- Seminario Conciliar de México
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Reseña Histórica
Iniciada la misión evangelizadora en América durante el siglo XVIII se concretaron muchas expectativas para la formación de la Iglesia en México, dentro de las cuales la prioridad fue la fundación de colegios, doctrinas y conventos, los cuales se dieron como una importante inspiración en el campo de la propagación de la fe cristiana. Muchos de estos centros educativos para indígenas se fundaron pocos años antes del 1563 cuando el Concilio de Trento había decretado la fundación de seminarios de carácter catedralicio. En México la diferencia entre los colegios para los hijos de los nobles y los seminarios para clero nativo fue desapareciendo paulatinamente, de hecho fueron los segundos quienes prevalecieron en el marco de la formación de la Iglesia del nuevo Mundo. Los fenómenos del mestizaje y del Criollismo no obstaculizaron la formación de una nueva conciencia eclesial. Más todavía el interés de España por la erección de instituciones fundamentales en el nuevo territorio conquistado permitió la generación de una identidad religiosa única en la iglesia, la cual se vería reflejada en la identidad de un seminario que fomentaría las vocaciones indígenas, criollas y mestizas. El III Concilio provincial Mexicano celebrado en 1585 hablaba ya sobre la fundación del Seminario Conciliar como lo pedía Trento. En 1592 Felipe II expidió una Cédula Real donde ordenó la fundación de seminarios en todos los virreinatos de la Nueva España. A pesar de las disposiciones de la Corona los intentos de fundación de los seminarios en México fueron lentos pero consistentes. Transcurrió un siglo desde las primeras voces del III Concilio Provincial Mexicano hasta el 28 de noviembre de 1689 cuando el Virrey Conde de Galve y el Arzobispo de México Don Francisco de Aguiar y Seijas acordaron mediante decreto la fundación del Seminario Conciliar de México. El 12 de diciembre de mismo año, durante la celebración de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, se colocó la primera piedra y fue bendecida la obra de construcción del Seminario, siendo corroborada días después por el mismo Virrey. El Consejo de Indias informaba periódicamente al Rey de España sobre los avances de la formación del Seminario. La Corona respondió aprobando el proyecto por medio de una Cédula Real, ordenando que se reservara un presupuesto para sostener becas indígenas. Seis años después, el 1º de octubre de 1697, el Arzobispo Aguiar y Seijas emitió las primeras Constituciones para el Seminario Conciliar de México, y el 18 de octubre del mismo año bendijo el inicio de las clases de gramática y moral, considerándose ésta la erección canónica y la apertura. Al año siguiente, el 14 de octubre de 1698 murió el Arzobispo Francisco Aguiar y Seijas, habiendo concluido uno de los proyectos pastorales más importantes en la historia de la evangelización y de la Iglesia mexicana.
Con el paso del tiempo se fueron agregando nuevas cátedras a la enseñanza de la filosofía y teología, a la par de las constantes renovaciones de las constituciones que servían de reglamentación interna, se hacían necesarias, además, ciertas modificaciones del inmueble del Seminario, pertinentes ajustes económicos, etc. El periodo que corre de principios del siglo XVIII y parte del XIX puede ser considerado como el de la definición y maduración institucional del Seminario. Con la promulgación de las Leyes de Reforma en 1860, el Seminario es protagonista de los cambios socio políticos del país. Un año después el Seminario es clausurado y expropiado del inmueble donde permanecía, contiguo a la Catedral Metropolitana. A partir de este momento los cambios de sede fueron sucesivos. El mismo Benito Juárez intervino en el destino del Seminario otorgándole el exconvento de los padres camilos en 1861. En 1873 interviene por asalto al Seminario so pretexto de un requerimiento legal contra los jesuitas, especialmente de los extranjeros. El Seminario, junto con la Iglesia vivieron toda una época de tensiones por la conformación republicana del México Moderno. Los proyectos de reformar y ampliar el Seminario se vieron interrumpidos por el estallido de la Revolución mexicana.
A partir de 1914 se sufrió con más rigor una persecución contra la Iglesia mexicana por parte de los gobiernos posrevolucionarios. La Santa Sede recibía informes puntuales de los acontecimientos eclesiales de México, con interés particular sobre el Seminario Conciliar de México. La confiscación de sus bienes le orilló a cambiar de sede nuevamente. A partir de 1928 el Seminario se instaló en la quinta de Regina de Mixcoac, en 1929 en la exfábrica de zapatos Excelsior, en la así llamada casa de la Bola en Tacubaya y en algunas otras casa alquiladas. Esto generó la creación de los seminarios auxiliares de Temascalcingo, Valle de Bravo, de San Juan de Teotihuacan y en el pueblo de Tlalpan.
El proyecto de formación de estas sedes se concretizó a partir de 1930, no sin insistirle al gobierno sobre la devolución de los inmuebles propios del Seminario, cosa que nunca se logró, como es evidente hasta nuestros días. El 3 de febrero de 1932 se inauguró el Seminario auxiliar de Temascalcingo. El 9 de septiembre de 1934 se trasladó el Seminario a los anexos de la parroquia de San Agustín de las Cuevas en Tlalpan. para entonces se había hecho publica la reforma al artículo 3º constitucional en contra de los seminarios en México.
A pesar de las amenazas de cierre de todas sus casas, el Seminario evitó a toda costa el conflicto con el Estado, intolerante en materia religiosa. Sin embargo en 1940, habiendo amainado la adversidad política, se entregó la casa de Moneda 2 en Tlalpan para la construcción de la nueva sede. Cinco años más tarde se estudió y determinó la construcción del Seminario, ahora en medio de dificultades económicas, la cual concluyó con la consagración del altar de la capilla por la unción del Arzobispo de México Cardenal Miguel Darío Miranda y Gómez.
El Seminario Menor dejó la casa de Temascalcingo el 8 de marzo de 1964, pasando a ocupar su nueva sede el 10 de abril del mismo año en las actuales instalaciones de la Casa Huipulco. La estabilidad social en nuestro país tuvo un periodo cierto en la década de los sesenta y setenta posteriormente, durante el mismo, el Seminario obtuvo un auge notable al hacer real lo proclamado por el Concilio Vaticano II en materia de educación y formación sacerdotal con la apertura del Colegio de Bachilleres, primero en Huipulco y luego en Xochimilco, en 1966. Le seguiría la fundación del Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos, en la sede del mismo Seminario de México de 1967 a 1983.
La historia tricentenaria del Seminario Conciliar de México nos permite hacer conciencia de valor de la misión profética de la iglesia. En el ingreso del siglo XXI la memoria quiere mencionar a todos los actores de esta historia integrada por arzobispos, reyes, virreyes, órdenes religiosas, cardenales, rectores, formadores, constructores, intelectuales, alumnos y pueblo de Dios que han contribuido a eslabonar este proyecto de fe y de salvación en la Iglesia. Basta con tener algunos elementos de reflexión para seguir participando de esta historia que se proyecta en el tiempo con la consigna de hacer actual candidato al sacerdocio alter Christus.
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