblos de Andalucía, Extremadura y La Mancha; ofrece pasaje y sustento desde que llegasen a Sevilla hasta que desembarcasen en las costas de cumanesas; además se les concederían tierras, aperos de labranza, semillas, animales de cría y auxilios complementarios por un año hasta que comenzaran a producir para sustentarse por si mismos.
La expedición sería singular, y hasta con visos carnavalescos, ya que fray Bartolomé, por su cuenta y riesgo, basado en las antiguas y prestigiosas Órdenes militares, crea una nueva: la de “la espuela dorada”. La pacificadora fuerza de choque de fray Bartolomé, estaría formada por 50 hombres que previamente serían armados caballeros. A estos singulares “caballeros”, no les sería permitido portar armas, tendrían que defenderse de las flechas y macanas indígenas con el milagroso poder de la cruz, y su guerrero atuendo consistiría en un uniforme blanco con capa y llevarían en el pecho la cruz roja de la Orden de Calatrava.
Esta generosa oferta, al principio dio sus buenos frutos, ya que en todos los pueblos hispanos los campesinos se inscribían en masa para trasladarse a las promisorias tierras que les ofrecía el iluso clérigo. En el pueblo extremeño de Berlanga, veinte de los doscientos vecinos estaban dispuestos a embarcarse en aquella singular aventura. Pero los terratenientes también pusieron su grito en el cielo ante el éxodo de la mano de obra que se les avecinaba, por esta razón, de las Casas no sería bien acogido en varios de los lugares visitados.
Fracasa el plan
Cuando llega a tierras de Cumaná la expedición lascasiana, Gonzalo de Ocampo había fundado una ciudad llamada “Nueva Toledo”, fray Bartolomé le presentó sus provisiones y autoritariamente le pidió que desalojara el campo; además recriminó a Ocampo sus métodos colonizadores que empleaba en la zona. El trujillano después de acaloradas palabras le dijo al fraile que acataba la orden pero no estaba dispuesto a cumplirla sin el beneplácito de la Real Audiencia de Santo Domingo.
Ambos intentando defender sus derechos, marchan a Santo Domingo y dejan a Nueva Toledo sin gobierno. “Caballeros” y agricultores de fray Bartolomé, unidos a los soldados de Ocampo, cuando se ven solos y sin freno, cada uno toma el partido o el camino que más le interesa y la nueva ciudad se despuebla lo que hará que fracase el proyecto de las Casas.
Al final, el obstinado fraile ganaba la contienda y a Ocampo le toca abandonar sus proyectos pacificadores de la zona; recoge a su gente, pasan a la isla perlera de Cubagua, deja a 50 soldados, regresa a Santo Domingo y se atarea en buscar otros campos conquistadores. Se marcha a Pánuco y posteriormente llegará a la capital mexicana, donde en 1526 ocupaba el cargo de alcalde de las atarazanas.
Bibliografía
- ”Las perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua”, Enrique Otte, Fundación John Boulton Caracas 1977.
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