Guerra colombo-peruana de 1932-1933

Guerra colombo-peruana de 1932-1933
Guerra Colombo-Peruana
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Territorios en disputa por Perú, Ecuador y Colombia desde principios del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, origen de la primera guerra colombo-peruana y del conflicto peruano-ecuatoriano.
Fecha 1 de septiembre de 1932-25 de mayo de 1933
Lugar Río Putumayo y afluentes.
Ciudad de Leticia, ubicada en la Comisaría (luego Departamento) colombiana del Amazonas.
Resultado Victoria colombiana. status quo ante bellum, ratificación del Tratado Salomón-Lozano de 1922.
Beligerantes
Bandera de Colombia
República de Colombia
Flag of Peru (1825 - 1950).svg
República del Perú
Comandantes
Enrique Olaya Herrera
Alfredo Vásquez Cobo
Luis Miguel Sánchez Cerro
Fuerzas en combate
Bandera de Colombia Ejército Nacional de Colombia
800-1500
Bandera de Colombia Armada República de Colombia
Colombian Air Force Roundel.svgAviación Militar Colombiana
Flag of Peru (1825 - 1950).svg Ejército del Perú
Flag of Peru (1825 - 1950).svg Marina de Guerra del Perú
Flag of Peru (1825 - 1950).svg CAP
Bajas
entre 150 a 250 (en su mayoría por enfermedad). entre 200 a 240 (en su mayoría por enfermedad).

La Guerra colombo-peruana de 1932-1933 se refiere al conflicto armado entre la República de Colombia y la República del Perú entre los años de 1932 y 1933. El conflicto se llevó cabo en la cuenca del Río Putumayo, la Ciudad de Leticia, ubicada en la Comisaría colombiana del Amazonas. La guerra terminó con la ratificación del Tratado Salomón-Lozano de 1922.

Contenido

Historia

Origen

La Real Cédula de 1802

Un personaje español, don Felipe de Requena , vino a ser el autor intelectual de un instrumento jurídico que iría a formar parte fundamental de la cuestión limítrofe colombo-peruana. Miembro de la comisión hispanoportuguesa de demarcación de fronteras en los ríos Yavarí y Negro, permaneció más de 14 años en esos territorios, siendo designado a su regreso a España como asesor del Consejo de Indias.

Habiendo conocido la labor cumplida por la Compañía de Jesús con los aborígenes de la región amazónica, y las graves perturbaciones que allí produjo la expulsión de la comunidad jesuita por Carlos III, propuso al Consejo establecer una sede episcopal en Mainas, cuya jurisdicción cubría los territorios de Quijos y Jaén. De allí resultó la promulgación, el 15 de julio de 1802, de la Real Cédula que creó el obispado de Mainas, sufragáneo del Arzobispado de Lima.[1]

El virrey de la Nueva Granada elevó ante el Rey el denominado “Recurso de Súplica”. Lo propio hizo la Real Audiencia de Quito. Al no ser confirmada la Real Cédula, como era de rigor ante dicho recurso para que entrara en vigencia, el obispado no llegó a tomar forma, máxime si se tiene en cuenta que el Ilustrísimo Señor Sánchez Rangel, designado obispo de Mainas, solicitó al Rey suprimir dicho gobierno.

El historiador Francisco Andrade Suescún, al referirse a estos hechos, anota que en 1818, esto es 16 años después de haber sido promulgada la Real Cédula en referencia, se publicó bajo el virreinato del brigadier Juan Sámano la "Guía de Forasteros del Virreinato de la Nueva Granada", que incluyó a Jaén, Mainas y Quijos como provincias del dicho virreinato. Esta información oficial no se habría hecho pública, de no existir la certeza de que dichas provincias pertenecían a la jurisdicción territorial del Virreinato de la Nueva Granada.

La era republicana

Pasando a la época contempóranea, el ya citado historiador Andrade Suescún informa que el poeta peruano José Santos Chocano, en un folleto titulado El Escándalo de Leticia, que apareció después del conflicto de 1932, analiza la Cédula Real de 1802 para concluir que ella no estableció segregación territorial del Virreinato de la Nueva Granada ni agregación al del Perú.

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Ejército colombiano realizando maniobras antes de dirigirse a la zona del conflicto.

