- Miguelete (Uruguay)
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Miguelete es un municipio en el Norte del Departamento de Colonia, en Uruguay.
Contenido
Contexto geográfico
Se encuentra ubicado sobre la cuchilla homónima, próximo al límite con el departamento de Soriano, al SO de Cardona y al E de Ombúes de Lavalle. Se encuentra emplazado en el cruce de las rutas 54 y 106,
Datos básicos
Con 1.000 habitantes aproximadamente, es centro de servicios en una comarca rica en cereales y ganadería bovina.
Historia
Fundado el 28 de marzo de 1909 a partir de un remate de solares de la Estancia Miguelete, fue elevado a la categoría de pueblo el 8 de noviembre de 1942.
Véase también
Enlaces externos
- Miguelete. Página oficial
Origen de la Colonia
Una compañía inglesa denominada "The River Plate Estancia Co. Ltd." (Estancia "Río de la Plata Ltda."), poseía entre el arroyo San Juan y el Miguelete, 12155 hectáreas de tierra que los criollos de la zona de los alrededores, en los departamentos de Colonia y Soriano, conocían simplemente por "Estancia Miguelete".
Allá por 1907, los propietarios ingleses residentes en Manchester, de acuerdo con los accionistas de la Sociedad, resolvieron deshacerse de dichas tierras y por medio de los Sres. Ernesto Domingo Drable y Carlos Diego Scott, sus apoderados en Buenos Aires, dispusieron su fraccionamiento para su posterior venta, con todos los bienes que la componían, tarea que éstos pusieron en manos de la firma Wilson Hnos. de Montevideo.
La extensión de campo conocida con el nombre de "Estancia Miguelete", fue mensurada en mayo de 1907 y dividida en 92 fracciones de acuerdo con el plano levantado por el agrimensor Francisco Ros en 1908, éste las puso a disposición de los rematadores uruguayos.
Ya en poder de los Sres. Wilson Hnos., la propiedad fue puesta a la venta, en remate público, el 28 de marzo de 1909.
La firma vendedora efectuó una buena propaganda. En un folleto, donde no faltaban detalles y cuidadosamente elaborado, informaba a los posibles compradores que saliesen de Montevideo, que podían llegar al lugar del remate por ferrocarril, que para hacerlo debían estar en la Estación Central a la hora 6:45 del sábado 27 de marzo, hora en que saldría el tren, que llegaría a las 13:40 a la estación Santa Catalina y de allí se los trasladaría a la Estancia Miguelete en coches tirados por caballo (la mejor locomoción de aquella época para casos como éste en el interior del país).
Trasladémonos con la imaginación al año 1909, cuando no existía la actual red caminera ni los modernos medios automotores. Como explicaba el folleto, los interesados radicados en la capital de la República, podían valerse de la línea férrea para hacer lo más extenso del trayecto y desembarcar en la mencionada estación Santa Catalina o en pueblo Cardona y desde cualquiera de ellas completar el viaje a la Estancia "River Plate" ("Río de la Plata", en Miguelete, en carruajes listos para llevarlos al lugar preciso del remate en varias horas más.
El remate estaba fijado para el domingo 28 de marzo y los interesados montevideanos, al menos, llegaron con un día de anticipación. Distinto era el caso de los interesados procedentes de ciudades y pueblos de los departamentos de Colonia y Soriano, que con sólo madrugar el día domingo podían llegar en sus jardineras o a caballo en hora de comenzar la subasta.
Digamos que el folleto de propaganda que distribuyeron los rematadores preveía todo a la perfección. De tal manera, cada interesado pudo, con la debida antelación, elegir la fracción que le convenía, por su extensión, sus mejoras, su precio básico, etc., desde el lugar de su residencia.
Por las naturales pujas que se plantean en todos los remates, sucedió que muchos interesados no pudieron obtener la fracción que previamente habían elegido y tuvieron así que cambiarla por otra. También se dieron casos de compradores que se abstuvieron el día del remate y adquirieron la suya a algunos que habían comprado varias fracciones. Esta circunstancia determinó que las primitivas listas de colonizadores publicadas no fuesen las verídicas.
De ahí en adelante vendría el trabajo improbo de convertir aquellas tierras solitarias, alejadas de toda vida comunitaria, en el pueblo fecundo que es hoy.
Al trabajo, desde cero...
Las fracciones, de aproximadamente 200 unidades o cuadras, podían comprarse con potreros. No tenían nada, excepto chilcas, pajas, cardos. Los que primero se decidieron a trabajarlas tuvieron que levantar sus viviendas, por precarias que fueran, con inventiva y esfuerzos denodados.
Había que cortar, hacer terrones, arreglarse con pajas, hacer tirantes. No había la madera necesaria, puestos que faltaban los montes que plantan los hombres. Los primeros ranchos se construyeron valiéndose de los árboles naturales que podían hallar en la orilla de los arroyos, trasportándolos a los lugares elegidos desde agotadoras distancias y muchas veces a pulso, entre varios. También debían procurarse agua y para ello cavaban pozos o cachimbas.
