Ilona Hesse

Ilona Hesse nació el 26 de marzo de 1906 en Wismar, Alemania. No se sabe con certeza su fecha de muerte, pero se cree que ocurrió en Islandia en la década de 1960. Fue una Cantante alemana.

Juventud

Nacida en 1906 en Wismar, ciudad pequeña del norte de Alemania, e hija de un empleado público y de una modesta profesora de piano, Ilona Hesse fue una niña prodigio del canto y realizó su debut en un escenario a la edad de 7 años. A esa misma edad comenzó sus estudios en el conservatorio local, de donde saldría convertida en una cantante profesional a los 17. Durante el resto de su adolescencia dio conciertos en algunas ciudades alemanas, también viajando ocasionalmente a Austria o a Francia.

En 1926, ya con 21 años, se mudó a París acompañada por su prometido y futuro esposo Jean M. Cressons, un escritor de poco renombre que la doblaba en edad y que había conocido en un viaje anterior. Fue en la capital francesa donde Ilona comenzó a forjarse una fama que crecía a la vez que sus escándalos. Su talento, tan innegable como su carisma y su gusto por la polémica, la llevó a liderar pronto las carteleras de los teatros franceses así como las tapas de algunas publicaciones de aquellos tiempos. Le spectateur de Paris, periódico de espectáculos de la época, le dedicó algunas primeras planas, entre ellas una por haber salido en corpiño al escenario .

Ya separada de Cressons, conoció en 1931 a otro escritor, esta vez un estadounidense llamado Henry Miller, quien por esos tiempos apenas comenzaba a trabajar en su Trópico de Cáncer. Fue también amiga íntima –y fugaz: se pelearon al poco tiempo de conocerse– de Anaïs Nin, e incluso algunos afirman que pudieron haber sido amantes. No faltan biógrafos que creen ver en algún personaje del Trópico de Cáncer de Miller algún reflejo de la cantante alemana, pero lo cierto es que ninguna de estas hipótesis es comprobable. Es curioso que, habiendo sido Ilona amiga de ambos Henry Miller y Anaïs Nin, los extensos e intensos diarios de esta última no la mencionen.

Viaje a América

Tras ese período de creciente prosperidad en Francia, que se extiende hasta casi fines de la década del 30, la cantante se vio forzada a dejar Europa. Comenzaba la segunda guerra mundial cuando viajó a Estados Unidos, donde permaneció hasta el fin del conflicto. En Nueva York la escucharía el entonces treintañero Frank Sinatra, quien dijo sobre ella la frase inmortal “Dios está en su garganta”.

En la América de los años de guerra gozó de una importante fama y varios contratos en los teatros de las ciudades más importantes. Fue su etapa de auge, tras la que su carrera comenzaría a decaer junto con el poder y alcance de su voz. Durante estos años dorados de su trayectoria cosechó una gran fortuna, haciendo de su nombre un ícono.

Terminada la guerra y cansada del frenesí de la vida neoyorquina, Ilona volvió a su Alemania natal para descubrir a su pueblo en ruinas. Sus padres habían muerto antes de la guerra y ella sentía –según se lee en sus diarios– que lo único que todavía la unía a ese lugar era un profundo y aberrante dolor. A pesar de ello, permaneció en su país cinco años durante los que no tuvo ninguna aparición pública y rehuyó de todo contacto con la prensa. Por meses enteros la cantante atravesaría hondas depresiones y fue en este período cuando se manifestaron los primeros indicios de su futura enfermedad. Un intento de suicidio la devolvió al mundo mediático del que había intentado mantenerse alejada. Semanas después, desahuciada y en una profunda crisis, decidiría abandonar su país.

Años en Rusia

Tenía cuarenta y cinco años cuando dejó Alemania con rumbo a Rusia, alegando que una parte de su corazón “había estado siempre en la gris (San) Petersburgo”. La década del 50 la vio decaer en la Unión Soviética, donde le diagnosticaron tuberculosis. Transcurría la época post-stalinista cuando conoció a Dmitri Shostakóvich, con quien cultivó una amistad formal marcada por su profunda admiración hacia el compositor ruso. Dedicó sus últimos años al canto lírico, interpretando algunas obras de Shostakovich y ayudándolo en la composición de sus cuartetos para cuerdas.

El 10 de abril de 1959 dejó San Petersburgo y se dirigió a Moscú. Menos de un mes después dejó esta ciudad con rumbo incierto y, aunque ciertos biógrafos afirman que estuvo en Polonia, nada se sabe con certeza. Su salud era bastante precaria y un médico, poco antes de su desaparición, le había diagnosticado menos de un año de vida.

Muerte y leyenda

Los últimos testimonios la ubican en distintos lugares de la Europa eslava, pero en este punto toda afirmación es hipotética. El último documento certero de su paradero son las últimas entradas de su diario, que dejaría en manos de un conocido antes de partir. Escrito todavía en la capital rusa, el diario echa un poco de luz sobre el misterio de su partida: durante sus últimos años, Ilona se había enamorado de la cultura nórdica y afirmó en numerosas ocasiones su voluntad de conocer Islandia, la tierra de las Eddas. Si llegó a conocer aquella isla y sus mitos, si llegó a respirar el viento áspero de los mares de los vikings y a visitar el pueblo que engendró a Snorri Sturluson, es mera conjetura. Sin embargo, el biógrafo alemán Johannes M. Brunnenkresse afirma haber encontrado en un cementerio de Oddi, pueblo del sur de Islandia, la tumba de una alemana de nombre desconocido, tumba que podría ser, acaso, la de la legendaria cantante.

Diez años después de su desaparición se levantaría un monumento en su honor en medio de la plaza central de Wismar, su ciudad natal. El mito comenzaba. Comparado muchas veces con el de Edith Piaf, su talento es hoy uno de los estandartes del canto alemán y su figura esbelta se ha transformado en un verdadero ícono de la cultura germana.