- Mariano Luis de Urquijo
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Mariano Luis de Urquijo y Muga (Bilbao, 1769 - París, 1817[1] ) Estadista, político, escritor y traductor español de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, reconocido por su carácter ilustrado.
Contenido
Formación
Instalado desde niño con su familia en la corte, se matriculó en la Universidad de Salamanca, donde alcanzó el grado de bachiller en Filosofía, Leyes y Cánones. Amigo y discípulo de Juan Meléndez Valdés y Ramón de Salas, el joven Urquijo se empapó durante su etapa universitaria de las ideas reformistas que provenían de Europa. En 1791 publicó una traducción de La muerte de César de Voltaire,[2] En el Discurso realizó una acerva crítica de la escena dramática española y propuso como solución la imitación del teatro francés. La Inquisición recibió una denuncia secreta contra Urquijo y le investigó, aunque al final salió del proceso con una condena muy ligera.[3]
Protegido por el Conde de Aranda, que alabó su "talento no mui común para redactar expedientes", Urquijo entró en 1792 en la Secretaría de Estado como oficial noveno. Seis años más tarde Urquijo era ya oficial mayor más antiguo, en lo que fue una fulgurante carrera de ascensos. Durante unos pocos meses en 1796 Urquijo residió en la capital británica en calidad de secretario de la embajada española. Además de disfrutar de mayor libertad que en España, Urquijo aprovechó la estancia para estudiar las bases constitucionales de Gran Bretaña y leer a autores como Isaac Newton o Thomas Paine. Años más tarde se dijo que Urquijo mostró en Londres una actitud exaltada, más propia de un "sans-culotte" que de un diplomático de la España dieciochesca[4]
Secretario de Estado (1798-1800)
La baja por enfermedad de Francisco Saavedra obligó a Carlos IV a habilitar a Mariano Luis de Urquijo como Secretario de Estado el 13 de agosto de 1798. Urquijo supo ganarse la confianza de los monarcas y el 21 de febrero de 1799 recibió la plaza en interinidad. No fue el momento más idóneo para hacerse con las riendas de la política exterior española, pues la República Francesa, con la que la monarquía española se hallaba vinculada desde la firma del Tratado de San Ildefonso de 1796, afrontaba una nueva guerra en el continente. Urquijo mantuvo la fidelidad española a la alianza, aunque secretamente abominaba del despostimo que el gobierno francés ejercía hacia España, a la que trataba como un simple satélite[5] ".
Urquijo también se caracterizó por impulsar las reformas que sus antecesores no se atrevieron a impulsar. Destacó entre todas ellas el decreto que dejaba en manos de los obispos españoles la facultad de otorgar dispensas, entonces en manos del papa. En este empeño Urquijo fue apoyado por algunos destacados eclesiásticos de miras ilustradas, como el obispo de Salamanca Antonio Tavira, Juan Antonio Llorente o Joaquín Lorenzo Villanueva.[6]
Su política ilustrada y su carácter altivo le acarrearon poderosos enemigos, pertenecientes a la facción cortesana "jesuita" o "beata", dirigida por Manuel Godoy. La caída del Directorio tras el golpe de Brumario supuso el comienzo del fin para Urquijo, pues España no precisaría con Napoleón de un interlocutor con veleidades reformistas.[7] Una intriga urdida por Godoy, el nuncio Casoni y el papa Pío VII dio alas al rumor de que Urquijo no solo era un peligro para la religión, sino también para la propia monarquía española. Carlos IV creyó en la veracidad de las acusaciones y exoneró a Urquijo el 13 de diciembre de 1800, obligándole a abandonar la corte y prohibiéndole cualquier tipo de contacto tanto con él como con María Luisa.[8]
Época de desgracia
Desterrado en Bilbao, Urquijo fue actor involuntario de los alborotos de la "matxinada" conocida como "la Zamacolada". Convertido en mediador entre las autoridades de la Diputación del Señorío de Bizkaia y los "matxines", Urquijo se convenció de que las modificaciones en la legislación foral producirían graves trastornos sociales. Durante esta etapa de proscripción, que se extendió en el tiempo hasta la entronización de Fernando VII Urquijo escribió unos interesantísmos "Apuntes para la memoria sobre mi vida política, persecuciones y trabajos padecidos en ella",[9] cuyo valor como documento histórico se superpone al que presenta como testimonio personal.
Afrancesamiento (1808-1813)
En 1808 Urquijo fue uno de los personajes que advirtieron infructuosamente a Fernando VII de los peligros que suponía encuentro con Napoleón. En la capital vizcaína Urquijo conoció el levantamiento del pueblo madrileño del 2 de mayo y las abdicaciones de Bayona del 5, episodios que despertaron en él el temor a una guerra "exterminadora" con Francia. Napoleón lo mandó llamar a Bayona y allí se convenció de la necesidad de colaborar con la nueva dinastía representada por José I Bonaparte, lo cual conllevaba además la oportunidad histórica de elaborar una Constitución que pusiera fin a la arbitrariedad y al despotismo. A tal efecto Urquijo confeccionó unas "Reflexiones" para ser tenidas en cuenta en la redacción de la Constitución de Bayona planteando la supresión de los derechos feudales y de los privilegos eclesiásticos, el establecimiento del librecambio o la elaboración de un código propio para las Indias. Significativamente recomendó, marcado por sus traumáticas experiencias de la "Zamacolada", no tocar el ordenamiento foral de las Provincias Vascongadas y Navarra.[10]
Urquijo fue uno de los principales representantes del gobierno "intruso", recibiendo la cartera ministerial de Estado, que comportaba el refrendo de leyes y decretos, la convocatoria de los consejos privados y de ministros y la custodia de los archivos. Su papel político fue de primera magnitud, más por su influencia que por las responsabilidades que tenía encomendadas. Destacó en este periodo por su hostilidad hacia las órdenes religiosas, siendo uno de los principales beneficiarios de la desamortización realizada por la monarquía josefina.