Don Nicolas buitrago A., quien como embajador de Colombia ante el gobierno del Perú pactó con don Alberto Salomón, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, el Tratado que lleva sus nombres, demuestra en un profundo estudio que “La Cédula de 1802 no fue de segregación territorial” y agrega que “Las altas autoridades civiles y militares del Perú, durante la Colonia, no consideraron la Cédula de 1802 como título territorial”, en tanto el gobierno del Perú tan sólo en 1853 adujo que dicho instrumento determinara límites entre los dos virreinatos.

El internacionalista Joaquín Caicedo Castilla, en su afamada Historia Diplomática, se ocupa también de la Real Cédula de 1802 y presenta dos interesantes estudios, uno Examen jurídico, el otro el Proceso Histórico, y demuestra la razón que ha asistido a las autoridades de la Gran Colombia, la Nueva Granada y la Colombia actual, frente a las tesis del Perú y el Brasil.

Colombia y el Uti Possidetis Juris a creación de la República de Colombia por Simón Bolívar en Angostura, refrendada por el Congreso de Cúcuta en 1821, planteó para la nueva nación múltiples cuestiones en medio de la guerra que constituía la más alta prioridad para el Estado naciente. Entre tales materias, el establecimiento de relaciones diplomáticas con las naciones iberoamericanas en proceso de formación, revestía alta importancia dentro del pensamiento geopolítico de Bolívar.

Surgió así la conveniencia de establecer normas jurídicas que, de ser aceptadas por los distintos gobiernos, facilitarían la celebración de acuerdos para arreglar diferendos que pudiesen presentarse entre las partes. Las autoridades colombianas consideraron entonces, como lo habían hecho sus antecesoras en la Primera República, acoger el principio del Uti possidetis juris, por el cual se aceptaban las fronteras fijadas por España entre sus posesiones americanas, y vigentes el año de 1810 cuando la mayoría de las naciones hispanoamericanas iniciaron sus movimientos independentistas.

Gobernaba el Estado de Cundinamarca don Jorge Tadeo Lozano , cuando arribó a Santafé en 1811, con carácter de enviado de la Junta Suprema de Caracas, el canónigo José Cortés de Madariaga, natural de Chile y uno de los principales protagonistas del movimiento del 19 de abril de 1810 en Caracas. Con dicho personaje se firmó un tratado por el cual se aceptaba el principio del Uti possidetis juris, que por primera vez convirtió esta teoría en doctrina dentro del continente americano.

Años después el imperio del Brasil, trastrocando la esencia de este principio, adoptó el de Uti possidetis de facto, practicado por Portugal desde los días de don Manuel el Afortunado y don Pedro Álvarez Cabral. Se pasaba así de la posesión jurídica a la ocupación de hecho, lo que convenía a los intereses expansivos del Brasil. El gobierno de Colombia designó embajadores ante el de México a don Miguel Santamaría y ante los de Perú, Chile y la Argentina a don Joaquín Mosquera, quienes adelantaron positiva labor. Al respecto señala el historiador Germán Cavelier: “El genio internacional de Bolívar, Santander y Gual, no reside en haber obtenido el reconocimiento de Colombia por las grandes potencias, sino en haber sido los creadores de alianzas americanas alrededor de Colombia, ejemplo de acción internacional único en la historia de América”. En Lima, don Joaquín Mosquera firmó con don Bernardo Monteaguado, Secretario de Relaciones Exteriores del Perú, un Tratado de Unión Perpetua. La cuestión de límites territoriales se aplazó, pero quedó reconocido el principio del Uti possidetis juris de 1810.

Las provincias de Quijos, Jaén y Mainas

El gobierno del Perú convocó a elecciones en 1822, e incluyó como territorios de su jurisdicción las provincias de Quijos , Jaén y Mainas , pero que habían formado parte del Virreinato de la Nueva Granada desde su creación. Don Joaquín Mosquera, como representante de Colombia, reclamó y fue escuchado, por lo cual dichas provincias fueron excluidas de los comicios peruanos. Este es un antecedente importante por cuanto, años después, en 1826, se repitió la citación a elecciones en las tres provincias por el gobierno del Perú. Correspondió entonces presentar protesta formal por este hecho a don Cristóbal Armero , ministro de Colombia en el Perú, en medio de serias tensiones provocadas por la rebelión de la Tercera División colombiana en Lima, que había quedado allí después de la victoria de Ayacucho.

