- Obra didáctica
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La obra didáctica es una obra perteneciente al Género Dramático, entre otras también están las obras, Narrativa, Lírica.
Como sabemos una obra dramática es aquel que representa un conflicto o episodio. La diferencia de una obra didáctica es que está es mucho más entretenida, con más habla y personajes al igual que otras obras como la comedia (es muy parecida) pero lo mejor es que no se sabe realmente el final, aunque debería ser feliz, ya que esta narrando un cuento
También Una característica esencial es la acción. Lo que sucede en la obra no está descrito ni narrado ni comentado directamente por el dramaturgo, sino visto por el espectador. La obra está escrita, pero lo principal en ella es lo que ocurre (debido a esto, existen obras dramáticas sin palabras, o sea mudas, en las cuales se utilizan gestos y actitudes que expresan el conflicto) LOS GENEROS DIDÁCTICOS.
Veasé también
- Drama
- Género Dramático
Llamamos obras didácticas aquellas en que el autor se propone instruír a sus lectores sobre objetos de ciencias y artes. En este género se comprenden:
lº. Las disertaciones, las cuales toman el nombre de memorias cuando van dirigidas a una corporación científica, literaria o artística. A esta especie de composiciones pertenecen los artículos de periódicos cuando versan sobre asuntos abstractos y pueden considerarse corno de interés permanente.
2ª. Los tratados magistrales, cuerpos enteros y sistemáticos de doctrina sobre una ciencia o arte, destinados para personas iniciadas ya en la materia.
P. Los tratados elementales que contienen los rudimentos o primeras nociones sobre ciencia y artes.
En las disertaciones debe evitarse todo adorno frívolo. estudiado y relumbrante: pero debe huirse con igual esmero de la sequedad y del desaliño; pues por lo mismo que el asunto es grave y serio, debe ser tratado con cierta moderada elegancia que dé atractivo a la obra en que se halla expuesto.
A todas las composiciones didácticas convienen mucho las formas de raciocinio, tales como los símiles y los ejemplos.
Los tratados magistrales piden un estilo puro, correcto, preciso, claro, y limpio de toda superfluidad.
Estos admiten menos ornato que las disertaciones.
Lo que principalmente requieren es el orden y perfecto encadenamiento de las ideas, claridad en el plan y cuidado de no confundir bajo un mismo título cosas distintas.
El autor de un tratado magistral debe abstenerse de exponer aquellos pormenores que al lector han de ocuirrirle sin necesidad de que otro le llame la atención sobre ellos; de ostentar erudición llenando de citas el cuerpo de la obra; de emplear demasiados términos técnicos; de introducir algunos nuevos sin manifiesta necesidad, y de hablar demasiado de sí mismo.
Y si lleva el propósito de escribir solamente para los doctos, puede omitir la exposición de los principios elementales o rudimentos de la materia de que trata.
El autor de un tratado elemental tampoco ha de ostentar erudición ni emplear más términos técnicos que los indispensables. Debe exponer los principios y nociones más elementales; ilustrar con ejemplos todas las doctrinas y reglas que proponga; y no omitir ninguna de las cosas que pueden servir de fundamento a lo que pretende enseñar, por más obvias que sean para los que ya tienen algún conocimiento de ¡a materia.
En estos tratados no hay que emplear ningún término técnico sin explicarlo.
Los términos técnicos deben irse definiendo a medida que se emplean. Es vituperable la práctica de los autores, que, el principio de la obra, o de alguna de sus partes ponen un largo cátálogo de definiciones,
Es igualmente digno de reprobación el empeño de definirlo todo. En obras destinadas para niños, deben preferirse a las definiciones lógicas ciertos medios sencillos de que puede echarse mano para conseguir que los aprendices se habitúen a distinguir los objetos de que se les quiere dar conocimiento.
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