Últimos años
En 1813, junto con otros destacados afrancesados, atravesó los Pirineos acompañando a las tropas francesas y a José I Bonaparte. Un año más tarde dirigió una representación a Fernando VII solicitando con más honradez y valentía que posibilidades de éxito el perdón para todos los afrancesados que se habían visto obligados a escoger el camino del exilio.[11] A diferencia de otros compañeros de desgracia, Urquijo no se arrepintió de sus decisiones:
"En el silencio de la noche, cuando el sueño no viene, repaso mi vida; y nada encuentro de que deba avergonzarme, ni como hombre público, ni como ciudadano español. Esta tranquilidad de conciencia me hace superior a las injusticias y a las proscripciones".[12]
En 1817 Urquijo murió en la capital francesa, víctima de una negligencia médica. De cultura neoclásica, la vida de Urquijo devino al final de sus días un romántico canto a la libertad. Si bien su trayectoria cuenta con sombras y luces es de justicia rescatar el inquebrantable compromiso de Urquijo con la reforma política.
Nombramientos y honores
Además de secretario de Estado y ministro de Estado, Urquijo fue consejero de Estado y ministro plenipotenciario en la República Bátava (cargo que nunca llegó a ejercer).[13] En 1800 fue nombrado junto con su padre, Francisco Policarpo de Urquijo, diputado general del Señorío de Vizcaya.[14] También recibió el nombramiento honorario de socio de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.
Fue caballero de la Orden de Malta -a pesar de que los naturales de Vizcaya estaban dispensados de pertenecer a la orden-, de la Orden de Carlos III y de la Orden Real, que fue como la monarquía josefina rebautizó a la Orden del Toisón de Oro. Como dato curioso Urquijo reclamó en sus "Reflexiones" a la Constitución de Bayona la desaparición de algunas órdenes militares, la desamortización de sus bienes y la democratización de sus capítulos.[15]
Predecesor:
Francisco de SaavedraSecretario de Estado de España
1798-1800Sucesor:
Pedro Cevallos GuerraPredecesor:
(sin predecesor)Ministro-Secretario de Estado de España
(cargo surgido durante el reinado de José I Bonaparte sin continuidad)
1808-1813Sucesor:
(sin sucesor)Notas
- ↑ Aleix ROMERO PEÑA, "Mariano Luis de Urquijo. Biografía de un ilustrado", Revista de Cultura e Investigación Vasca Sancho el Sabio, nº 34, 2011, p. 56
- ↑ Mariano Luis de URQUIJO, "La muerte de César. Tragedia francesa de Mr. Voltaire: traducida en verso castellano y acompañada de un discurso del traductor sobre el estado actual de nuestros teatros y necesidad de su reforma". Madrid: Blas Román, MDCCXCI.
- ↑ M.V. LÓPEZ CORDÓN CORTEZO y Gloria FRANCO RUBIO, “Un voltarien espagnol à la fin du XVIIIe siècle: Mariano Luis de Urquijo”, Actas du Congrès international Voltaire et ses combats, Oxford, 1997, pp. 1251-1261.
- ↑ Aleix ROMERO PEÑA, "<<Our brave sans-culotte>>. La imagen de Mariano Luis de Urquijo según los escritos de Blanco White y lord Holland", Cuadernos de Historia Moderna, vol. 36, 2011, pp. 109-128.
- ↑ Aleix ROMERO PEÑA, "La política exterior del ministro Urquijo. España y las embajadas de París, Viena y Lisboa durante la Guerra de la Segunda Coalición (1798-1800)", trabajo de suficiencia investigadora, inédito, Universidad de La Rioja
- ↑ Luis SIERRA NAVA, "La reacción del episcopado español ante los decretos de matrimonios del ministro Urquijo", Bilbao, Estudios de Deusto, 1964
- ↑ Emilio LA PARRA "Les changements politiques en Espagne après Brumaire”, Annales historiques de la Revolution française, 318, octubre-noviembre 1799. http://arf.revues.org/295
- ↑ Luis SIERRA NAVA, "La caída del primer ministro Urquijo en 1800", Madrid, CSIC, 1963
- ↑ Mariano Luis de URQUIJO, ": Apuntes para la memoria sobre mi vida política, persecuciones y trabajos padecidos en ella", edición a cargo de Aleix Romero Peña, Logroño, Siníndice, 2010
- ↑ Carlos SANZ CID, "La Constitución de Bayona", Madrid, Reus, 1922, Apéndice III
- ↑ Aleix ROMERO PEÑA, art. cit., pp. 69-78
- ↑ Antonio de BERAZA, Elogio de don Mariano Luis de Urquijo, Ministro Secretario de Estado de España, París, L.-E. Herhan, 1820, p. 74
- ↑ Didier OZANAM, Les diplomates espagnols du XVIIIe siècle. Introduction et répertoire biographique (1700-1808), Madrid, Casa de Velázquez, 1998, p. 454
- ↑ Aleix ROMERO PEÑA, art. cit., pp. 66-67
- ↑ Aleix ROMERO PEÑA, art. cit., p. 72
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