El último enfrentamiento reciente entre tropas peruanas y colombianas había tenido ocurrencia en el punto llamado La Pedrera, situado sobre la orilla izquierda del río Caquetá, afluente del Amazonas, a mediados de 1911. La suerte no había favorecido a las armas colombianas, dada la superioridad numérica de los peruanos que, al mando del teniente coronel Oscar Benavides, obligaron a los colombianos, comandados por el general Isaías Gamboa, a emprender la retirada. Con este antecedente, que no pasó a mayores, se abrió carrera entre los peruanos de todos los niveles, la creencia de que de hecho se había creado un título para desalojar a Colombia del Amazonas y extender la frontera peruana a territorios que, por tradición y en virtud de los títulos españoles, siempre han pertenecido y sido reconocidos como parte del territorio colombiano. Mediaba la peculiar circunstancia de que el Brasil jamás había querido acogerse al principio del Uti possidetis juris de 1810 (mantener las divisiones administrativas españolas tal como estaban en ese año), sino que invocaba el principio del Uti possidetis facti (como estaba la ocupación de hecho en el momento de la delimitación), que le resultaba más favorable, gracias a su mayor capacidad de expansión frente a países como Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, etc., que mal podían emular con su gigantesco vecino. La mentalidad que hacía de la ocupación un título al territorio se había generalizado de tal modo en la región amazónica, que el Perú, que por años había sido una potencia militar frente a Colombia, no dejaba de lado sus intenciones de hacerse de estos teritorios.[2]

Explotación cauchera peruana en territorio colombiano

Artículo principal: Conflicto de La Pedrera
Retrato del presidente de Colombia Enrique Olaya cuyo gobierno tuvo que afrontar un conflicto armado con Perú.

La explotación del caucho había sido uno de los grandes rubros de exportación a principios del siglo y una firma peruana, la Casa Arana, había establecido sus reales desde Iquitos hasta bien entrados los afluentes del Amazonas en el actual territorio colombiano. A medida que avanzaba la polémica entre los dos gobiernos acerca de la naturaleza del episodio ocurrido en la madrugada del 1 de septiembre de 1932, con la captura de Leticia, se hicieron patentes las dos posiciones encontradas. Para el Gobierno de Colombia se trataba de un caso de policía, de un problema estrictamente doméstico, como era la toma por unos particulares de una población colombiana, mientras que, para el Perú, el golpe de mano, que había sido, en sus inicios, según sus propias palabras, una perturbación provocada por los comunistas,[3] poco a poco se fue convirtiendo en una cuestión internacional, que el propio dictador calificaba como la expresión de “incontenibles aspiraciones” de la nacionalidad, herida por el Tratado. Era la revisión del instrumento de 1922, con lo cual Sánchez Cerro se proponía recuperar para el Perú los territorios cedidos sobre el Amazonas en el sector comprendido entre el Ecuador y el Brasil. Es preciso aclarar que en los relatos de la época; que en las conversaciones privadas, durante las largas noches de espera; entre las partes involucradas, y al traducir los cables en clave provenientes de Bogotá, habían observaciones de que la mayor parte de las guerras se iniciaban con un problema doméstico, empezando por la guerra de Troya, y terminaban en un conflicto internacional.

Debido a que en un principio se aducían razones comerciales, luego encontrándose una pléyade de razones (desde el impugnado tratado; hasta razones de problemas domésticos entre cónyuges), estalla en Febrero de 1933 el conflicto entre Colombia y Perú ocurrido durante las administraciones de los presidentes Enrique Olaya Herrera y Luis Miguel Sánchez Cerro respectivamente.

Ante el actuar peruano al no quedar satisfechos los habitantes del cordón fronterizo entre Colombia y Perú por tal tratado, un grupo de habitantes del lado peruano se alzaron en armas y se tomaron de manera violenta la capital del departamento colombiano del Amazonas, infirendose de que en esta parte de territorio se mantienía (y aún hoy día por parte de autoridades brasileñas se asegura éste postulado); de que existe una gran bolsa de petróleo, aparte; los colonizadores peruanos estaban tras de los cultivos del árbol de Látex, de donde se extrae el caucho, muy codiciado por esa entonces por su elevado precio.

