- Guerra Guillermita de Irlanda
-
Guerra Guillermita de Irlanda
La Batalla del Boyne, 1 de julio de 1690 (O.S) – 11 julio (N.S).
según cuadro de Jan Wyck.Fecha 12 de Marzo de 1689 – 31 de Octubre de 1691 Lugar Irlanda Causas Jacobo II de Inglaterra intenta recuperar el trono Resultado Victoria de los aliados ingleses y holandeses, llevando al Tratado de Limerick Beligerantes Inglaterra
Provincias Unidas de los Países Bajos
Guillermitas irlandesesJacobitas irlandeses
FranciaComandantes Guillermo III
Duque de Schomberg
Conde de AthloneJacobo II
Richard Talbot
Patrick Sarsfield
Duque de LauzunFuerzas en combate ~44,000[1] ~39,000[1]
La Guerra Guillermita de Irlanda, también conocida como la Guerra jacobita de Irlanda, y en gaélico como Cogadh an Dá Rí o La guerra de los Dos Reyes, estalló tras el destronamiento de Jacobo II de Inglaterra en 1688 por su hija María II de Inglaterra y su marido Guillermo de Orange, nieto de Carlos I. Provocó el levantamiento jacobita de Escocia encabezado por el vizconde de Dundee, que se inició en las mismas fechas. Mientras Guillermo acabó con el jacobitismo en Irlanda y los siguientes levantamientos jacobitas se limitaron a Escocia e Inglaterra, la guerra iba a tener un efecto duradero en la isla, reforzando el gobierno protestante británico en el país durante un siglo. La Batalla de Boyne y el Sitio de Derry aún son fechas celebradas en la actualidad por los unionistas de Irlanda del Norte.Contenido
La Revolución Gloriosa
La guerra en Irlanda comenzó como consecuencia directa de la Revolución Gloriosa en Inglaterra. Jacobo II, que era católico romano, intentó introducir la libertad de culto para los católicos y poder tomar decisiones sin contar con el Parlamento inglés. Esto constituyó para muchos ingleses un desagradable recordatorio del reinado de Carlos I, cuyo conflicto con el parlamento desembocó en el estallido de la Guerra Civil Inglesa. La ruptura definitiva entre Jacobo y la clase política inglesa se produjo en junio de 1688, cuando su segunda esposa dio a luz un hijo varón, lo que aseguraba la instauración de una dinastía Estuardo fiel al catolicismo. Este temor llevó a varios políticos ingleses a invitar a Guillermo de Orange, estatúder de la República Holandesa a invadir Inglaterra y hacerse con el trono junto con su esposa María, la hija de Jacobo II. Guillermo aceptó la oferta, principalmente por razones estratégicas y militares.
La República holandesa se encontraba en plena guerra con la Francia de Luis XIV, la mayor potencia militar de Europa de la época. Los anteriores reyes Estuardo, Carlos II y Jacobo II de Inglaterra habían llevado a cabo una política de alianzas con Francia desde la Restauración inglesa; Guillermo vio la ocasión de privar a Francia de la ayuda inglesa, y conseguirla para la Liga de Augsburgo en la que militaba.
Guillermo invadió Inglaterra en 1688, y Jacobo huyó tras ofrecer una resistencia meramente simbólica.
De todas formas, aunque Jacobo II era altamente impopular en Inglaterra, era apoyado mayoritariamente por la población de Irlanda. Los nativos irlandeses eran, en su mayoría, católicos y habían apoyado masivamente a los Estuardo en la Guerra de los tres reinos que siguió a la Guerra Civil Inglesa con la esperanza de lograr autogobierno y tolerancia religiosa. Habían sido derrotados en la década de los 50 y castigados por el régimen de la Commonwealth inglesa con confiscación de tierras y legislación penal. Más aún, se habían sentido ampliamente decepcionados tras el fracaso de Carlos II en su intento por revertir su situación tras la Restauración inglesa de 1660.
No obstante, Jacobo había realizado algunas concesiones concretas, como la de nombrar a un católico irlandés, Richard Talbot, como Lord Teniente de Irlanda, y la readmisión de católicos en el ejército, funcionariado y el Parlamento Irlandés. La mayoría de los terratenientes católicos irlandeses habían perdido sus tierras tras la conquista de Irlanda por Cromwell (1649-1653) y la entrega de las mismas a colonos ingleses y escoceses. Esperaban recuperar sus propiedades bajo el gobierno de Jacobo, por lo que, cuando este huyó de Inglaterra, buscó en Irlanda el apoyo necesario para reconquistar sus tres reinos.
