- Alerta (periódico)
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El Alerta es un periódico español, no generalista, redactado íntegramente en castellano y de pago. Fue fundado en el año 1937 y su primera edición vio la luz el 2 de septiembre de ese año. Su difusión y distribución se limita únicamente a la comunidad autónoma de Cantabria (España). Según consta en su página web, se trata de “"un periódico comprometido con lo nuestro, con lo cántabro, con nuestra identidad e historia diferenciada como Comunidad Autónoma". Además, se trata del “único periódico impreso y editado en Cantabria con capital cien por cien cántabro”, tal y como reza en su contraportada.
Contenido
Heredero de las instalaciones de “El Cantábrico”
Aparece publicado por primera vez el 2 de septiembre de 1937 después heredar las instalaciones del periódico de mayor tirada de Cantabria, El Cantábrico (1895-1937). Tras el comienzo de la Guerra Civil Española en el año 1936, las autoridades de la República suspendieron, el 27 de junio de 1937, todos los periódicos por falta de papel y tinta, quedando tan solo el diario La República.
Dos meses después, las tropas militares del general Franco llegaron a Cantabria. De acuerdo al decreto de septiembre de 1936 que disponía la incautación por el Estado franquista de los bienes de los partidos del Frente Popular y de la prensa de significación liberal, El Cantábrico, periódico hostil al alzamiento militar del 18 de julio cayó en manos de la denominada prensa del Movimiento.
Fue la tarde del 26 de agosto de 1937 cuando una avanzadilla de la Delegación Nacional de Prensa del régimen, encabezada por el periodista falangista Patricio González de Canales, se personaron en las instalaciones de El Cantábrico y comenzando las tareas necesarias para editar un nuevo periódico, llamado España, en la que se daría cuenta de la conquista de Santander por las tropas de Franco.
A través de este periódico provisional las autoridades militares daban instrucciones a la población cántabra con el fin de recuperar la “normalidad” de la vida ciudadana. Durante seis días se siguió editando España, hasta que el 2 de septiembre apareció por primera vez El Diario Alerta, título que se escogió para el nuevo diario respondiendo al fiel reflejo de la exaltación nacionalista propia de la época ya que en esos meses aparecieron otros medios de prensa del Movimiento con nombres como Yugo, Amanecer, Patria, La Nueva España, Hierro, etcétera. Al parecer, el título del periódico fue aportado por Martín Ruiz Arenado, destacado falangista, que estaba nominado para dirigir el nuevo medio. No llegó a hacerlo a causa de su fallecimiento en accidente de tráfico el 21 de agosto de 1937. La justificación de su nombre aparece en el primer número del rotativo cántabro cuando llamó a sus lectores a estar vigilantes:
“Alerta. Alerta contra el enemigo, espías y traidores a la nueva era. Alerta siempre los sentidos y los nervios para que tu celo y tu coraje sean también inteligentes y guardianes de la España que estamos levantando […] ALERTA es el diario del Movimiento, esto es, afirmación nacionalsindicalista, imperio de mañana”.
Bajo la nueva cabecera de la prensa cántabra se expresaba que el nuevo periódico era “Diario de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. Montañesa”. Además de esta leyenda también se incluyó, a partir de entonces y durante casi cuarenta años, el símbolo del yugo y las flechas del partido único de la etapa franquista, así como una frase combativa del fundador de Falange e ideólogo del nuevo régimen, José Antonio Primo de Rivera.
Directores de transición y efectos de la Ley de Prensa de 1938
Reclamado Patricio González de Canales por las autoridades de Burgos, donde Franco había instalado su cuartel general, le sustituyó en el cargo Celestino Minguela que al poco tiempo fue también sustituido por Manuel Ballesteros Gaibrois.
Avanzado el año 1938 accedió a la dirección Obdulio Gómez, tras algunas esporádicas interinidades de Eugenio Mediano Flores. Todos ellos eran personas de confianza del nuevo régimen –militantes de Falange más que periodistas que a medida que iban avanzado las operaciones de guerra y la toma de ciudades eran trasladados como avanzadilla de la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda. Sin finalizar la guerra civil, el nuevo régimen establece el marco legal e ideológico de la prensa en la España nacional. La clave de esta Ley de Prensa de 1938 puede encontrarse en esta definición: “Corresponde al Estado la organización, vigilancia y control de la Institución nacional de la prensa periódica”, tal y como reza en su artículo primero redactado por el falangista Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco.