Aparte de ello, el alegado incumplimiento por parte de Colombia del Artículo 8º del tratado de delimitación Salomón-Lozano de 1922, por la alegada acción sistemática y continuada de las autoridades colombianas, según las autoridades peruanas al dificultar la navegación y el comercio, especialmente en el río Amazonas y en el río Putumayo, afectó según sus estimaciones; profundamente la vida económica de esa parte de la región amazónica peruana y aumentó en el elemento peruano la oposición al Tratado Salomón-Lozano de 1922.

Por el Tratado Salomón-Lozano de 1922 se ceden de manera virtual; legítima y ante entes internacionales a Colombia los territorios peruanos comprendidos entre los ríos Caquetá y Putumayo.

Aunque aprobado por los congresos de ambos países, el Tratado Salomón-Lozano fue rechazado por la opinión pública peruana, y aprobado por la opinión colombiana al ver incorporados a su soberanía estos territoros que han sido siempre reconocidos como peruanos. El rechazo fue mayor en el amazónico Departamento de Loreto del lado peruano, porque fueron los primeros colonos del llamado trapecio amazónico y fundadores de la ciudad de Leticia; además de los habitantes de Arica y Tarapacá, llamadas así en honor de los territorios del sur peruanos, perdidos tras la guerra con Chile.[4]

Leticia es una ciudad que fue fundada por los peruanos Enrique Vigil y el Capitán Benigno Bustamante el 25 de abril de 1867 y que fue entregada, por el presidente Augusto B. Leguía, a Colombia contra la voluntad de sus 17,000 habitantes que, por la fuerza, fueron obligados a cambiar de nacionalidad por el Tratado Salomón-Lozano de 1922.[5]

La invasión peruana al trapecio amazónico

El 1 de septiembre de 1932 un grupo de 48 ciudadanos peruanos (iquiteños y pucallpinos), al mando del Ingeniero y Músico Oscar Ordóñez de la Haza y del Alférez del Ejército Peruano (R) Juan Francisco La Rosa Guevara junto con al rededor de 200 soldados peruanos de la guarnición de Chimbote, irrumpen en Leticia para reclamarla como peruana, capturando a las Autoridades y a la Guarnición colombianas allí destacadas, de 18 policías comandados por el Coronel Luís Acevedo y que tenían como segundo jefe al Mayor Jorge Pinzón. Las tropas colombianas son desarmadas y, junto a las autoridades de ese país, conminadas a abandonar Leticia lo cual efectúan siendo ellos expulsados hacia el Brasil.

El presidente peruano Luis Miguel Sánchez Cerro fue sorprendido por la noticia pues creyó que se trataba de un complot de sus enemigos y decide respaldar a los peruanos enviando tropas a Leticia y Tarapacá.

Inicio de las acciones militares

Primeras Acciones Militares

Afrontar los costos de la guerra en los países involucrados en el conflicto era imperativo. Principalmente para Colombia había limitaciones financieras. Las fuerzas armadas de ambos países, y especialmente de Colombia no contaban con el material de guerra básico y adecuado para hacer una presencia efectiva en los territorios selváticos, dotarlas de esos medios era pues un gran reto para ambos países y por supuesto para sus dirigentes.

A la ausencia de vías terrestres por parte de Colombia se sumaba la virtual inexistencia de una marina de guerra y la gran distancia entre el trapecio y los puertos del Océano Pacífico.

En 90 días Colombia organizó una fuerza militar con escuadrones de la FAC, tripulados por aviadores colombo-alemanes pilotos de Scadta y algunos mercenarios comandados por el Coronel Herbert Boy, tripulando aviones nuevos de fabricación norteameriaca que fueron entregados a Colombia con particular rapidez y viejos aviones comerciales de fabricación alemana anteriormente operados y cedidos por la Scadta a la FAC (un Junkers W-33 y dos Junkers F-13) los cuales fueron acondicionados para portar armamento. También se consiguió en Alemania algunos aviones civiles que tuvieron que ser también acondicionados para las operaciones militares.

