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Asamblea Nacional (Revolución francesa)
La Asamblea Nacional (francés: Assemblée nationale) fue una institución enmarcada en la Revolución francesa que existió desde el 17 de junio de 1789 al 9 de julio de ese mismo año, sirviendo de transición entre los Estados Generales y la Asamblea Nacional Constituyente.
Contenido
Antecedentes
Los Estados Generales se habían convocado para mayo de 1789 para tratar de corregir la delicada crisis financiera de Francia, aunque pronto la discusión acerca de su composición pasó a ser el tema principal. Los Estados Generales incluían a miembros de los tres estamentos o Estados clásicos: la Nobleza, el Clero y finalmente el Estado Llano o Tercer Estado, teóricamente todos los comunes, pero en la práctica una representación de la burguesía.
Los Estados Generales solían consistir en un número equivalente de representantes para cada estamento, reuniéndose para las deliberaciones y votaciones de forma independiente y emitiendo un voto por cada Estado. Esto implicaba que el Tercer Estado no podía ganar a los otros dos Estados, que generalmente votaban conjuntamente. La naturaleza de las reformas fiscales a debatir, principalmente la abolición de los privilegios fiscales de los integrantes de los dos primeros estados, llevaba a pensar que con el actual sistema de votación, las reformas no seguirían adelante. Para evitarlo, el entonces ministro de finanzas Jacques Necker abrió una recepción de propuestas para la composición de los Estados Generales de 1789. Las dos reformas principales propuestas fueron dos: primero, el Tercer Estado debía tener el doble de representantes que los otros dos estados; segundo, los votos se harían por persona, no por Estado. Necker accedió a la primera, convocando la elección del doble de representantes para el Tercer Estado, dejando la segunda como tema inicial de discusión de los propios Estados Generales.
De esta manera, en la sesión inaugural del 5 de mayo de 1789, cuando los delegados fueron informados de esto, el Tercer Estado se negó a aceptarlo.[1] La diplomacia entre los estados para intentar solventar la situación no surtió efecto y el 28 de mayo, los representantes del Tercer Estado comenzaron a reunirse por su cuenta[1] , llamándose a sí mismos los Comunes (Communes), procediendo a la "verificación de poderes" de forma independiente a los otros Estados. Entre el 13 de junio y el 17 de junio, la mayoría del clero y algunos nobles se les unieron.
Creación de la asamblea
Tras algunos debates acerca del nombre,[2] el 17 de junio este cuerpo se declara Asamblea Nacional: una asamblea no de los Estados, sino "del pueblo". Bailly fue elegido primer presidente.[2] La Asamblea invitó al resto de estamentos a que se les unieran, pero dejando claro que pensaban ocuparse de los asuntos nacionales con o sin ellos.[1]
La nueva asamblea enseguida se alineó con los capitalistas, la fuente de crédito necesaria para financiar la deuda pública. En relación al pueblo, la Asamblea estableció un comité de subsistencia para ocuparse de los déficits alimentarios.[1]
Inicialmente, la Asamblea anunció, y en gran medida creyó, que estaba trabajando tanto en el interés del Rey Luis XVI como en el de la gente. En teoría, la autoridad real todavía prevalecía en el proceso de adopción de las nuevas leyes, que seguía requiriendo el consentimiento real.[3]
El Rey resiste
Necker propuso a Luis XVI la posibilidad de convovar una Séance Royale (Sesión Real) e intentar así reconciliar a los Estados divididos. El plan fue aceptado; sin embargo, no se notificó la decisión de tener la Sesión Real a ninguno de los tres estamentos. Todos los debates se pararon hasta que se celebrase la séance royale.
El transcurso de los eventos pronto sobrepasó al plan de Necker de dar la razón a los Communes en algunos puntos sin ceder un ápice en otros. Perdido el interés en el consejo de Necker, Luis XVI, bajo la influencia de su consejo privado, decidió ir de forma oficial a la Asamblea, anular sus decretos, comandar la separación de los Estados y dictar las reformas necesarias en los Estados Generales. El 19 de junio, ordenó cerrar la Salle des États, la habitación donde la Asamblea Nacional celebraba sus reuniones.
Quizá si Luis hubiese simplemente entrado en la Salle des États, su plan hubiese funcionado. Sin embargo, permaneció en Marly, ordenando la clausura de la sala, esperando que esto impediría reunirse a la Asamblea mientras él se preparaba.[4]
El juramento del juego de pelota
Por la mañana del 20 de junio, los diputados se sorprendieron al ver las puertas de su sala de reuniones cerrada y custodiada por soldados, bajo el pretexto de que la misma estaba siendo reformada para la Séance Royale.[5] Inmediatamente, temiendo la disolución y sospechando de un golpe de poder real, los diputados, a propuesta de Guillotin, se reunieron en una sala cercana, una pista de juego de pelota, donde pronunciaron un discurso solemne de "no separarse y reunirse cualesquiera sean las cirscunstancias, hasta que la Constitución del reino esté estableciada y fundada sobre base firme". Los diputados prometieron reunirse hasta completar la escritura de una Constitución. 576 diputados firmaron el juramento, y sólo uno lo rehusó.