En este marco legal se va a desenvolver durante bastantes años su actividad periodística. Incluso, existía un sistema de consignas que, generalmente, funcionaba a través de una relación directa entre el director del medio y el delegado provincial de Información o, bien remitiendo las instrucciones de la superioridad por escrito. La censura previa era ejecutada por el Servicio Nacional de Prensa y para ejercer el periodismo era necesario estar en posesión del carné de inscripción en el Registro Oficial de Periodistas.
Tiempos de dictadura
La dirección de Francisco de Cáceres (1939-1979)
Terminada la Guerra Civil en abril de 1939, el 6 de octubre del mismo año, las autoridades de Prensa del Movimiento nombraron director a Francisco de Cáceres y Torres, cargo que ocupó hasta prácticamente su jubilación en 1979. En la nota publicada en portada para dar cuenta del nombramiento, se informaba que De Cáceres había simultaneado su cargo de director del periódico Región, de Oviedo, con su condición de Alférez de Complemento de Artillería. Además, recibió formación en la Escuela de Periodismo de El Debate fundada por el santanderino Ángel Herrera Oria.
El gran problema de los primeros años de como el del resto de la prensa fue el del papel. El artículo 2 de la Ley de Prensa de 1938 incluía entre las competencias del Estado “la regulación del número y extensión de las publicaciones periódicas”. Todos los periódicos contaban con un cupo, arma que el Gobierno de Franco utilizó en esa época para favorecer o perjudicar a determinados diarios.
Las restricciones fueron, en ocasiones, tan brutales que José Simón Cabarga, que fue un destacado redactor y cronista oficial de Santander, escribió en su Historia de la Prensa Santanderina que “se sucedieron largas temporadas en que aparecía con una sola hoja de deleznable papel”.
También sufrió el incendio de febrero de 1941 que afectó a Santander y que acabó destruyendo las instalaciones del rotativo de la calle Carvajal, próximas a la actual Plaza Porticada.
El último periódico editado con normalidad salió el mismo día del incendio –el número 1080 del 15 de febrero-, no regresando al contacto con los lectores hasta el jueves, día 20 de febrero. El incendio obligó a trasladar, durante quince meses, una parte de la redacción a las instalaciones, en Bilbao, del periódico Hierro. En estos meses el periódico consistía en tan sólo una hoja con dos páginas, mientras que a partir de editarse en Bilbao pasó a cuatro páginas. El resto de los servicios del periódico se instalaron en la sede de Prensa y Propaganda del movimiento, localizada en el Paseo Pereda. Pasado un año largo del incendio, el periódico recuperó la normalidad al instalarse en un chalet de la calle de Santa Lucía con el material que pudo recuperarse y la adquisición de nuevos equipos técnicos.
En 1945 los servicios de información mejoraron sustancialmente al crearse, por el Organismo de la Prensa del Movimiento, la agencia Pyresa-Periódicos y Revistas Españolas-Servicio de Agencia; que durante la larga etapa de periódico del régimen competía con el resto de agencias, como Efe, Europa Press, la católica Logos y SIS (Servicio de Información Sindical). Ya en la sede de la calle Martillo, celebró sus bodas de plata, concretamente con el número 7.769, con un periódico que acudía a los quioscos con un suplemento infantil, a color, de periodicidad semanal con el título “Chaval”. En esa fecha el periódico oscilaba entre las diez y las doce páginas y su precio de venta era de una peseta con cincuenta céntimos.
La Ley de Prensa e Imprenta de 1966, un avance aperturista
La Ley de Prensa e Imprenta de 1966, promovida por el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, generó cambios en la redacción del rotativo cántabro. Desde su aprobación, ya no se limitaba a ofrecer la propaganda de los avances sociales y económicos del régimen político y las maldades que ocurrían en las democracias occidentales, sino que a través de editoriales y reportajes comenzó a demandar de la Administración soluciones para los problemas de la comunidad cántabra, especialmente en lo referido a infraestructuras e industrialización.
Puede afirmarse que, al tiempo que mejoraba sus contenidos, iniciaba una etapa de cierto espacio para la crítica. Entre las pruebas de su lenta pero progresiva “liberalización” y su transformación de un diario de Falange y de las J.O.N.S. en un periódico de La Montaña –terminología de moda en esos tiempos- es destacable la fecha del 10 de diciembre de 1972 cuando comienza a publicarse en el periódico la tira de “Laro el Cántabro” del redactor y dibujante Andrés Torre, Andy, que se mantuvo hasta el día de su jubilación en la empresa, el 19 de agosto de 1985.
