El expolio

El expolio

El expolio

El Expolio del Greco Catedral de Toledo.jpg
El Expolio
El Greco, Hacia 1577-1579
Óleo sobre lienzo - Manierismo
285 cm × 173 cm
Catedral de Santa María de Toledo, Toledo, España

El Expolio es un cuadro pintado por El Greco (Domenikos Theotokopoulos, 1541-1614) para la Sacristía de la Catedral de Toledo. Es un Óleo sobre lienzo y mide 285 centímetros de alto y 173 cm de ancho, fue realizado entre los años 1577 y 1579 y se conserva todavía en la Sacristía de la Catedral de Toledo, España.

Según Cossío, este cuadro es el más poético y de expresión más elevada del artista, suponiendo un momento cumbre de su producción.[1] Para Gudiol es una de las mejores obras del pintor y obra capital en la historia de la pintura europea.[2]

Contenido

Su historia

El cabildo de la catedral de Toledo debió encargar al Greco la realización del Expolio el 2 de julio de 1577 pues existe un documento que en esa fecha recibió 400 reales de adelanto a cuenta del cuadro.[1] Se trata del primer documento que acredita la presencia del pintor en Toledo.[3] Se trata de los primeros trabajos en Toledo, junto a las pinturas del retablo de Santo Domingo el Antiguo, recién llegado de Italia.[4]

El cuadro situado en la Sacristía de la catedral de Toledo

El motivo del cuadro encargado por el cabildo, El Expolio, es el momento inicial de la Pasión en el que Jesús es despojado de sus ropas. El pintor se inspiró en un texto de san Buenaventura y la composición que ideó no satisfizó al cabildo. En la parte inferior izquierda colocó a la Virgen, María Magdalena y María Cleofás , mientras que en la parte superior por encima de la cabeza de Cristo situó a gran parte del grupo que lo escoltaba. Las tres Marías no constan en los evangelios canónicos como presentes en ese momento ni tampoco en el evangelio apócrifo de Nicodemo, el único que relata el Expolio. En cuanto al realce jerárquico de los acompañantes por encima de Cristo, el Greco se inspiró en iconografías antiguas bizantinas como el prendimiento de Cristo o el beso de Judas, donde es habitual en esos iconos que la muchedumbre rodee a Jesús por la parte superior. El cabildo no aceptó esta composición, consideró que eran impropiedades que oscurecían la historia y desvalorizaban a Cristo[5]

Este fue el motivo del primer pleito que el pintor tuvo en España, después vendrían otros que se sucedieron a lo largo de su vida por desavenencias sobre los cuadros con sus clientes. El 14 de septiembre de 1579 reclamó el pago del cuadro alegando que era extranjero y no disponía de bienes en Toledo. El cuadro no acabó de pagarse hasta el 8 de diciembre de 1581.[3] En el pleito los tasadores nombrados por el Greco, Baltasar de Castro, pintor, y Martínez de Castañeda, escultor, manifestaron sobre el lienzo que la estimación es tan grande que no tiene precio... pero que atendiendo a la miseria de los tiempos... se puede pagar 900 ducados.[2] La cantidad solicitada era desmesurada, pero los tasadores representantes del cabildo presentaron una valoración muy baja, ofreciendo solamente 228 ducados, alegando las incorreccciones de las cabezas sobrepasando la de Cristo y las tres Marías que no se mencionan en los Evangelios. La falta de acuerdo llevó a convocar un arbitro decisorio, que manifestó que el cuadro era uno de los mejores que había visto y lo valoró en 318 ducados. Sobre los problemas iconográficos dijo estar poco preparado para solventarlos y delegó en la autoridad eclésiastica. El pintor acabó recibiendo como pago 350 ducados pero no tuvo que cambiar las figuras que habían generado el conflicto.[6]

Parece ser que durante el pleito, El Greco estaba dispuesto a prescindir de las tres Marías, pero finalmante pudieron ser mantenidas, favoreciendo la estética de la composición pues subrayan el movimiento ascensional del cuadro.[3]

La fama que le proporcionó este cuadro y los de Santo Domingo el Antiguo le llevaron a establecerse definitivamente en Toledo.

Análisis de la obra

Detalle del cuadro

La obra está firmada sobre una hoja de papel que aparece abajo a la izquierda, en caracteres griegos minúsculos: “Doménikos Theoto [Kópulos]Krès Ep[oíei]”.