Confrontación y reconocimiento
Dos días después, privados también del uso de la sala de pelota, la Asamblea Nacional se reunió en la iglesia de San Luis, donde la mayoría del clero se les unió. Cuando, el 23 de junio, de acuerdo con su plan, el Rey habló a los representantes de los tres Estados, se encontró con un silencio impenetrable. En esta sesión, el Rey entregó una carta otorgada, una constitución con el favor real, que reconocía, dentro de los límites tradicionales, el poder de deliberación separada de los tres estados, que constitucionalmente formaban tres cámaras separadas. El Rey concluyó dipersando a los tres Estados a sus respectivas cámaras. La nobleza y el clero obedecieron;[6] los diputados del tercer estado permanecieron en sus asientos en silencio, hasta que Mirabeau, quien pronunció un pequeño discurso que finalizaba así:
"¡La fuerza armada rodea la Asamblea! ¿Dónde están, pues, los enemigos de la nación? ¿Por ventura está un Catilina ante las puertas? Os requiero a que os revistáis de vuestra dignidad, de vuestra autoridad legislativa, que os apoyéis en la santidad de vuestro juramento, que no nos permite separarnos hasta que se haya terminado la Constitución."[7]Seguidamente, entró en la sala el marqués de Brézé, Gran Maestro de Ceremonias del Rey, que invitó a los Comunes a abandonar la sala diciendo:
"¡Señores, habéis oído lo que ha mandado el rey!"[8]Los diputados no hicieron movimiento alguno. Mirabeau, entonces, replicó al marqués:
"¡Sí, señor mío, hemos oído lo que se ha inspirado al rey! Pero vos que no podéis ser ante los Estados el intérprete de su voluntad; vos, que no tenéis aquí asiento ni derecho a hablar, no tenéis autoridad para recordarnos sus palabras. Pero para ser claro y breve, os digo, que si os han encargado echarnos de aquí, habréis de emplear la fuerza: pues sólo cederemos ante la fuerza de las bayonetas."[8] [9] [10]Los diputados se mantuvieron firmes[1] y Mirabeau se ganó el respeto de toda la Asamblea. Este día también significó el derrocamiento del poder real, que pasaba así del Rey a la Asamblea.[9]
Necker, que llamó la atención por su ausencia en la sesión real, cayó en desgracia ante los ojos de Luis, a la vez que volvía a ser apreciado en la Asamblea Nacional. Los miembros del clero que se unieron a la Asamblea en la iglesia de San Luis permanecieron en ella; al día siguiente, 24 de junio, cuarenta y siete miembros de la nobleza, incluyendo al Duque de Orleans también se unieron.[11] A pesar que los apoyos al Rey entre los diputados disminuían, la amenaza de un golpe militar seguía en el aire. Elementos del ejército francés empezaba a llegar a las inmediaciones de París y de Versalles.
El intento del Rey de mantener a las tres cámaras separadas fracasó. Con la práctica totalidad del clero y algunos nobles formando parte de la Asamblea Nacional, el Rey se vio forzado a pedir a los diputados que todavía se reunían aparte que se uniesen a la Asamblea Nacional. Los Estados Generales habían dejado de existir, convirtiéndose en Asamblea Nacional, aunque ambas instituciones se componían de los mismos diputados, electos por estamentos separados.
Reconstitución
El 9 de julio de 1789, la Asamblea se reconstituyó a sí misma en Asamblea Nacional Constituyente. Esta se dirigió al Rey firmemente, pidiendo la retirada de las tropas[12] (las cuales incluían también regimientos extranjeros). Luis XVI declaró que sólo a él correspondía juzgar la necesidad de la presencia de las tropas y que estas estaban presentes como medida de precaución. Luis ofreció trasladar la Asamblea a Noyon o Soissons, para poder así alejarla del favor parisino y tenerla más controlada.
Referencias
- Weiss, Juan Bautista (1931). Historia Universal, Volumen XV: Los Estados Unidos. La Revolución Francesa.. Barcelona: Tipografía La Educación.
- Buchez, B. J. B. et Roux, P.C.. Histoire parlementaire de la Révolution française.
- (en inglés) Mignet, François (1826). History of the French Revolution from 1789 to 1814.
- (en inglés) Johnston, Robert Matteson (1910). The French Revolution. A Short history.
Notas
- ↑ a b c d e Mignet, capítulo 1
- ↑ a b Weiss, pág. 410
- ↑ (en inglés) The French Revolution: The Moderate Stage, 1789-1792
- ↑ (en inglés) SparkNotes: the French Revolution (1789–1799): The National Assembly: 1789–1791
- ↑ Buchez et Roux, vol. 1, págs. 425-428
- ↑ Weiss, pág. 412
- ↑ Weiss, pág. 413
- ↑ a b Weiss, pág. 413
- ↑ a b Mignet, capítulo 1, pág. 65
- ↑ En ocasiones, se acorta esta cita como: Id a decidle a vuestro amo que estamos aquí por la voluntad del pueblo, y que sólo se nos hará salir por la fuerza de las bayonetas.
- ↑ Johnston, capítulo 4, pág. 48
- ↑ Buchez et Roux, vol. II, pág 44
Véase también
Categoría: Revolución Francesa
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