El general colombiano Alfredo Vázquez Cobo, luego de organizar una flotilla fluvial de barcos viejos que adquirió Colombia en Europa a raíz de los sucesos de Leticia, arribó con dicha flotilla, a finales de diciembre de 1932, a la desembocadura del Amazonas no obstante que el presidente colombiano Enrique Olaya Herrera no autorizó la reconquista de Leticia empleando la flotilla naval porque en el puerto había más tropas peruanas que en Tarapacá y porque a diferencia del Putumayo, en el Amazonas solamente una ribera era colombiana y la otra, brasileña.

Por el lado peruano la CAP contaba ya con una aviación y armada suficiente para hacer frente a las adquisiciones colombianas y la Marina de Guerra del Perú ya era muy superior a la armada colombiana, sin embargo se generaron abundantes pedidos de más material a EEUU y Europa, material que demoraría en llegar al país, impidiendo su uso en las operaciones; se establecieron rutas para trasladar los aviones desde Ancón y Las Palmas hasta el campo de operaciones, el 21 de febrero de 1932 durante uno de estos traslados la escuadrilla formada por 3 hidroaviones sufre un contratiempo y posterior accidente falleciendo el aviador arequipeño Alfredo Rodríguez Ballón , los heridos y 2 hidroaviones y tuvieron que ser rescatados del Pongo de Manseriche.

Operaciones efectivas

  • Belem do Pará, Brasil

El 24 de diciembre de 1932 llega a Belem do Pará, en territorio brasileño, la Expedición Amazonas (Armada de Colombia) embarcando al Destacamento Amazonas (Ejército de Colombia) y se prepara para remontar el Río Putumayo rumbo a Tarapacá, que se encontraba en manos de las fuerzas peruanas, con el fin de obtener el control sobre el Río Putumayo.


  • El Encanto

El 20 de enero de 1933, en la guarinción de El Encanto, tres soldados colombianos cruzan el río Putumayo para hacer un reconocimiento en el lado peruano, estos soldados se encuentran con 30 soldados peruanos y entran en combate, cayendo muerto uno de los soldados colombianos y otro más herido. Cuando los dos sobrevivientes regresan a su guarnición reportan haber dejado a 6 soldados peruanos muertos, el soldado herido de nombre Cándido Leguizamo, moriría posteriormente por sus heridas en Bogotá.


  • Tarapacá

El 13 de febrero la flota colombiana se encontraba en aguas de la linea Apoporis-Tabatinga, en el sitio denominado Cardozo, cerca a Tarapacá. Al medio día una escuadrilla peruana de observación voló sobre el río Putumayo, reconociendo algunas unidades de la flotilla colombiana anclada en Cardozo, a pesar de que se había dispuesto un adecuado mimetismo de los buques; al atardecer, siete aviones de combate de la Aviación Militar Colombiana acuatizaron cerca a los buques, mientras que un grupo de aviones de transporte con combustible, repuestos, munición y personal medico arribó a La Pedrera.

El 14 de febrero de 1933 Vázquez Cobo envió un mensaje a los civiles peruanos armados que ocupaban Tarapacá, puerto sobre el río Putumayo, invitándolos a rendirse, sin embargo ese día, poco después, aparecieron 3 aviones peruanos de ataque (del tipo Vought Corsair) y sin escolta de aviones de caza (debido a que el día anterior el reconocimiento aéreo no detectó los aviones colombianos junto a la flotilla), comandados por el teniente Baltazar Montoya de la CAP, e intentaron bombardear al barco colombiano MC Córdoba, impactándole con una bomba que no explosionó; pero luego se lanzaron en retirada al ser interceptados por 3 aviones de caza colombianos (tipo Curtiss Hawk-II). A las 14 horas del mismo día, una escuadrilla aérea colombiana conformada por 3 cazas y 4 bombarderos (un Junkers K-43, tres Dornier Wall y un Junkers F-13), lanzaron 12 bombas pesadas y 47 livianas sobre las instalaciones peruanas en Tarapacá.