Era costumbre, y también necesidad, hacer el pan para la familia; por lo tanto, construir hornos estaba entre las tareas prioritarias de cada colonizador. Arreglándose como podían, aquellos antecesores nuestros de hace más de noventa años molían trigo, maíz, etc. y en viajes periódicos a los centros poblados más cercanos Cardona y Ombúes de Lavalle, se combinaban varios vecinos para traer los alimentos y enseres elementales para las familias.
No eran esos los únicos trabajos a cumplir, pues simultáneamente a construir la casa y procurar la alimentación, como buenos colonizadores que eran se dieron a las impostergables tareas de labrar y sembrar las tierras, pues de allí vendrían las cosechas para la subsistencia, y los recursos para pagar las amortizaciones. Por lo tanto, cerca de la construcción principal era de rigor hacer quintas para tener las propias hortalizas y verduras comestibles, así como plantar árboles y montes para guarecer la vivienda y los animales.
Con el tiempo tuvieron ellos sus propios lotes de madera apta para la construcción, así como leña para las cocinas. Se las ingeniaban de todas maneras para tener buena combustión y en cantidad suficiente, sobre todo durante el invierno; y todo lo que ardía les venía bien: chilcas, cardos, bosta de vaca, hojarasca y pajas.
Tanto los hombres como las mujeres, e incluso los niños, trabajaban de sol a sol respetando solamente los domingos, día en que se reunían para rendir culto al Dios en quien confiaban. Viendo al Miguelete de hoy, puede decirse que aquellos pioneros no confiaron en vano y que su ejemplo es digno de ser imitado.
Importa decir que hacer chacras o simples quintas en tierras totalmente vírgenes, en tiempos donde sólo se contaba con caballos o bueyes como tracción, debe haber sido una empresa gigantesca, pero también debemos decir que aquellos labriegos que de la nada levantaron Miguelete eran dueños de una voluntad férrea, inquebrantable, templada para soportar las peores adversidades e inclemencias.
Poco a poco, tras superar dificultades que muchas veces parecieron echar por tierra toda la confianza y el esfuerzo, fueron apareciendo las primeras herramientas que facilitaban los trabajos: sembradoras, tractores, camiones, trilladoras, cosechadoras, de arrastre primero, automotrices después, hasta llegar a la forma del trabajo actual, totalmente distinta, gracias a la mecanización y los adelantos generales del país y nuestra región.
No nos atrevemos a calificar de "tiempos más lindos para ellos", pues sabemos bien que los colonizadores deben haber disfrutado de un sinnúmero de momentos dichosos cada vez que superaban dificultades aparentemente insalvables y, mucho más, cuando vieron prosperar sus predios, multiplicar sus cultivos y crecer toda la colonia.
En cuanto a la vida religiosa o de la fe, con distintas creencias cada uno, la viven plenamente los pobladores de Colonia Miguelete actual, como la vivieron los colonizadores, con total respeto uno de otro, de los respectivos credos.
Logros de los últimos años...
En homenaje al 75º aniversario, se editó una revista en el mes de marzo de 1984 y reflejó los adelantos conseguidos por Miguelete hasta ese momento. Tomamos ese momento como punto de partida para estos apuntes históricos, y expondremos todas las obras y logros de orden público y privado que en los últimos 15 años incorporó la comunidad a su vida en constante desarrollo.
Sin duda la primera conquista fue la inauguración del Banco de la República Oriental del Uruguay, que empezó a funcionar en la sede de la Seccional Policial 13ª, y desde el 15 de junio de 1987 funciona en su edificio propio. Atiende el BROU en su sucursal local toda la vasta línea de operaciones que caracteriza su quehacer bancario. Colonia Miguelete utiliza permanentemente sus líneas de crédito, como de depósitos, traspasos y otras operaciones.
Se construyeron 72 viviendas por el sistema de ayuda mutua MEVIR, lo que vino a remediar lo que fue durante años una preocupante escasez de viviendas para muchas familias trabajadoras. Por el mismo sistema MEVIR se construyó la sede para el Juzgado de Paz, con vivienda para el personal. Se levantaron cómodos edificios para las mutualistas asistenciales Hospital Evangélico y Camec.
Al contar también Umer y la Médica Uruguaya con sedes arrendadas, la cobertura de asistencia médica mejoró sensiblemente, máximo que, de tiempo atrás ya existía la atención en su propio local, de pacientes de Salud Pública.
El liceo que cuenta con 3er año, fue una conquista largamente acariciada y vino a llenar una necesidad imprescindible. Soluciona una muy importante exclusión de escolares, que no podían seguir sus estudios. Bituminización de la Ruta 54 desde la Ruta 1 a la 12, ruta más que transitada, y cuyo trazado acerca en mucho el transporte desde el norte hacia Montevideo, y ni qué decir que a Juan Lacaze con sus permanentes viajes de madera.
Miguelete, nombre oficial.
Si bien en muchos lugares escuchamos decir Colonia Miguelete, el nombre oficial de nuestro pueblo es Miguelete. Para demostrar lo que escribimos exponemos ante ustedes la Ley Nº 10.113, para leer el texto completo haz clic aquí
Categoría:- Localidades de Colonia
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