Estallido de la guerra — Campaña en el Ulster
Tras el desembarco de Guillermo en Inglaterra, Richard Talbot, conde de Tyrconnell y Señor Teniente de Irlanda inició acciones para asegurar que todas las fortalezas de la isla estuvieran en manos del ejército católico irlandés de reciente creación, leal a Jacobo. Solamente en la provincia norteña del Ulster, con la mayor concentración de colonos ingleses y escoceses de Irlanda, encontró Talbot resistencia significativa.
Para el mes de noviembre de 1688, sólo la ciudad amurallada de Derry contaba con guarnición protestante. Un ejército de unos 1.200 hombres, la mayoría Redshanks" (Highlanders), a las órdenes de Alexander Macdonnell, conde de Antrim había partido hacia Irlanda poco después del desembarco de Guillermo. Cuando los irlandeses llegaron a las puertas de la ciudad el 7 de diciembre de 1688 comenzó el Sitio de Derry. Aunque parecía que los jacobitas eran muy superiores numéricamente, la realidad era que las tropas de Tyrconnell estaban formadas principalmente por grupos de campesinos reclutados apresuradamente y pobremente armados y entrenados. Sin embargo el 14 de marzo de 1689, una fuerza jacobita dirigida por Richard Hamilton consiguió derrotar a una milicia protestante guillermita en un encuentro en Dromore, condado de Down, conocido como la brecha de Dromore, y que permitió a los jacobitas ocupar el este del Ulster.
Cuando Jacobo fue depuesto y huyó a Francia, el rey Luis XIV (que se encontraba inmerso en la Guerra de la Gran Alianza contra Guillermo de Orange, le proporcionó suministros y tropas, aunque estipulando que, a cambio de las tropas francesas que destinara a Irlanda, Jacobo le debería facilitar el mismo número de reclutas irlandeses. El 12 de marzo de 1689, Jacobo desembarcó en Kinsale con 6.000 soldados franceses. Marchó sobre Dublín donde fue bien recibido y, con un ejército jacobita compuesto de católicos, protestantes realistas y franceses se dirigió al norte, uniéndose al sitio de Derry el 18 de abril. Jacobo se encontró al frente de un movimiento predominantemente irlandés y católico, y el 7 de mayo presidió una sesión parlamentaria compuesta casi enteramente por católicos. Aceptó a regañadientes la petición del Parlamento irlandés de un acta que declarase que el Parlamento de Inglaterra no tenía derecho a legislar para Irlanda. Aceptó también la devolución a los católicos irlandeses las tierras confiscadas a sus familias tras la conquista de Cromwell, utilizando para ello las tierras de los protestantes que se hubieran opuesto a Jacobo y apoyado a Guillermo. Este parlamento sería más tarde llamado por los nacionalistas irlandeses el Parlamento Patriota.
La flota guillermita británica llegó a Derry para aliviar la situación de los sitiados el 11 de junio, pero decidieron evitar el riesgo de la artillería hasta que el Mariscal Frederic Schomberg dio la orden de atacar y concluir con el sitio el 28 de julio de 1689.
En la cercana Enniskillen, al sur de Derry, guillermitas civiles armados reclutados de la población protestante local, organizaron un formidable ejército irregular. Desde su base de Enniskillen, llevaron a cabo incursiones contra las fuerzas jacobitas de Connacht y Ulster. Justin MacCarhy, Vizconde de Mountcashel, reunió una fuerza jacobita y marchó contra él. El 28 de julio de 1689, el ejército de MacCarthy fue derrotado en la Batalla de Newtownbutler. Muchos de los jacobitas huyeron ante los primeros disparos, y hasta 1500 de ellos resultaron muertos o ahogados mientras huían de la caballería Guillermita. Como consecuencia de esta derrota y del desembarco de fuerzas Guillermitas en el este de la provincia, la mayoría de tropas jacobitas fueron retiradas del Ulster y acantonadas en las cercanías de Dundalk.
