- Rafael Rodríguez Albert
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Rafael Rodríguez Albert
La Generación Musical de 1927
El compositor Rafael Rodríguez Albert
Nace en la ciudad de Alicante, el 6 de febrero de 1902.
Desde niño demuestra ya su inclinación y dotes artísticas. El Dibujo y la Pintura atraen su atención, además de la Música. Pero, entre los cinco y nueve años, un progresivo deterioro de la vista provoca una ceguera total, que le imposibilita para cultivar las artes plásticas.
Ya a los doce años escribe su primera composición, El General, un pasodoble dedicado a su padre, que interpretó la Banda Municipal de Villarrobledo, dirigida por el propio autor, de pantalón corto, en la estación de ferrocarril, a la llegada de un viaje del padre.
Los frecuentes traslados de toda la familia por la geografía manchega y finalmente a Valencia, dieron a Rodríguez Albert la oportunidad de enriquecer su mente, abrir su carácter y conocer el folklore y costumbres de los lugares que frecuentó.
En 1917 llega a Valencia, donde estudia piano con José Caballero, también ciego, Armonía con Ramón Ribes y Composición con Francisco Antich. Entre 1920 y 1923, en convocatoria libre del Conservatorio valenciano, supera todos los exámenes de la Carrera de Música y Composición con brillantes calificaciones. Completa, además, su Carrera de Piano, obteniendo el Primer Premio de Fin de Carrera. Premio que estuvo marcado por la emoción del intérprete, que se había despedido de su madre en el lecho de muerte, y al regresar, ésta acababa de expirar. Rafael dedicó este triunfo a la memoria de su querida madre.
Dada su gran capacidad de trabajo, cursó también en esta misma época la Carrera completa de Filosofía y Letras, y Derecho, del que sólo pudo terminar segundo, a favor de una mayor dedicación y lanzamiento como compositor.
Sus primeras obras datan de la década de 1920, todavía estudiante. En 1925 obtiene un primer reconocimiento oficial a su Colección de Canciones, sobre versos del poeta alemán Heinrik Heine, que consiguen Mención Honorífica en el Concurso Nacional de Música, convocado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Rafael Rodríguez Albert se traslada a París sucesivamente en 1929, 1931 y 1937, para conocer a las figuras musicales del momento. Allí recibe consejos y escucha opiniones de Poulenc, Honnegger, Milhaud, y, especialmente, Ravel, quien lo alienta para continuar su labor creativa.
Visita también a Manuel de Falla. El Maestro le aconseja que aborde el género orquestal, al tener ya Rodríguez Albert dominada la composición para piano. Nunca olvidaría Rafael sus sabias orientaciones, dedicando bastantes obras suyas a la memoria del genial gaditano.
Comienza pues su andadura en el terreno orquestal, sin abandonar la creación pianística, con una obra importante Cinco Piezas, para pequeña orquesta y piano, que estrena en 1928 la Orquesta de Cámara de Alicante, dirigida por José Juan Pérez y reestrenada en Madrid, en 1933.
En 1932, ingresa como profesor honorario de Armonía y Piano en el Instituto Provincial de Ciegos de Alicante, y en 1935, es nombrado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, profesor interino de Solfeo y Piano en el Colegio de Ciegos de Madrid, por lo que tuvo que simultanear los dos trabajos. Esta complicada situación se agrava al comenzar la Guerra Civil y tener que evacuar el Colegio de Madrid a Onteniente (Alicante) y el de Alicante, a las afueras de la ciudad.
En 1938, Alicante sufre uno de los peores bombardeos de la Guerra, y la vivienda donde habitaba Rodríguez Albert se ve seriamente afectada, comprobando con tristeza la destrucción de muchas de sus obras.
Al término de la contienda civil y sin motivo justificado, al igual que tantos otros maestros y profesores, algnos de los cuales sufrieron peor suerte, Rodríguez Albert es objeto de depuración, cese e inhabilitación para ejercer la enseñanza.
En 1940, la recién creada Organización Nacional de Ciegos ofrece a Rafael un puesto administrativo en la Delegación de Granada, separándolo de su ambiente, familia, amigos y prometida. Esta refinada forma de exilio interior dura cinco años, durante los que la bella ciudad andaluza le inspira dos obras para piano Nueve Preludios y Homenaje a Falla.
Tras arduas y largas gestiones, consigue su traslado a Madrid en 1947, acompañado ya de esposa e hija. Continúa con un puesto administrativo en la ONCE, compaginándolo con clases particulares, transcripciones al Braille para la biblioteca musical de la entidad, director de la Orquesta de Pulso y Púa de este organismo, que obtuvo numerosos premios y grabó con la casa Hispavox cinco discos de enorme difusión y éxito en los dos continentes americanos. Encontraba tiempo también para acudir a las manifestaciones artísticas (conciertos, teatro, conferencias, tertulias) a las que asistió durante toda su vida.
En 1952, Rafael Rodríguez Albert consigue, por primera vez, el Premio Nacional de Música por su Cuarteto en re mayor, para arco y guitarra.
Designado Representante de España por la ONCE, asiste en 1954 a la Conferencia Internacional de Musicografía Braille, en París, y, como miembro del Consejo Mundial de Protección al Ciego, se desplaza a Italia en 1967 y 1969.
Durante tantos años privado de su querida labor docente, se le presenta la oportunidad de optar, en concurso-oposición, a la plaza de catedrático de Estética e Historia de la Música en el Colegio Nacional de Ciegos de Madrid. Consigue la plaza por unanimidad, a pesar de no reconocerle como mérito y experiencia su labor docente antes de la guerra.
Se entrega de lleno y con ilusión a la nueva tarea, contactando con los jóvenes y transmitiéndoles sus conocimientos, su comprensión, su vitalidad. Escribe dos obras pedagógicas: Compendio de Armonía, Contrapunto y Fuga e Historia abreviada de la Música.
De nuevo en 1961 es galardonado con el Premio Nacional de Música por Fantasía en tríptico sobre un drama de Lope, para orquesta.
A nivel internacional, Rodríguez Albert queda finalista con su Sonatina en tres duales, de corte dodecafónico, para quitarra, en el Consurso Internacional de Guitarra de Lieja (Bélgica).
En 1973, por encargo del Instituto de Estudios Alicantinos, escribe Horas y Caminos, para Banda, inspirada en la obra de su admirado paisano Gabriel Miró Años y Leguas. Esta pieza fue estrenada en Alicante, en 1974 y en Madrid, en 1981.
Convocado por primera vez, en 1976, por la Universidad de Granada, el Premio Nacional de Composición Manuel de Falla viene a sumarse al palmarés de Rafael Rodríguez Albert por su composición para conjunto de cámara, guitarra, clave y voz La Antequeruela, nombre del carmen granadino que habitó Falla.
Tuvo la satisfacción de colaborar con prestigiosas plumas como las de García Lorca, con quien comenzó a musicar una ópera, desgraciadamente desaparecida e inconclusa; con Rafael y Guillermo Fernández-Shaw; con Antonio Buero Vallejo, Carmen Conde, Antonio Oliver, Ramón de Garciasol, Leopoldo de Luis y José Luis Gallego.
A finales de 1978, la salud de Rodríguez Albert, ya gravemente quebrantada a causa de una vida llena de actividad y entrega, desestimando los consejos médicos y familiares, se fue debilitando paulatinamente, hasta que el 15 de febrero de 1979, un edema pulmonar, tras breve postración, puso fin a una vida de ilusiones, optimismo, voluntad, compromiso y solidaridad.
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