- Luis José de Tejeda y Guzmán
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Luis José de Tejeda y Guzmán (Córdoba; 25 de agosto de 1604) fue un poeta argentino.
Sus padres fueron Juan de Tejeda Mirabal y María Guzmán de la Vega, casados por 1590. Creció a la par de Córdoba de la Nueva Andalucía, fundada treinta y un años antes por Gerónimo Luis de Cabrera y acompañado entre otros por Tristán de Tejeda su abuelo y Hernán Mejía Mirabal su bisabuelo. Su tía, Leonor de Tejeda Mirabal, fue fundadora del Monasterio de Santa Catalina en 1613 y colaboró con el padre del poeta en la fundación del Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Santa Teresa de Jesús en 1628.
Desde muy temprana edad curso estudios de latinidad, retórica, poética y de artes en el Convictorio del Colegio Jesuita y a los diecisiete años alcanzó los títulos de bachiller, licenciado y maestro de artes. Alejado de las aulas se convirtió en autodidacta, asombrando a sus maestros y condiscípulos por su inteligencia, talento y saber. Sus conocimientos eran amplios y notables, conocía el hebreo, el latín y el griego, llegando a componer prosas y versos en las dos últimas lenguas. Su curiosidad le llevó a saber de pintura, música, medicina y hasta astronomía.
Su temperamento pasional no llegó a reprimirse con la dura disciplina de las aulas ni el ejemplo de sus padres, sumergiéndose hasta los veinte años en pasiones desbordadas. Alarmado su padre, dispuso su casamiento con Francisca de Vera y Aragón, noble dama riojana. El matrimonio se celebró en 1624 y tuvo diez hijos: dos varones, Luis Tristán que fijó su residencia en La Rioja, José que acompañó al poeta y ocho mujeres, dos de ellas monjas carmelitas y una monja del Convento de Catalinas.
Desde su casamiento hasta la muerte de su esposa en 1661, siguió la carrera de las armas. Con sólo veinte años y mientras desempeñaba las funciones de alférez real, recibió los despachos de capitán de infantería española y el encargo de llevar los refuerzos de las ciudades de San Miguel del Tucumán, Talavera de Madrid, San Felipe de Salta y San Salvador de Jujuy para la defensa de Buenos Aires amenazada por piratas holandeses. Destacándose además en las campañas al Chaco, Tucumán y Río Cuarto.
Ayudó a su padre en sus últimos días a dar fin a la fundación del Monasterio de Carmelitas Descalzas y algún tiempo se dedicó al hogar, pero nuevamente su pasión volvió a enredarlo en aventuras, que luego traerán dolor y arrepentimiento, lo que nos describe en Romance de su vida, un largo poema escrito casi completamente en metro romance. Tras la muerte de su padre en 1628, se dedicó a la administración de la fortuna heredada y entre 1634 y 1660, desempeña numerosos cargos públicos: procurador, alcalde ordinario, regidor y protector de naturales. Ejerciendo funciones municipales se ocupó de la construcción de diques de cal y canto para la irrigación y provisión de agua a la ciudad.
Por setiembre de 1661 es actor de un grave episodio político. Extralimitándose en sus facultades toma medidas que le valen el dictado de prisión, confiscación y venta de sus bienes muebles de sus estancias en Saldán y Soto por parte de la Audiencia de la Plata. Para evitar males mayores se refugia un tiempo en el Convento de San Francisco, luego deambula por las sierras de Saldán hasta que en 1663, predispuesto su espíritu a un cambio notable, se materializa su conversión en el Convento de Santo Domingo, donde tomó el hábito de los Predicadores y escribió hasta su muerte, acaecida el 10 de setiembre de 1680.
De sus composiciones místicas se pueden mencionar: Romances al Niño Jesús, A las soledades de María Santísima, Fénix de Amor, El árbol de Judá, Sobre la Encarnación del Verbo, Canción Sáfica y Real, su soneto a Santa Rosa de Lima y El Peregrino en Babilonia. Son éstas las conocidas Coronas Líricas, obra en tres partes: Corona de Rosas, Corona de Espinas y Corona de Estrellas, donde el poeta celebra la concepción inmaculada, siguiendo la vida de la Madre de Dios, conservando por ella, una íntima ternura y devoción que sintió acrecentarse en los últimos años de su vida. Según el poeta, el dulce nombre de María basta, para mover a arrepentimiento a los corazones mas endurecidos.
De la obra poética de Tejeda dijo Ricardo Rojas “…parece un discípulo de los grandes poetas del Siglo de Oro, no inferior a otros que por ese tiempo se hacían oír con aplauso en las cortes de Lima ó México”.
- Martinez Paz, Enrique (1917). universidad nacional de cordoba. ed. coronas liricas prosa y verso por luis jose de tejeda. cordoba republica argentina.
Categoría:- Poetas de Argentina
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