- Tratado de Nérchinsk
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El Tratado de Nérchinsk, firmado el 27 de agosto de 1689, fue el primero suscrito por China con una potencia europea, en este caso el Imperio ruso. El tratado delimitaba de forma oficial las fronteras entre China y Rusia y ponía fin a una serie de conflictos entre las tropas chinas estacionadas en Manchuria y diversas colonias rusas como Albazín y Nérchinsk, pobladas en su mayor parte por cosacos y tunguses.
Por medio de este tratado, Rusia renunciaba a cualquier reclamación sobre la región del Amur, que hasta entonces había sido su vía de salida hacia el Mar de Ojotsk, y reconocía los límites de su imperio en la cordillera de Stanovoy y el río Argun. En consecuencia, Albazin, que quedaba en territorio chino, fue destruida y abandonada. Pedro el Grande conseguía como contrapartida una paz duradera con el Emperador Kangxi y sus descendientes, además de privilegiadas relaciones comerciales con el Imperio Qing.
Rusos y chinos se encontraron en Nerchinsk e hicieron gala del desarrollo de sus respectivos imperios y sus riquezas, a fin de intimidar a su rival. Sin embargo, a la hora de comenzar a negociar se toparon con la barrera idiomática: ni los rusos hablaban chino, ni los chinos entendían el ruso.
Para solucionar este problema, los embajadores chinos solicitaros la presencia en Nerchinsk de dos misioneros jesuitas llamados Pereira y Gerbillon, originarios respectivamente de Portugal y Francia. Ambos jesuitas desarrollaban su misión en Pequín, en la corte de Kangxi, pero los embajadores chinos supusieron que estos occidentales, a quienes el propio Emperador respetaba por sus conocimientos y lejana procedencia, podrían ser útiles a la hora de negociar con el extraño pueblo del norte.
Esta previsión no pudo ser más acertada. Pereira y Gerbillon ejercieron de auténticos mediadiores y allanaron todas las dificultades para firmar un tratado de paz. Como entre los diplomáticos de San Petersburgo viajaba un alemán que hablaba ruso y latín, mientras que los jesuítas hablaban latín y chino, fue posible que el embajador enviado por el "Zar de todas las Rusias" y el enviado por el "Hijo del Cielo" pudiesen entenderse y negociar. Gracias a su interpretación, el Tratado de Nerchinsk fue redactado en manchú, ruso y latín.
Las condiciones de Nerchinsk se mantuvieron hasta la firma de los tratados de Aigun (1858) y Pekín (1860), cuando Rusia forzó a la debilitada Dinastía Qing a cederle importantes territorios en la zona del río Amur y Asia Central a cambio de prácticamente nada. Estos últimos tratados establecieron la mayoría de las actuales fronteras de China y Mongolia, con Rusia.
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