- Lámpara
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Las lámparas, lámpadas o luminarias son aparatos que sirven de soporte y conexión a la red eléctrica a los dispositivos generadores de luz (llamados a su vez lámparas, bombillas o focos). Como esto no basta para que cumplan eficientemente su función, es necesario que cumplan una serie de características ópticas, mecánicas y eléctricas entre otras.
A nivel de óptica, la luminaria es responsable del control y la distribución de la luz emitida por la lámpara. Es importante, pues, que en el diseño de su sistema óptico se cuide la forma y distribución de la luz, el rendimiento del conjunto lámpara-luminaria y el deslumbramiento que pueda provocar en los usuarios. Otros requisitos que deben cumplir las luminarias es que sean de fácil instalación y mantenimiento. Para ello, los materiales empleados en su construcción han de ser los adecuados para resistir el ambiente en que deba trabajar la luminaria y mantener la temperatura de la lámpara dentro de los límites de funcionamiento. Todo esto sin perder de vista aspectos no menos importantes como la economía o la estética.
Antes de la invención de la luz eléctrica, las lámparas eran recipientes de líquido oleoso que se hacían arder por medio de una mecha. El descubrimiento de la mecha, fibra de material combustible sumergida en grasa, se pierde en la oscuridad de los tiempos (se usaba ya en el neolítico superior). Con este descubrimiento nace la lámpara primitiva, que se reducía a una escudilla de piedra con una ranura para la mecha, hecha de musgo y una empuñadura para la mano lejos de la llama. De este tipo de lámparas se han hallado varios ejemplares del Neolítico. Estas lámparas de piedra siguen usándose por algunos pueblos primitivos como los esquimales aleutas de Alaska, usando como combustible aceite de ballena.
Los pueblos mediterráneos empleaban conchas marinas en el cuarto milenio a. de J.C. En los tiempos homéricos se colocaban sobre altos postes, braseros que se alimentaban con leña y astillas. Este tipo de brasero colgante se emplea en la India para ceremonias religiosas.
Las lámparas griegas y romanas tienen su origen en Egipto, siendo hondas y redondas, con un mango y decoradas con rayas, palmetas y dibujos similares. Se llenaba de aceite o de grasa y sobre su superficie flotaba la mecha. La lámpara romana tenía dos aperturas. La del centro era para cargarla y en el lateral, otra donde salía la mecha. Sus decoraciones eran más elaboradas, con imágenes mitológicas, con forma de animales o busto humano, recibiendo unas y otras el nombre de lychnos entre los griegos y lucerna entre los romanos.
Aunque en Oriente se daba preferencia a la vela, desarrolló una lámpara de aceite en forma de plato con pie labrado.
Se conocen de todas las civilizaciones de la antigüedad y de variadísimas formas destacando por su número y perfección artística en su figura y relieves las griegas y las romanas. Las de barro cocido tienen la forma redonda u oval, con elegante asa y uno o más picos si están cerradas o con los bordes algo doblados u ondulados si son abiertas (siendo éstas generalmente fenicias), pero la de bronce presenta formas ondeadas o prolongadas con variedad de apéndices ornamentales y a veces con incrustaciones de plata u oro estando a menudo dispuestas para la suspensión (lucerna pensil) con cadenillas. Las árabes, pequeñas, de bronce o de barro cocido, se distinguen por su elevación y su pico muy prolongado y ofrecen escaso gusto mientras que las de forma de gran vaso de bronce llevan múltiples adornos arabescos y rematan en cubiertas caladas que se suspenden de lo alto.
Contenido
A partir de la Edad Media
De la época bizantina nos llega la más común, la de mecha flotante. La Iglesia primitiva y sus órdenes monásticas las usaban para estar encendidas permanentemente ante el sagrario, extendiéndose por toda Europa. Consistía en un recipiente de vidrio que se llenaba por debajo de agua, luego aceite sobre el agua y después una mecha de fibra que nadaba sobre el aceite. Desde el s. X al s. XIV estuvo reducido su empleo a las iglesias y establecimientos religiosos. El método más usado para la iluminación común era la vela. De las lámparas medievales, parecen ser una derivación las grandes lámparas del Renacimiento que aún hoy figuran en las iglesias: su enorme copa inferior no es más que el desarrollo del platillo que en la Edad Media se ponía debajo del vaso que contiene el aceite.
Las coronas luminosas empezaron a usarse en las catacumbas desde el Siglo IV y consistían al principio en aros suspendidos horizontalmente o montados en un pie esbelto, sobre los que se colocaban lucernas o velas. Se fueron complicando después y en el Siglo XI tuvieron su más grandiosa expresión en las célebres coronas de las iglesias de Hildesheim y de Reims (la de ésta última, desaparecida) entre otras muchas.
Derivaciones de ellas son las arañas que en la Edad Media consistían en brazos cruzados horizontalmente o radiantes y suspendidos y en la época gótica se componían de ramas de bronce o de hierro cargadas de adornos sobre todo en los siglos XV y XVI. Con el siglo XVIII empiezan las arañas fastuosas adornadas con numerosos colgantes de vidrio que en las más ricas llegan a ser de cristal de roca. La lámpara de keroseno fue construida por un científico polaco, Ignacy Lukasiewicz, en el año 1856.
Tipos de lámparas
Por su forma, se pueden distinguir:
- lámparas de pie, las que se apoyan en el suelo.
- lámparas de mesa, aquellas que se sitúan sobre mesas.
- lámparas de techo, las que se cuelgan de lo alto.
Las lámparas actuales van conectadas a la red eléctrica y constan de las siguientes partes:
- pie o báculo, y brazo, los elementos sustentantes;
- pantalla o tulipa, de material traslúcido que difumina la luz y protege la vista de la iluminación intensa;
- bombilla, que en número variable proporcionan la iluminación.
Tipos de combustible
Hasta el s. XIX, los combustibles más usados para lámparas variaban según la región, pues, como es lógico, se empleaban los más fáciles de encontrar, como la grasa de manteca de cerdo, el benceno, el canfeno, el aceite de colza, El aceite de ricino se obtiene a partir de la planta Ricinus communis, que contiene aproximadamente un 40-50% del aceite.
En 1830, Reichenbach y el Dr. Christison inventaron el queroseno. En 1870 la lámpara de petróleo o queroseno era casi de uso universal. En 1890 la mayoría de las ciudades tenían ya luz de gas y con el descubrimiento de la electricidad, en el s. XX se modificó la iluminación de todos los pueblos.
Véase también
- Araña de luz
- Candil
- Quinqué
- Lámpara de acetileno
- Lámpara de gas
- Lámpara de arco
- Lámpara de destellos
- Lámpara de neón
- Lámpara de plasma
- Lámpara de incandescencia
- Lámpara de luz negra
- Lámpara de descarga
- Lámpara de seguridad
- Linterna
- Lamperball
Enlaces externos
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