La campaña de Schomberg de 1689
El 13 de agosto de 1689, el ejército de Guillermo, bajo la dirección del Mariscal Schomberg, desembarcó en Ballyholme Bay en el condado de Down y, tras capturar Carrickfergus, marchó sin oposición hacia Dundalk. El virrey de Jacobo, el conde de Tyrconnell, al frente del grueso del ejército jacobita, cerró el paso hacia el sur a Schomberg, pero sin presentar batalla. Los dos bandos permanecieron acampados uno frente al otro durante varias semanas antes de retirarse a sus cuarteles de invierno. Los Guillermitas perdieron varios miles de hombres a causa de la enfermedad, pese a no disputar ninguna batalla significativa con los jacobitas. Aún más, desde el invierno de 1689 y durante los dos años siguientes, fueron hostigados por los guerrilleros irlandeses conocidos como rapparees. Una vez en los cuarteles de invierno, la mortalidad entre los Guillermitas siguió siendo elevada por causa de la enfermedad, los rigores del clima y la falta de aprovisionamientos, a lo que contribuyó la política de devastación empleada por los jacobitas, que pronto propagó la hambruna entre la población civil.
Llegada de Guillermo, 1690. Batalla del Boyne
Ante la lentitud de Schomberg, Guillermo decide tomar cartas en el asunto. El 14 de junio de 1690, llegó con una flota de 300 barcos a Belfast Lough. Desembarcó en Carrickfergus, al frente de un ejército de 36.000 hombres compuesto por mercenarios ingleses, alemanes, daneses, holandeses y Hugonotes franceses. Tras alguna resistencia en las cercanías de Newry, los jacobitas se retiraron a la rivera sur del río Boyne, donde se atrincheraron en la aldea de Oldbridge, cerca de Drogheda. El 1 de julio, Guillermo atacó, vadeando el Boyne en varios sitios, lo que obligó a los jacobitas a retirarse para evitar ser rodeado. La Batalla del Boyne no fue decisiva, y las bajas en ambos bandos no fueron demasiado elevadas -1.500 jacobitas y 500 Guillermitas-, pero fue un golpe psicológico para Jacobo, que perdió toda esperanza de victoria en Irlanda. Marchó a la cabeza de su tropa hasta Duncannon, desde donde regresó a su exilio en Francia. Esta huida, dejando a su suerte a sus seguidores irlandeses, le valió el sobrenombre de Séamus an Chaca o James the Shit (Jacobo el cobarde). El ejército jacobita se retiró a Dublín, casi intacto, pero completamente desmoralizado. Al día siguiente, las tropas marcharon hacia Limerick. El mismo día, los Guillermitas se dirigieron a Dublín y ocuparon la ciudad sin encontrar resistencia. La derrota del Boyne contribuyó igualmente a que los jacobitas escoceses abandonaran su revuelta.
La victoria de Guillermo, junto con la huida de Jacobo, podía haber significado el fin de la guerra en Irlanda. Sin embargo, Guillermo ofreció unos términos de paz muy duros en Dublín, excluyendo a los oficiales jacobitas y a los terratenientes católicos del perdón ofrecido a la tropa de a pie. Como resultado, a los líderes jacobitas irlandeses no les quedó otra opción que luchar hasta recibir garantías de que sus vidas, propiedades y derechos civiles y religiosas fueran respetados en cuanto se firmase la paz.
Limerick, Aughrim y el fin de la Guerra
La guerra continuó. Los irlandeses se retiraron a Limerick, donde repelieron un ataque Guillermita en agosto de 1690, con graves bajas. Los Guillermitas se retiraron del oeste de Irlanda, pero consolidaron sus posesiones en el sur del país a finales de 1690. Sus fuerzas, bajo las órdenes de John Churchill, conde de Marlborough, tomaron los puertos sureños de Cork y Kinsale.
La posición de los jacobitas irlandeses era ahora defensiva. Dominaban un amplio enclave en el oeste de la isla, incluyendo toda la provincia de Connacht, limitada por el Shannon. Su exitosa defensa de Limerick les hizo creer que aún podían ganar la guerra con ayuda de Francia (aunque muchas de las tropas francesas enviadas con Jacobo se habían retirado tras su fuga). Guillermo abandonó Irlanda a finales de 1690, encomendando el mando de las tropas Guillermitas al general holandés Godert de Ginkell, que llegaría a ser conde de Athlone. Ginkell penetró en Connacht por Athlone, tras llevar a cabo un sangriento asedio. Avanzó hacia las fortalezas jacobitas de Galway y Limerick. El Marqués de St. Ruth, comandante de las fuerzas jacobitas francesas, intentó entonces bloquear el avance de los Guillermitas en Aughrim, Galway, pero las tropas de Ginkell infligieron una terrible derrota a los irlandeses en lo que se conoce como la Batalla de Aughrim, donde los jacobitas perdieron en torno a los 8.000 hombres -más o menos a mitad de sus tropas- entre muertos, heridos y capturados.
.
