- Clementina Suárez
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Clementina Suárez Nacimiento 1906
Juticalpa, Olancho HondurasDefunción 1991
Tegucigalpa, HondurasOcupación Escritora, poeta y pintora Nacionalidad Hondureña Lengua materna Español Género Poesía Movimientos Modernismo Contenido
Biografía
Clementina Suárez, nació en 1906 en la localidad de Juticalpa, departamento de Olancho, en la república de Honduras. Casada con el famoso pintor y escultor José Mejía Vides, Clementina Suárez es uno de los nombres fundamentales de la poesía hondureña de vanguardia.
Clementina Suárez, fue una Bohemia apasionada de los cafés. Desde muy niña se habituó a ir donde quería y hacer lo que le pareciera. No le molestaba ser la única mujer que frecuentaba el estanco de "Mamá llaca" en el Barrio La Ronda de Tegucigalpa.
Fue una mujer que adoraba la compañía de los hombres en todas las formas, le encantaba estar rodeada de talentos, energía e ideas. De hecho la educación de Clementina era la gente.
A Clementina Suárez se le llamo la "Mujer Nueva" de Honduras. Vestía pantalones cortos y traje de baño; celebraba su cuerpo no sólo en su vida sino también en su poesía. Fue liberada, independiente y franca. Tegucigalpa se escandalizó y se intrigó por ella. Y aunque ella fue la primera mujer que público un libro en Honduras, la gente se interesaba más por sus amantes que por su poesía.[1]
En diciembre de 1991 la delincuencia se ensañó con esta noble Poeta. El Poeta Roberto Sosa le hizo su última entrevista. Mujer y Poeta. O para ser más cabales con su indivisible condición humana: Mujer Poeta. Clementina Suárez es así: Mujer por la gracia de su sexo, el cual ha sabido enaltecer a niveles muy por encima del consabido muérgano; y Poeta por destinación inclaudicable, la única en su género que ha logrado aquí, hasta hoy, ejercer tal oficio con suficiente propiedad y transcendencia.
Si hubiera una sola palabra para extraer su dilatada trayectoria vital, yo propondría: intensidad hasta la última gota de luz que fuera posible. Por eso, Clementina Suárez le ha profesado al tiempo la más legitima de las lealtades: la autenticidad, lo cual supone a despecho de lo establecido no dejarse avasallar por aquél, no prestar obediencia a sus varios y variados fueros. Ella ha vivido para crecer. Su corazón, arma de fuego, ha traspasado limpiamente los carapazónes de la fijeza, la rendición o el acatamiento. Vivir intensamente es perdurar, mas sólo perdura lo voluble, lo irreductible, lo desmesurado. Suyas podrían ser estas palabras de la inmortal escritora brasileña Clarice Lispector: "No quiero la terrible limitación del que vive tan sólo de aquello capaz de tener sentido".
De igual manera su poesía no ha sido ajena, en ninguno de sus versos, a tan hermoso destino. Vida y obra han crecido trenzadas, coyuntadas por la firme y fecunda pasión de existir, de perdurar. La obra de Clementina Suárez es, por eso, uno de los testimonios más genuinos y ejemplares que se puede encontrar dentro de la tradición literaria de Honduras. Desconocer su nombre, por mucho efusivo de macho cabrío que abunde en un ambiente como el nuestro, sería como privar a nuestras letras y, por qué no decirlo, a un período significativo de la actual formación cultural hondureña, de una voz, de una actitud con caracteres fundacionales. Vida y obra se erigen, por tanto, en hitos precursores de una forma de hacer, de una manera de ser iconoclastas, eclosivas, sin duda necesarias para potenciar todo proceso de transformación material y espiritual, así le definía el Poeta Rigoberto Paredes a esta Poeta Hondureña.
- En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”.
La entrevista final
En una entrevista hecha por Roberto Sosa a Clementina sobre la critica literaria en Honduras, comentaba que al no haber una política cultural bien planeada y organizada, todo marcha con grandes deficiencias, Creía que se podía pedir al Gobierno y a los mismos artistas, que fueran un poco más consecuentes en relación a su trabajo ya que ellos mismos son los que tienen que ir dando la pauta para encontrar en ello mismos la crítica de su obra.
Clementina era del pensar que ocasionalmente los suplementos de los diarios, algunos artículos de revistas hacían crítica. Pero que dentro de nuestras condiciones era muy difícil que alguien se dedicará a la crítica porque hay montada una labor de mutuos elogios. Una debilidad es la de ser individualistas; no trabajamos los artistas en comunidad, y esa actitud nos aísla de toda realidad.
El Poeta Sosa le preguntaba en su entrevista a esa connotada escritora a su juicio quienes eran los escritores y poetas hondureños, de las diferentes épocas más relevantes. Haciendo un recuento de lo leído manifestaba, con toda claridad, creo que Alfonso Guillén Zelaya, Ramón Amaya Amador, Medardo Mejía, Froylán Turcios, Juan Ramón Molina, fueron escritores que fomentaron nuestras inquietudes y que tenían los ojos puestos en una nueva patria.
Al referirse a los escritores extranjeros que más han influido en la formación de los escritores hondureños, la Poeta era del pensar que los que lograron despertar conciencia y estar completamente claros en que su obra tenía que tener los ojos puestos en la realidad de su pueblo fueron Pablo Neruda, Cesar Vallejo, Miguel Ángel Asturias, entre otros.
Sobre los escritores que viven de su trabajo Clementina pensaba que ninguno, ya que algunos escritores, comentaba, escriben algunos artículos en los diarios pero pésimamente remunerados, y que jamás sería posible vivir con ello. Con lo que los Escritores y Poetas logran defenderse, es con la docencia en los colegios y universidades,; los demás deambulan de un lado a otro buscando acomodo, en las más difíciles condiciones.
En cuanto al periodo más importante en la historia literaria de Honduras consideraba que todos los días se avanza aunque lentamente y nos concretamos con fuentes ascendentes y renovadoras del mundo entero. Por lo menos ahora el escritor esta teniendo un sentido más universal.
Finalmente le contaba al Poeta Roberto Sosa que creía que el grado de estimación del público a sus Poetas Y escritores era afectivo. Y el escritor o poeta se debía sentir compensado con cariño.
Obras
Su Trabajo Comprende Los siguientes Títulos:[2]
- Corazón Sángrate, escritos en 1930,
- Los Templos De Fuego, en 1931,
- De mis sábados el último, en México, 1931,
- Iniciales en 1931 en coautoría con los mexicanos Lamberto Alarcón y Emilio Cisneros Canto y el hondureño Martín Paz
- Engranajes, poemitas en prosa y en verso, en San José, Costa Rica, 1935,
- Veleros, en La Habana, 1937,
- De la desilusión a la esperanza, en 1994,
- Creciendo con la hierba, en 1957,
- Canto a la encontrada patria y su héroe en 1958, y
- El Poeta y su señales, en 1969.
Referencias
- ↑ Según Janeth N. Gold, catedrática de la Universidad de New Hampshire, U.S.A.
- ↑ http://litart.mforos.com/1194902/6763302-clementina-suarez/
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