- Antonio Enríquez Gómez
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Antonio Enríquez Gómez (Cuenca, 1600 - Sevilla, 1663) fue un dramaturgo, narrador y poeta lírico español del Siglo de Oro.
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Biografía
Hijo de un judeoconverso portugués, Diego Enríquez Villanueva, se llamó en su juventud Enrique Enríquez de Paz. Ingresó en la milicia y alcanzó el grado de capitán. Sospechoso de criptojudaísmo, huyó en 1636 a Francia, donde fue mayordomo y secretario de Luis XIII y fue nombrado caballero de la Orden de San Miguel. Allí publicó numerosas obras, y estuvo durante algún tiempo entre los miembros de la comunidad judía de Ámsterdam.
En 1649 volvió en secreto a España, de forma que incluso pudo ver cómo la Inquisición de Sevilla le quemaba en efigie el 14 de abril de 1660 acusado de judaizante. Lo era, en efecto, y en su vuelta a España, preso de una nostalgia irrefrenable, había tomado el nombre falso de Fernando de Zárate. Con este nombre siguió estrenando comedias; sin embargo, fue descubierto y falleció en las cárceles inquistoriales.[1]
Obra
Como dramaturgo pertenece a la escuela de Pedro Calderón de la Barca. De esta inspiración son las comedias Celos no ofenden al sol, El noble siempre es valiente y A lo que obliga el honor. Su Loa sacramental de los siete planetas es claramente calderoniana y se estrenó en Sevilla en 1659. Representa cómo el hombre, pese a las virtudes que le ofrecen los planetas, pierde la Gracia y la recupera al reconocer y confesar sus pecados. Cultivó el tema americano en La conquista de México y la Historia del Perú. Tres de sus obras, El Gran Cardenal de España, don Gil de Albornoz, y las dos partes de Fernán Méndez Pinto fueron recibidas con gran aplauso en Madrid en torno a 1629. En esta última obra se basaba en la Peregrinaçam (Lisboa, 1614) ficticia de este personaje, que convive con los reyes de Tartaria y de China.
En 1635 contribuyó con un soneto a la Fama póstuma de Juan Pérez de Montalbán en homenaje al recién fallecido Lope de Vega. Muy original es Las misas de San Vicente Ferrer, 1661, obra que rompía moldes y que se distanciaba de las comedias místicas para hacer un auténtico retrato de los celos en un argumento muy similar al de Otelo de William Shakespeare. El protagonista, el moro Muley, se enamora de una blanca y tras sufrir mil penalidades es salvado de la muerte por Don Bartolomé de Aguilar, personaje de un humanismo antirracista opuesto al oscurantismo simbolizado por su criado Soleta. Ya en España, Muley se enamora de Francisca, mujer de Don Bartolomé, logrando con engaños sus bajos deseos. Enloquecida por el deshonroso embarazo la dama se suicida tras asesinar a Muley. Seis meses después de firmar el manuscrito de esta obra, Enríquez fue procesado por la Inquisición de Sevilla.
No puede considerarse que «la pieza es un robo intelectual» de El mayor prodigio (Madrid, 1634) del valenciano Francisco Redón, como afirma García Moya (Diario de Valencia, 15-04-2001), porque en el teatro del Siglo de Oro español era frecuente reutilizar argumentos y hacer versiones sobre las mismas historias. Aunque el argumento y los nombres de los protagonistas (Francisca Ferrer, Bartolomé de Aguilar, el criado Soleta, etc.) sean los mismos, existen otras diferencias sustanciales: la obra de Francisco Redón es un «drama novelado» de 248 páginas, mientras que la obra de Enríquez Gómez es una comedia.
Parte de sus poesías líricas fueron recogidas en Academias morales de las Musas (Burdeos, 1642) que incluye además cuatro obras dramáticas; en sus poemas resalta con fuerza el tema del exilio y la añoranza de la patria. Editó aparte dos poemas extensos: La culpa del primer peregrino (Ruan, 1644) y El Samsón Nazareno (Ruan, 1656); a este último precede un importante prólogo autobiográfico que contiene un catálogo de sus obras. Entre ellas hay que destacar los diálogos de Política angélica (Ruan 1647), y La torre de Babilonia (Ruan, 1647), reeditado en Madrid en 1670, que contiene las dos partes de Fernán Méndez Pinto.
La obra más leída de Enríquez Gómez es El siglo pitagórico y vida de don Gregorio Guadaña (Ruan, 1644). Su estructura está dividida en capítulos en verso y prosa que narran cada uno una vida diferente de un alma que transmigra de un cuerpo a otro. Una de ellas, la más extensa y en prosa, constituye en sí misma una novela picaresca, La vida de don Gregorio Guadaña. Es un puro divertimento estilístico emparentable con el Buscón de Francisco de Quevedo, bien resuelto y sin otra trascendencia; hay algunos esbozos de crítica costumbrista y humor principalmente.
Referencias
Bibliografía
- González Herrero, Manuel. Antonio Enríquez Gómez, vida y pensamiento de un segoviano heterodoxo. Conferencia reproducida en Manuel González Herrero. In memoriam. ISBN 84-86789-75-3
- Salvator Révah, Israël (2003). Antonio Enríquez Gómez. Un écrivain marrane (vers 1600-1663).
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