En la etapa de Francisco de Cáceres también se impulsaron algunas secciones periodísticas que contaron con el favor de muchos lectores. Ejemplos, la sección “Espejo”, fundada por el periodista de la primera hora Ezequiel Cuevas. O “Preguntando que es Gerundio” con las firmas de redactores como Marferola o Pepa González; “Cantabria de la A a la Z”, recorrido por los municipios a través de la pluma de Juan González Bedoya; serie después continuada por Man Sierra con el título “De Pueblo en Pueblo”; “Vacas y Prados”, sección ganadera de la que era titular Antonio Bartolomé y la de “Marítimas” a cargo de El Machinero.
Poco a poco, a medida que fue aumentando la paginación del periódico, cobró fuerza la información de la Provincia, contando con corresponsales en numerosos municipios de la comunidad cántabra. El 29 de julio de 1973 –el precio de venta ya era de seis pesetas- el formato del periódico se modificó al actual, asumiendo un tamaño más cómodo, incorporándose el sistema offset con impresión a todo color. En este número desapareció el símbolo de la Falange Española, si bien fue recuperado, a menor tamaño, en el número siguiente.
Fin de la dictadura y disolución oficial del Movimiento
A finales de 1975 se mantenía como uno de los diarios más rentables de la cadena del Movimiento que en su conjunto presentaba unas pérdidas de mil quinientos millones de pesetas. Tan sólo diez periódicos de los treinta y cinco eran rentables y solo dos, entre ellos el periódico de Cantabria, presentaban una tirada media superior a los veinte mil ejemplares.
En marzo de 1977, tras la disolución oficial del Movimiento ordenado por el Gobierno de Adolfo Suárez, la prensa oficial y la de los sindicatos se transformó en el Organismo Autónomo de Medios de Comunicación Social del Estado (MCSE). Es en este momento cuando desparece de su portada el yugo y las flechas de la simbología del Movimiento.
El 12 de enero de 1979 Francisco de Cáceres es nombrado asesor de Medios de Comunicación Social del Estado y cesa en la dirección del periódico. Francisco Rado Varela, se hizo cargo de la dirección en funciones hasta que el 12 de febrero de 1980 se nombró nuevo director, Juan Ramón Pérez de las Clotas, otro histórico de la prensa del Movimiento.
Subasta pública de los medios del Movimiento
En 1979 comenzaron a cerrarse los medios más deficitarios así como la Agencia Pyresa. En octubre de 1982 se decide subastar los que presentaban déficits pero que desde una gestión privada podían tener viabilidad y, finalmente, en mayo de 1984 se subastan los más rentables, entre ellos ALERTA, el segundo que más beneficios obtenía de la cadena. El precio de salida de la subasta asciendió a 675 millones de pesetas, precio de tasación que fue fijado por el consejo de los técnicos de Patrimonio del Estado.
Pero la primera subasta el periódico cántabro queda vacía. Nadie acude ni hace oferta alguna. Y lo mismo ocurre con la segunda subasta, y también con la tercera y última, de acuerdo con la Ley de enajenación de la cadena. El destino final de los medios que no tuvieran comprador era el cierre definitivo, según la citada ley.
En 1982 Juan Ramón Pérez de las Clotas pasa el testigo a Francisco Freixinet Mora quien cumplió funciones de director hasta finales de mayo de 1984. Tras la insistencia de los trabajadores y de Mora, el Gobierno, a través de su ministro de Cultura, Javier Solana, propone una nueva subasta, esta vez al mejor postor y sin cifra marcada de antemano, de todos y cada uno de los bienes y la cabecera por separado, aunque con el compromiso de adjudicar esos bienes a un mismo grupo, si era posible.
Fueron, por orden de importancia de las cifras ofrecidas, el grupo de empresarios santanderinos reunidos para la ocasión en torno a Juan Hormaechea, entonces alcalde de Santander, que ofreció 150 millones de pesetas; el grupo Prisa, la editora de El País (oferta: 280 millones); la empresa Prensa Canaria, que ya se había quedado con media docena de periódicos del Estado en las primeras subastas (oferta: 310 millones); el Grupo Correo de Bilbao y El Diario Montañés de Santander (oferta: 350 millones), y la empresa Cantábrico de Prensa, S. A. (Canpre, S.A.), con una oferta de 389 millones de pesetas.
