- Lírica española anterior a 1936
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El primer nuevo movimiento de la literatura española del siglo XX es el Modernismo. El desgaste del lenguaje modernista hizo que surgiesen críticos y detractores desde su mismo seno, como es el caso de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez (quien busca una depuración del simbolismo y un alejamiento del preciosismo. La palabra clave será pureza, la cual, según la poética juanramoniana, es tanto como desnudez: economía de medios, un extremado rigor en la construcción del poema).
Las vanguardias españolas ocupan un espacio paralelo al anterior, cuando no compartido. La recepción de la vanguardia en España es un fenómeno bastante inmediato. Ya en 1909, la revista Prometeo publica el manifiesto futurista del italiano Marinetti. En la misma revista, Gómez de la Serna publica «El concepto de la nueva literatura», que bien puede considerarse como la primera manifestación original de esta tendencia. Las vanguardias rechazan a) la herencia romántica tan visible en el Modernismo- con su aprecio del subjetivismo o del sentimiento y b) la herencia realista o naturalista.
Los rasgos que caracterizarían ese nuevo espíritu serían:
- el experimentalismo,
- el juego,
- la asunción de los nuevos inventos,
- la integración de las artes,
- la indistinción entre vida y literatura,
- las rupturas lógicas o la libertad formal.
El ultraísmo -movimiento pionero de la vanguardia española- lanza su primer manifiesto en 1918. Junto al ultraísmo, surge otro movimiento de vanguardia: el creacionismo, si bien en la práctica ambos grupos tendían a aparecer en las mismas revistas y cenáculos literarios, sin excesivas distinciones de origen. Hacia 1923 el impulso renovador de las vanguardias ultraísta y creacionista comienza a flaquear, y los escritores tientan caminos nuevos. Quien mejor definirá esos valores literarios emergentes es José Ortega y Gasset, personalidad de muy considerable influjo en el panorama literario español. Su estudio La deshumanización del arte (1925), es fundamental para comprender las ideas estéticas de esa década. El nuevo arte, según este pensador, tiende a considerarse como juego y nada más. En ese sentido, el nuevo arte sí es «puro», en cuanto «deshumanizado», y también es necesariamente minoritario e impopular. La importancia del factor estético hará que se use mucho la metáfora.
La Generación del 27 no ofrece poéticas explícitas como tal grupo. En los comienzos, la poética de estos autores tiene mucho de voluntad integradora:
- lenguaje renovador, de raíz vanguardista y centrado en la imagen;
- adscripción a la llamada «deshumanización» o «poesía pura»;
- rigor constructivo;
- consciente asunción de la tradición propia, que españoliza el lenguaje cosmopolita de las vanguardias. En especial, el del surrealismo. De hecho, a lo que más contribuye el surrealismo español -desde el punto de vista histórico- es al cambio de rumbo de la lírica española desde la búsqueda de la pureza hacia una pretendida impureza y «rehumanización»; cambio que se realiza a finales de los veinte y comienzos de los treinta, en pleno tránsito hacia fórmulas republicanas.
La rebelión militar y el estallido de la guerra civil española conducirán la poesía a un terreno donde la misma idea de pureza parecería un sarcasmo. Como es lógico, predomina la literatura de tendencia y agitación en ambos bandos en conflicto.
Nómina esencial del 27: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
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Véase también
- La lírica española posterior a 1939
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Categoría:- Historia de la literatura española
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