El 15 de febrero de 1933 tropas colombianas atacan a la guarnición peruana de Tarapacá al mando del teniente peruano Gonzalo Díaz, por medio de un bombardeo aéreo y un posterior asalto anfibio, provocando la retirada total de las fuerzas peruanas de dicha plaza, al parecer los peruanos no tuvieron una sola baja en el ataque colombiano pero dejaron abandonados dos cañones Krupp de 75mm, varias fortificaciones y material de logística. Ese mismo día Colombia rompió relaciones diplomáticas con el Perú; fue expulsado de Colombia el doctor Enrique Carrillo, ministro plenipotenciario del Perú, y escoltado hasta Buenaventura; esto como consecuencia del ataque aéreo a la flotilla colombiana del día anterior.

El 16 de febrero cinco aviones peruanos procedentes de su base aérea de Yaguas intentaron, sin resultado alguno, bombardear al cañonero MC Barranquilla, que había zarpado en misión de exploración. Al aparecer en el horizonte los cazas colombianos, emprendieron la retirada sin presentar combate.

El sábado 18 de febrero de 1933, se realiza una manifestación de protesta, por parte de ciudadanos peruanos, delante de la residencia del embajador de Colombia en el distrito de Barranco; provocando un disturbio y el saqueo de la casa del embajador.


  • Chavaco

El día sábado 18 de febrero la aviación peruana atacó la isla de Chavaco en frente de Güepí y ocupada por 30 soldados colombianos al mando del capitán Angel María Diago, uno de los aviones peruanos fue derribado cayendo en llamas al río Putumayo.


  • Paita

El 21 de febrero una aeronave Corsair de la CAP pilotada por el Major A. Chavez Fonseca, tiene problemas en el motor sobre Paita y se estrella con resultados fatales, al día siguiente uno de los tres nuevos aviones Douglas O-38P enviados desde Ancón hacia el frente de combate se perdió cuando el piloto de este avión, el Subteniente Rodriguez, aterrizó forzosamente su avión en el río Putumayo en el sector de La Tagua, los tripulantes escaparon ilesos al accidente pero abandonaron su aeronave (aeronave que sería posteriormente capturada por las fuerzas colombianas, reparada y exhibida como trofeo de guerra hasta su devolución al gobierno peruano en 1934); los O-38P sobrevivientes junto a los Corsairs tuvieron éxito en localizar a la lancha colombiana Estelita, pero sus bombas no pudieron hacer blanco debido a la exagerada altitud a la que lanzaron sus bombas, (más de 1.500m de altura sobre el terreno).


  • Buenos Aires

El día 17 de marzo el general colombiano Efraín Rojas, con el buque MC Pichincha y una sección de infantería del Destacamento Amazonas, atacó un puesto peruano en un caserío ubicado a tres horas del sitio denominado Buenos Aires, sobre el río Cotuhé, obligando al repliegue de 50 soldados peruanos. A las 17:00, entre seis y ocho aviones peruanos (O-38P y Corsairs) bombardearon la posición tomada por los colombianos, dejando un soldado colombiano muerto y seis más heridos debido al impacto de una de las bombas en el cañonero ARC Pichincha, pero que no perforó su blindaje; y la captura por parte de las fuerzas del Perú del guía colombiano José María Hernández, al que fusilaron en Iquitos días después; al mismo tiempo uno de los aviones peruanos fue derribado. Al no tener certeza de recibir apoyo aéreo, la flotilla colombiana se retira del área esa misma noche.


El 26 de marzo de 1933 el ejército de Colombia atacó, durante ocho horas, a la guarnición peruana acantonada en Güepí compuesta de alrededor de 200 soldados, empezando con fuego de la artillería de montaña desde la isla Chavaco, artillería de los cañoneros MC Cartagena y MC Santa Marta de la Fuerza de Expedición Amazonas y bombardeo con la escuadrilla de la fuerza aérea, conformada por once aviones, al destacamento peruano. Luego se realizó un ataque anfibio de infantería del "Destacamento Putumayo" con cerca de 1000 soldados desde el norte (cruzando el río), el este y el oeste. Las fuerzas peruanas resistieron durante las ocho horas, cediendo lentamente terreno, hasta que al verse flanqueadas y casi rodeadas, quedando como única vía de abastecimiento la estrecha trocha hacia Pantoja, se retiraron desordenadamente por esa misma vía, abandonando a sus heridos junto con abundante material bélico y pertrechos; debido a que la guarnición de Güepí estaba bien fortificada con trincheras y bunkers, las bajas peruanas fueron escasas a pesar del intenso bombardeo previo al desembarque colombiano; al mismo tiempo las aeronaves peruanas se retiraron hacia Pantoja, abandonando algunos aparatos ya inutilizados. Algunos pelotones colombianos intentaron seguir a los peruanos en retirada pero al caer la noche y al no conocer este territorio se canceló la persecusión. El saldo del día fue 5 militares colombianos muertos y 9 heridos; del lado peruano 10 muertos, 2 heridos y 24 prisioneros incluido al teniente peruano Teodoro Garrido Lecca, el número de prisioneros en los días siguientes aumentarían a 46; así como la permamencia de las tropas colombianas en Güepí.