El propio St.Ruth resultó muerto. Ginkell capturó Galway, que se rindió sin condiciones. Procedió después a sitiar nuevamente Limerick, que se rindió el 23 de septiembre de 1691, cuando Patrick Sarsfield, abandonando toda esperanza de victoria, depuso a los oficiales franceses al mando de la ciudad e inició las negociaciones con Ginkell. El Tratado de paz de Limerick, firmado el 3 de octubre de 1691 concedía tolerancia religiosa para los católicos y garantizaba plenos derechos legales a aquellos católicos que jurasen lealtad a Guillermo, en unas condiciones muy ventajosas para los jacobitas.
El papado apoyó a Guillermo en 1691, pero cambió su política para respaldar a Jacobo a partir de 1693. El Parlamento Irlandés, dominado por los protestantes, se negó a ratificar los artículos del Tratado y, a partir de 1695, actualizó las Leyes Penales, que discriminaban salvajemente a los católicos. Los jacobitas irlandeses contemplaron las nuevas leyes anticatólicas como una severa falta de fe. Un refrán popular de la época decía cuimhnigí Luimneach agus feall na Sassanaigh ("recuerda Limerick y la traición inglesa"). Parte del tratado permitía a los miembros del ejército jacobita a abandonar Irlanda y exiliarse en Francia si así lo deseaban, un suceso conocido en Irlanda como la Fuga de los Gansos Salvajes. Sobre 14.000 hombres y 10.000 mujeres y niños abandonaron Irlanda con Patrick Sarsfield en 1691. Inicialmente formaron el ejército de Jacobo II en el exilio, aunque operaron como parte del ejército francés. A la muerte de Jacobo, los restos de esta fuerza se fusionaron con la Brigada Irlandesa, que se había formado en 1689 con los 6.000 reclutas irlandeses enviados por Jacobo a Luis XIV a cambio de la ayuda militar francesa.
Consecuencias de la guerra
La victoria orangista tuvo dos consecuencias principales en el largo plazo. Por un lado, privó definitivamente a Jacobo II de cualquier opción de recuperar los tronos de Inglaterra, Irlanda y Escocia por métodos militares. Por otro, reforzó el dominio británico y protestante sobre Irlanda. Hasta el siglo XIX, Irlanda sería gobernada por la Ascendencia, compuesta en su mayoría por ingleses protestante. La comunidad Católico Irlandesa mayoritaria y los escoceses presbiterianos del Ulster, serían sistemáticamente alejados del poder, que se basaba en la propiedad de las tierras
Durante el siglo siguiente a la guerra, los católicos irlandeses mantuvieron un apego sentimental por la causa jacobita, pintando a Jacobo y a los Estuardo como los monarcas que habrían brindado a Irlanda un trato justo (incluyendo el autogobierno y la devolución de las tierras confiscada), y tolerancia para el Catolicismo. Miles de soldados irlandeses partieron del país para servir a los reyes Estuardo en la Brigada Irlandesa del ejército francés. Hasta 1766, Francia y el papado intentaron restaurar a los Estuardo en sus reinos británicos, y soldados irlandeses lucharon en el bando jacobita durante los levantamientos jacobitas escoceses hasta la Batalla de Culloden en 1745.
Por otra parte, los protestantes describieron la victoria Guillermita como un triunfo de las libertades civiles y religiosas. Muchos protestantes irlandeses consideran que esta victoria salvó a su comunidad de la masacre y la aniquilación a manos de los católicos. Por ellos, las batallas de la Guerra Guillermita son conmemoradas el 12 de julio por los protestantes unionistas del Ulster, a través de la Orden de Orange.
Notas
Referencias
- Chandler, David G. Marlborough as Military Commander. Spellmount Ltd, (2003). ISBN 1-86227-195-X
- Childs, John, The Williamite Wars in Ireland London 2007. ISBN 1-85285-573-8.
- J.G Simms. Jacobite Ireland, London 1969. ISBN 1-85182-553-3.
- J.G Simms. War and Politics in Ireland 1649-1730, London 1986. ISBN 0-907628-72-9.
- Padraig, Lenihan. Battle of the Boyne 1690, Gloucester 2003. ISBN 0-7524-2597-8.
- Piers, Waudchope. Patrick Sarsfield and the Williamite War, Dublín 1992. ISBN 0-7165-2476-7.
Categorías:- Guerras de las Provincias Unidas
- Historia de Inglaterra
- Guerras de Inglaterra
- Historia moderna de Irlanda
- Guerras de Irlanda
Wikimedia foundation. 2010.