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Pudelado
La revolución en el refinado del hierro fue obra de Henry Cort, quien en 1784 introdujo un doble procedimiento: la pudelación y el laminado. En la pudelación, la fundición (el hierro colado) no se dejaba enfriar sino que pasaba a un largo horno de reverbero (en el que el combustible no estaba en contacto con el mineral) mientras ese removido por obreros equipados con largas palas. A causa del esfuerzo que requería en un ambiente sumamente caluroso, era el trabajo con una media de vida más corta y difícilmente se encontraban obreros por encima de los 35 años. Al final del horno de pudelación, la fundición era una masa pastosa que había perdido gran parte de sus impurezas. A continuación pasaba el tren de laminado, una serie de rodillos que comprimía la masa y extraían de ellas más impurezas mediante presión. Había una gran ventaja añadida: si los últimos rodillos tenían gravadas determinadas formas (raíles o perfiles cuadrados o circulares, por ejemplo), el hierro salía ya con tales formas.
Los procedimientos de Darby y Cort permitieron atender la fuerte demanda de hierro que acompaña a la Revolución Industrial (maquinaria, puentes, armamento, construcción) al igual que la demanda exterior de hierro barato. A finales de siglo, se exportaba entre el 15 y el 20 % de la producción. La demanda de hierro se dispararía, especialmente a partir de la construcción del ferrocarril: la producción se multiplicó por cuatro en 20 años.
Dejando de lado las pequeñas importantes mejoras en los altos hornos, las innovaciones siguientes afectaron especialmente a la obtención del acero) hierro con una proporción determinada de carbón) y pasaron a ser obra ya de la etapa posterior, en la que estudiaran.
Categoría: Siderurgia
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