La aviación peruana el día 28 de marzo condujo un ataque sobre Güepí, acción que fue repelida por el fuego antiaéreo del MC Santa Marta. Prosiguiendo hacía el oeste localizan la lancha Sinchi Roca que trasportaba los 46 prisioneros peruanos tomados en Güepí, atacándola y forzándola a encallar en la orilla baja; tan solo pereció el timonel de la embarcación colombiana. Siguen una serie de escaramuzas en el intento de los peruanos de recuperar Güepí. La principal de estas tuvo lugar el 10 de abril, cuando en un choque con las avanzadas colombianas mueren un sargento y dos soldados peruanos.


  • Calderón

El domingo 16 de abril una unidad peruana comandada por el teniente coronel Oscar Sevilla ataca con fuego de fusiles y ametralladoras a una compañía de infantería colombiana del Batallón Juanambú perteneciente al Destacamento Putumayo, esta compañía estaba comandada por el mayor Diógenes Gil y se encontraba formada y sin el armamento listo, ya que se estaba pasando revista de aseo a esta unidad, el combate se registró en el puerto llamado Calderón, a 63Km de Puerto Arturo del lado colombiano del río Putumayo; dejando como saldo un soldado colombiano muerto y 5 más heridos, al parecer las fuerzas peruanas no tuvieron bajas pero se retiraron del área.


  • Yabuyanos

El 29 de abril, a las 23 horas, en el sitio conocido como Yabuyanos, a 80Km río arriba de Calderón, la compañía de infantería peruana Maldonado con 80 soldados y comandada por el teniente coronel Oscar Sevilla atacó a los cañoneros MC Cartagena y MC Santa Marta que transportaban dos compañías de infantería colombianas hacia Calderón, las fuerzas colombianas al mando del general José Dolores Solano respondieron el ataque y al amanecer siguiente realizaron un desembarco poniendo en fuga a las fuerzas peruanas. al final las fuerzas colombianas reportaron un soldado colombiano herido y dos peruanos muertos.


  • Rio Algodón

El 1º de mayo de 1933 la flota colombiana se reagrupa y el día 7 del mismo mes, a las tres de la mañana, cerca de Puca-Urco (Puerto Saravia), el cañonero colombiano MC Barranquilla tocó una mina que no dejó graves daños, y luego fue hostigado desde tierra. A las once de la mañana la flota colombiana contraatacó a la posición de Puca-Urco, pero los peruanos la abandonaron antes. Luego se dirigieron al río Algodón donde el Perú tenía una base aérea para hidroaviones, pero al hacerse de noche no la pudieron detectar, aprovechando esto, los peruanos evacuaron su flota de aviones de esa base.

El día 8 de mayo la flotilla colombiana intentó de nuevo, pero esta vez de día, atacar la base aérea peruana siendo recibida por los aviones peruanos que procedieron a bombardear a la flota colombiana, en ese preciso instante los aviones colombianos se dirigían hacia la flota para apoyar el ataque a tierra, por lo que las aeronaves peruanas no tuvieron tiempo suficiente para bombardear y se pusieron a la defensiva atacados por la artillería antiaérea de la flotilla colombiana y por los caza-bombarderos colombianos; en esta acción fue derribado el avión del piloto peruano Teniente Américo Vargas; luego los aviones peruanos se retiraron a otra base. Después la flotilla colombiana desembarcó a las tropas del Destacamento Amazonas en la base de río Algodón sin encontrar resistencia; aún así se capturaron a 4 militares peruanos que se quedaron rezagados, además de abundante material bélico, de logística, y un taller para aeronaves.


