Juan Soreda

Juan Soreda
San Pelayo torturado por orden de Abderramán III, óleo sobre tabla (110 x 85 cm), retablo mayor de la iglesia parroquial de San Pelayo Mártir, Olivares de Duero.

Juan Soreda (fl. 1506 - 1536), fue un pintor renacentista español activo en tierras de Sigüenza, Valladolid y Burgo de Osma, donde falleció a fines de 1536 o comienzos de 1537.

Contenido

Datos biográficos y obra conocida

La primera noticia biográfica es de 1506 y hace referencia al desaparecido retablo de Sienes (Guadalajara), adjudicado finalmente a otro pintor. Soreda es mencionado allí en compañía de Hernando del Rincón de Figueroa. En 1507 recibió un primer pago por el retablo de Luzón (Guadalajara), algunas de cuyas tablas pasaron a la iglesia de Torremocha del Pinar en la misma provincia, donde aún se conservan. Los pagos continuaron hasta 1512, en que se da el finiquito a su oficial Pedro de la Puente, pintor documentado en Sigüenza y Molina de Aragón. Esta presencia documentada de un oficial a su servicio indica que en esas fechas disponía ya de un taller de cierta importancia.[1]

Torremocha del Pinar

Las tablas de Torremocha del Pinar (Anunciación, Visitación, Presentación en el templo, Calvario y Circuncisión, atribuida la última a Pedro de la Puente),[2] las más primitivas de la producción de Soreda conocidas hasta ahora, manifiestan el conocimiento de la obra de Juan de Borgoña y Pedro Berruguete junto a la utilización de estampas italianas (singularmente de Marcantonio Raimondi, de quien toma literalmente la figura de la Virgen en el Calvario), un recurso que será constante en toda su obra conocida.[3]

Retablo de Santa Librada de Sigüenza

Entre 1526 y 1528 trabajaba en el retablo dedicado a santa Librada de Sigüenza en su retablo de la catedral de Sigüenza, su obra mejor conocida.[4] Inserto en una capilla funeraria, el pequeño retablo consta de tres calles y dos cuerpos con la calle central más ancha y alta, con profusa decoración vegetal y fantástica. Sus seis tablas están dedicadas a la vida de la santa, excepto la Deesis del cuerpo superior central: Librada y sus hermanas ante Catelio, Librada y sus hermanas deliberan sobre su suerte, Librada muestra el camino del cielo a una de sus hermanas, Decapitación de Santa Librada y Santa Librada entronizada. La más interesante quizá sea esta última, inspirada la figura de la santa en la estampa de la Virgen de la nube de Raimondi a partir de una composición de Rafael.[5] Tras ella, un edificio de planta centralizada, que recuerda el de La escuela de Atenas a menor escala, con hornacinas que cobijan imágenes de Cupido y un friso con la representación de cuatro trabajos de Hércules fingido de mármol. Las alusiones al mundo clásico se completan con una serie de medallones de emperadores y un friso inferior con tritones y nereidas. En esta ocasión, junto a las estampas grabadas, de Nicoletto de Modena y Giovanni Antonio de Brescia empleadas para los cupidos, Soreda se sirvió de unas conocidas plaquetas de bronce de Moderno imitadas en los trabajos hercúleos.[6]

Pero elementos rafaelescos a través de Raimondi han sido empleados también en las tablas restantes. Así, una conocida estampa del Martirio de Santa Cecilia proporcionó la figura del verdugo que muestra la cabeza decapitada de una de las hermanas en la Santa Librada mostrando el camino del cielo, y las imágenes del juez y del ángel que sobrevuela la escena en la Decapitación de santa Librada, en tanto el verdugo que levanta aquí la espada reproduce la figura del sayón que marcha delante de la cruz en El Pasmo de Sicilia, grabado por Agostino Veneziano.[7]