El Gobierno optó por venderlo al mejor postor: la sociedad Canpre, S.A. en cuyo accionariado se encontraban los empresarios Manuel Rotella (45% de las acciones) y José Antonio Fernández de Bobadilla (otro 45%), más los minoritarios Ciriaco Díaz Porras, ex diputado nacional de UCD y entonces presidente de la Caja Rural de Santander (5% de las acciones); el ex senador socialista Juan González Bedoya, presidente de la Junta de Fundadores de la nueva sociedad (3%); y el empresario Felix Alberto López Varona (2%). Pronto Manuel Rotella, más tarde alcalde de Torrelavega con el PSOE y diputado regional con el PRC, vendió sus acciones al PSOE y a nuevos accionistas (entre ellos Jaime Blanco y Luis Saiz Aja, máximos dirigentes socialistas en Cantabria en aquel momento). Finalmente y tras varias vicisitudes políticas, empresariales y accionariales, fue el actual editor y director, Ciriaco Díaz Porras, quien adquirió en diversas etapas la totalidad del capital, quedándose como propietario único del periódico.
La privatización y la huelga de 1991
A partir de la privatización un buen número de empleados pasan a formar parte de la Administración. Además, Francisco Freixinet es sustituido por un periodo muy breve por Juan González Ibáñez y, posteriormente, por Emilio Gómez Vega. Finalmente, Vega sería reemplazado por Víctor Gijón Peñas.
A principios de la década de 1990 el periódico, ya con Díaz Porras como accionista principal, inicia una gran reconversión tecnológica, que le obliga a dejar el edificio de la calle Martillo por uno mucho más amplio y de nueva construcción. Es en el Primero de Mayo de Peñacastillo (Santander), donde se instalan una nueva rotativa Harris y una planchadora única en España que permitía la impresión a plancha desde el terminal del ordenador. En esa etapa del periódico contó con Juan Luis Fernández Vega como director.
Pero el ritmo de expansión y el indudable liderazgo regional de este rotativo quedó truncado bruscamente a causa de la huelga protagonizada por un sector de la redacción que contó desde fuera con el apoyo del sindicato UGT, del ex accionista Jaime Blanco y del numeroso grupo de periodistas contratados por este político durante su breve etapa como presidente regional (diciembre del 1990 a junio de 1991).
Durante casi cuatro meses los piquetes violentos impidieron la distribución normal del periódico por la región en lo que fue una radicalización de posiciones que afectaron a la implantación en el contexto regional y que obligó a cerrar los periódicos de Palencia y Valladolid.
Siguió saliendo todos los días durante aquella protesta, que se prolongó durante más de tres meses hasta que Jaime Blanco perdió las elecciones y fue desalojado del Gobierno regional por los conservadores cántabros. Gran parte del escenario de la prensa que hay actualmente en Cantabria procede del frenazo que supuso para el periódico aquella huelga de 1991. La totalidad de los huelguistas dejaron finalmente el periódico, la mayoría por sentencia judicial firme por despido procedente contra ellos a causa de la violencia que causaron a los trabajadores que se mantuvieron en sus puestos de trabajo.
En 1995 Juan Luis Fernández Vega abandona la dirección para incorporarse al Gobierno Regional como asesor del presidente de Cantabria, accediendo al cargo Ciriaco Díaz Porras.
Promotor del deporte y la cultura cántabra
Durante el mandato de Francisco de Cáceres el periódico logró unas modernas instalaciones en la calle del Martillo –inauguradas en 1961-, y se promovieron interesantes iniciativas culturales e intelectuales a través de Proel, con firmas como las de José Hierro, José Luis Hidalgo, Marcelo Arroitia Jaúregui, Julio Maruri, Guillermo Ortiz, Vicente Carredano, Carlos Salomón, Joaquín de la Puente, Leopoldo Rodríguez Alcalde y Ricardo Gullón.
