- Clara Fey
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Clara Fey fundadora de la Congregación de las Hermanas del Niño Jesús Pobre, nació en Aquisgrán, Alemania el 11 de abril de 1815, perteneció a una familia acomodada, de gran sensibilidad social, por esto desde niña su corazón sintió la necesidad del pobre y el deseo de ayudar.
Inicios
Vivió una época de grandes problemas sociales que surgían en su ciudad natal debido a la creciente industrialización. Por ese motivo muchos padres de las clases pobres, se iban a trabajar a las fábricas y dejaban en gran abandono a sus hijos.
Fue en su casa paterna donde Clara empezó a conmoverse ante la miseria de los niños que trabajaban por las calles rodeados de vicios y sin cuidados ni educación. Oía como su hermano Andrés, sacerdote, conversaba con sus amigos sacerdotes sobre las miserias de Aquisgrán y la necesidad de remediarlas.
Ante esta situación concibió el ideal de hacer algo por estos niños y con un grupo de amigas abrió una escuelita. Allí los niños aprendieron a rezar, a leer y a escribir y hacer obras manuales.
Pero pronto se dio cuenta Clara que la escuela era insuficiente para prestar una ayuda efectiva y resolvió reunirse con sus amigas en comunidad religiosa para poder brindar un hogar a los niños pobres.
Fundación de la Congregación
Hace 161 años Clara Fey fundó la Congregación de las Hermanas del Niño Jesús Pobre, el 2 de febrero de 1844. La tarea de la Congregación es desde entonces la educación cristiana de la niñez y de la juventud, y así mismo la ayuda a los niños y jóvenes en sus necesidades. A esta misión que la Madre Clara expresaba en las palabras conducir los niños a Jesús, consagran las hermanas su vida, su trabajo y su oración.
El mejor legado de Clara Fey a sus hermanas y a sus educandas es su rica espiritualidad sintetizada en una frase del evangelio de San Juan permaneced en mí: “manete in me”
Para Clara lo decisivo era permanecer en el Señor con todo su ser y su quehacer. Para lograrlo buscó caminar en la presencia del Señor. El medio para conseguirlo fue lo que llamó sencillamente la práctica, que fue el instrumento para caminar hacia la interioridad, hacia una vida en Cristo, con Él y para Él, que concluiría en: Todo por Jesús, por Jesús solo.
El permanecer con el Señor es el resultado de la práctica y ésta consiste en ejercicios de amor para dirigir frecuentemente el pensamiento hacia Dios: “Mirar con el ojo izquierdo las ocupaciones mientras que el derecho permanece fijo en Él. Servir al amor con una mano y con la otra apoyarse en Jesús sin soltarlo. Abrir un oído a las necesidades del prójimo y el otro a la voz de Dios. En Clara Fey, la vida en la presencia de Dios gira en torno al Sol Eucarístico. La forma fundamental de la práctica consiste en dirigir el pensamiento a Cristo en la Sagrada Eucaristía, en pensar a menudo en Él, en enviarle el Corazón mientras realizamos los deberes de nuestro trabajo.
La Eucaristía es para ella el eje de su constante diálogo con el Señor. Una parte de su tiempo lo dedicaba a prepararse para recibirlo en la Eucaristía y el resto para agradecer su visita.
Clara Fey fue una alma Eucarística, como queremos serlo todas sus seguidoras. Debemos permanecer unidas al Señor de una Comunión a otra. Quien así lo comprende, lleva una vida ininterrumpida de unión con Dios.
La Madre Clara murió el 8 de mayo de 1894, pero su obra se ha extendido por todo el mundo a través de múltiples obras que buscan servir a Jesús en los niños y jóvenes, especialmente los más necesitados.
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