  • Frente Naval

El 4 de mayo la Fuerza Avanzada del Atlantico de la Marina de Guerra del Perú cruzó el canal de Panamá junto con la flota fluvial peruana completando así un cerco naval a las costas caribe y pacífico colombianas con el crucero BAP Almirante Bolognesi y los submarinos R-1 y R-4 de la Marina de Guerra del Perú apostados en el Pacífico y el crucero BAP Almirante Grau junto a los destructores BAP Almirante Villar y BAP Almirante Guise en el Atlántico, obligando la creación por parte del estado colombiano de una base de hidroaviones en Buenaventura y otra en Cartagena de Indias. El 15 de mayo llega a Belem do Pará (Brasil) la flota fluvial peruana con el fin de hacer frente a la flota de la Expedición Amazonas en el Río Putumayo enviando el Crucero BAP Lima y el Cazatorpedero BAP Teniente Rodríguez.


  • La Zoila

El 26 de mayo, las tropas colombianas aún no conocían lo acordado en Ginebra el día anterior sobre la suspensión de hostilidades, 10 soldados colombianos al mando del subteniente Guillermo Aldana, sorprendieron y capturaron a 3 oficiales y 76 soldados peruanos comandados por el capitán Manuel Badárrago, tomándoles 43 fusiles y 3 ametralladoras, la acción se llevó a cabo por medio de un golpe de mano nocturno de estos soldados colombianos contra un campamento peruano en el sitio denominado La Zoila, a 35Km de distancia de Güepí, aún en manos colombianas.


  • Leticia

El 25 de junio de 1933 las tropas peruanas se retiran de Leticia, entregándola a la delegación de la Liga de Naciones, y el conflicto finaliza.

Fin del conflicto

El 30 de abril de 1933 es asesinado, por un militante del partido aprista, el presidente peruano Luis Miguel Sánchez Cerro, al salir de la revista en el Hipódromo de Santa Beatríz en Lima de los 25.000 soldados que se iban a movilizar al teatro de operaciones. Su sucesor, el general Óscar Benavides, amigo del electo Presidente colombiano Alfonso López Pumarejo, jefe del Partido Liberal colombiano, se reunió con él 15 días después en Lima. Perú acepta entregar Leticia a una comisión de la Sociedad de Naciones, que permaneció un año estudiando posibles alternativas de solución al conflicto. De igual forma Colombia entregó al Perú la guarnición de Güepí 30 días después de la firma del cese de hostilidades, además de entregar a todos los prisioneros de guerra peruanos y el material bélico capturado, incluyendo varios aviones peruanos capturados, en el periodo de un año.

Colombia y Perú se reunieron luego en Río de Janeiro para pactar la paz y quedó ratificado el Tratado Salomón-Lozano de 1922, aún hoy día vigente y aceptado por ambas partes.[7]

Otras guerras relacionadas

Bibliografía

  • Conflicto de Leticia: Colombia, Perú, Ecuador, México y Brasil,Autor:Julián López García
Editorial:Librería General de V. Suárez, Año de Edición: 1933,Nº. de páginas: 72 páginas.
  • Historia de la República del Perú 1822 - 1933 Autor:Jorge Basadre Grohmann, Octava Edición corregida y aumentada, Tomo 13, Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma", Capitulo X, El Conflicto con Colombia y la Campaña del Nor-Oriente, páginas 3315-3343.
  • Conflicto Amazónico 1932 / 1934 de Villegas Editores, Bogotá, Colombia; Autores: Juan Camilo Restrepo, Luis Ignacio Bentancur; Publicado en el año 2001, ISBN:9588160111. Nº. de Páginas: 201.
  • Historia de las Fuerzas Militares de Colombia de Editorial Planeta, 1993, Bogotá, Colombia; Tomos 3, 4 y 5.
  • von Rauch, Georg. "A South American Air War...The Leticia Conflict". Air Enthusiast Number 26, Diciembre 1984-Marzo1985. Bromley Kent UK: Pilot Press. ISSN 0143-5450. pp. 1–8.

Referencias

Enlaces externos


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