Implantó además una tertulia literaria y organizó exposiciones de arte y pintura, donde surgieron las llamadas Semanas de Altamira que contaron con la participación de Pablo Beltrán de Heredia. Paralelo al tiempo de Proel, movimiento cultural y literario que promovió el entonces gobernador civil, Joaquín Reguera Sevilla, se inauguró en un local denominado popularmente El Saloncillo de ALERTA, una pequeña dependencia dentro del edificio donde se confeccionaba el periódico, situado en la primera planta del viejo chalet de la calle Santa Lucia. A partir de los años centrales de la década de los cuarenta, tenían en él su lugar de reunión y tertulia de personas con inquietudes culturales y artísticas. Ricardo Gullón, uno de los grandes protagonistas de Proel y colaborador destacado en aquel tiempo, en su obra “Santander de mi tiempo” relata que:
“Paco Cáceres tuvo la feliz idea de establecer en el piso bajo del edificio en que estaba instalado el periódico un saloncillo con divanes de peluche rojo adosados a la pared; el lugar no era grande, pero sí suficiente para que en él pudiera exhibirse un puñado de cuadros que, de no ser así, tal vez no habrían llegado al público santanderino. Los sábados nos reuníamos en el saloncillo unos cuantos amigos a conversar, tomar café y una copa de coñac. Recogíamos allí noticias, información varia, reservada a veces, y conocíamos a gente de paso en la ciudad”.
A esta tertulia acudieron, entre otros, además de Francisco de Cáceres, director del periódico, Ricardo Gullón, Pablo Beltrán de Heredia, Fernando Calderón G. de Rueda, José Simón Cabarga, José Uzcudum, Ignacio Aguilera, Felipe Mazarrasa, Fernando Barreda, José Luis Maruri, Antonio Zúñiga y los hermanos Jesús y Fernando Muñoz Gómez-Collantes. Según narra Aurelio García Cantalapiedra en su obra Desde el borde de la memoria, las actividades se inauguraron el 5 de abril de 1945 con una lectura de versos propios a cargo del periodista Enrique Sordo. El Saloncillo de ALERTA se convirtió así, desde el primer momento, en una base de apoyo al grupo Proel, como ya lo era el propio periódico, que amparó muchas de las firmas de sus componentes, destacando la de Pepe Hierro que publicó varios artículos en los años 1945 a 1953.
Además de esto, en la primera plantilla de empleados figuró el escritor Manuel Llano Merino, uno de los grandes escritores costumbristas del siglo XX que trabajó hasta su muerte en este periódico.
El deporte cántabro
A parte de apoyar firmemente a la cultura cántabra, durante muchos años ha estado vinculado a un gran número de actos y eventos deportivos de la región, llegando a organizar la carrera ciclista “Vuelta a Cantabria”. Además, destacó por sus premios “ALERTA de Plata” y por haber sido el patrocinador oficial de equipos de baloncesto y balonmano.
Premios ALERTA de Plata
En el año 1963 un destacado grupo de deportistas cántabros, entre ellos Manolo Docal Elizondo, Alfonso Prieto, José Ignacio Viota consideraron que podría realizarse una premios al mejor deportista montañés del año, y tras presentar la idea al director, en aquellos años Francisco de Cáceres, el proyecto se empezó a llevar a cabo.
Año tras año se premiaba al mejor deportista montañés del año a través de las votaciones populares y del jurado. Los premiados entre 1963 y 1993, cuando fue la última edición realizada y posteriormente sustituidos por la Gala del Deporte Cántabro, fueron: Francisco Gento (Fútbol), Alberto Díaz de la Gandara (Atletismo), Ramón Sota (Golf), Ramón Parra (Hockey), Ascensión Villagra (Patinaje), Antonio Herrería (Atletismo), José Antonio González Linares (Ciclismo), Antonio Arostegui (Vela), Alejandro Abascal (Vela), Luis M. Morante (Balonmano), Severiano Ballesteros (Golf), Cecilio Lastra (Boxeo), José Manuel Abascal (Atletismo), Miguel Solano (Remo), Pedro S. Bustamante (Tiro), Alberto Fernández (Ciclismo) , Fernando y J. Vinatea (Remo), Juan Francisco Muñoz Melo (Balonmano), José Emilio Amavisca (Fútbol), Patricia Morales (Atletismo). Cabe destacar que en la Gala del Deporte Cántabro del año 2007, recibió el premio al "patrocinador del deporte".
Patrocinador oficial de baloncesto y balonmano
A su vez, fue el principal patrocinador del equipo de baloncesto, Alerta Cantabria Lobos, que militó hasta su desaparición en la liga LEB (la división de plata en España) y que también jugó en la liga ACB anteriormente. El periódico cántabro por medio de su propietario Ciriaco Díaz Porras, siempre ha estado vinculado al patrocinio de este equipo.
También fue patrocinador del ya desaparecido Club Balonmano Santander (CLUBASA), equipo que llevo también el nombre de Alerta Santander o Alerta Cantabria por toda la geografía española.
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