Retablo de San Pelayo

Independientemente de los significados alegóricos y morales que bajo estas figuras se puedan buscar, este modo de trabajar, dependiente de un crecido repertorio de estampas utilizadas como modelos para componer tanto las figuras principales como los fondos decorativos es lo que se encuentra también en el retablo mayor de la parroquia de San Pelayo de Olivares de Duero (Valladolid), pintado hacia 1532 y atribuido a Soreda.[8] Compuesto por 51 tablas, en las que se aprecian diversas manos por la intervención del taller, el maestro demuestra en ellas estar al día en lo que a estampas se refiere, empleando ahora junto a los grabados de Lucas van Leyden, Durero o Raimondi, reproducciones de los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, empleadas indiscriminadamente en composiciones que, como las de los profetas y sibilas de la predela, se recortan todavía sobre fondos dorados a la manera de Pedro Berruguete. Buen ejemplo de ello puede ser la Sibila Frigia, derivada de la miguelangelesca Sibila Délfica,[9] o el Profeta Daniel, en el que a la influencia de Miguel Ángel hay que añadir la utilización nuevamente de las plaquetas de Moderno (Hércules y el león de Nemea y David vencedor de Goliat) en relieves decorativos.[10]

Dedicado a San Pelayo, el joven cordobés martirizado por Abderramán III por negarse a satisfacer sus deseos deshonestos, las tablas del primer cuerpo narran la leyenda del santo potenciando el interés por la figura humana y el desnudo masculino, como puede verse en la escena de su tortura, centrada en el cuerpo estlizado y refinado del santo a la vez que se evitan los aspectos más dramáticos.[11] De nuevo el rico repertorio de estampas coleccionado será el que proporcione los modelos para los desnudos, como el del verdugo que se agacha a recoger la cabeza decapitada del santo, tomada de la estampa de David con la cabeza de Goliat.[12] En otras figuras, como el San Juan Evangelista de una de las entrecalles, la estilización es mayor, llegándose en ellas a una formulación auténticamente manierista, a la manera, ahora, de Alonso Berruguete.[13]

Otras obras

Se han puesto en relación con Soreda, además de las obras citadas, la Presentación en el templo de la iglesia de San Pedro de Soria, una Virgen con el Niño del Museo Catedralicio de Burgo de Osma y otra tabla del mismo asunto en el Museo de Dijon, una predela en el Museo Lázaro Galdiano y las Sibilas, de la iglesia de la Trinidad en Atienza.

Notas

  1. Ramos, pág. 316.
  2. Ramos, pág. 317.
  3. Ramos, pág. 320.
  4. Ávila, 1979, pág. 405.
  5. Ávila, 1993, págs. 182-183.
  6. Ávila, págs. 187 y ss.
  7. Ávila, 1985, págs. 66 y 75-77.
  8. Ramos, pág. 322.
  9. Ávila, 1985, pág. 63.
  10. Ávila, 1993, págs. 254-255.
  11. Las edades, 1993, pág. 109.
  12. Ávila, 1985, pág. 84.
  13. Las edades, 1988, págs. 261-262.

Bibliografía

  • Ávila, Ana, «Juan Soreda y no Juan de Pereda. Nuevas noticias documentales e iconográficas», Archivo Español de Arte, LII, 208 (1979), págs. 405-424.
  • Ávila, Ana, «Influencia de Rafael en la pintura española del Renacimiento», catálogo de la exposición Rafael en España, Madrid, Museo del Prado, 1985.
  • Ávila, Ana, Imágenes y símbolos, Barcelona, Anthropos, 1993, ISBN 84-7658-417-2
  • Las edades del hombre. El arte en la iglesia de Castilla y León, catálogo de la exposición, Valladolid, 1988, ISBN 84-505-7998-8
  • Las edades del hombre. El contrapunto y su morada, catálogo de la exposición, Salamanca, 1993, ISBN 84-88265-03-4
  • Ramos Gómez, F. Javier, «Juan Soreda y las tablas del antiguo retablo de Luzón (Guadalajara)», Archivo Español de Arte, LXXV, 299 (2002), págs. 293-334.

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