El momento del expolio no era un tema frecuente en aquella época en el arte occidental. En la composición representa a Cristo en el centro, mirando al cielo con una expresión de serenidad, vestido con una túnica de color rojo intenso que domina el resto de la composición; y a su alrededor, una masa de figuras dispuestas a desnudarlo para comenzar la Pasión. Tanto el modelado de las figuras como el cromatismo provienen de su época veneciana[7] .

La idealizada figura de Jesucristo destaca vigorosamente del resto y parece ajena al gentío violento que lo rodea. Una figura en la parte trasera con un sombrero rojo apunta acusadoramente a Cristo, mientras otros dos discuten sobre sus vestiduras. Otro hombre vestido de verde a la izquierda de Cristo lo sujeta con una cuerda y va a proceder a desnudarlo para su crucifixión. Mientras otro vestido de amarillo en la parte inferior derecha se inclina hacia la cruz y perfora un agujero para facilitar la inserción de un clavo que atravesará los pies de Cristo. El rostro melancólico del Salvador queda violentamente yuxtapuesto a las figuras de sus ejecutores, que se amontonan en torno a él, creando una impresión de desorden con sus movimientos, gestos, picas y lanzas.[8] En la parte inferior izquierda aparecen las tres Marías contemplando la escena con angustia.

La figura preparando la Cruz podría derivar de una figura similar inclinada hacia delante en un tapiz de Rafael y un cartón de la Milagrosa captura de peces, que podría haber conocido durante su estancia romana.

Cossío en su célebre libro sobre El Greco realizó el siguiente análisis sobre este cuadro:

Detalle: las tres Marías miran con melancolía como un hombre, pintado en atrevido escorzo, barrena la cruz para clavar los pies de Cristo. El pie blanco de Jesús que será clavado se representa en medio estableciendo un fuerte vínculo.
  • El Greco debía representar a Cristo, no como Dios, sino como hombre y víctima inocente de las pasiones humanas. Aunque esto enlazaba con otras composiciones pintadas en Italia, aquí concentró todos los elementos, principales y secundarios, dispersos en sus cuadros anteriores, en una sola acción alrededor del protagonista. Lo rodea un grupo apretado de cabezas duras y sombrías, cada una con personalidad propia, que sirven de fondo al claro e inocente rostro de Cristo. Todavía introduce dos episodios diferentes según la tradición veneciana, pero no como antes, dispersos en otros escenarios del cuadro como plazas y pórticos, sino pegados a Cristo y cerrando la escena inferiormente. Se trata del hombre que prepara la cruz y enfrente las tres Marías que con tristeza lo observan. Y a tal extremo llevó la concentración de la acción que el Cabildo pretendió con argumentos teológicos que el pintor modificara el cuadro.[9]
  • Aunque muchas figuras del cuadro tienen un gran atractivo, la unidad de composición es tan perfecta que todo el interés lo absorbe la figura de Cristo. El maestro supo crear este efecto con grandísima destreza, estableciendo una composición en círculo alrededor de Jesús. Las masas no están como en cuadros anteriores solamente a derecha e izquierda, se encuentran también al fondo para que sobre ellas se destaque el protagonista, lo perfilan por todos los lados, incluso en el primer plano en la parte inferior para cerrar completamente la escena. Se muestra todo el contorno de Jesús que ocupa en centro del grupo que lo rodea, adquiriendo por contraste un gran relieve.[9]
  • Todo lo que no es el protagonista se encuentra oscurecido y rebajado mientras que Cristo se ilumina y destaca. El artista lo consigue mediante el colorido y el claroscuro. Así el rostro iluminado de Cristo y su túnica roja forman un contraste muy fuerte con las oscuros rostros de los acompañantes y con la entonación gris que domina el fondo del cuadro, en la misma línea de grises que la armadura del caballero a la derecha de Jesús.[9]
  • La escena representada es únicamente humana. Hombres y mujeres llenan todo el espacio. La naturaleza solo aparece en una porción de cielo nuboso y algo de tierra bajo el pie de Cristo.[9]
  • Señaló que Justi encontraba en este cuadro reminiscencias bizantinas: en la posición frontal de la escena, en la simetría con que están dispuestos los personajes y en la concentración de la multitud.[9]
El Cabildo de la catedral que había encargado el cuadro encontró teológicamente injustificable que las cabezas de la escolta sobrepasasen la de Cristo. El Greco se había inspirado en iconos bizantinos en temas como el beso de Judas o el prendimiento de Jesús donde la multitud rodea a Cristo superiormente. El contraste estético entre la quietud y melancolía del rostro del Salvador y los sombríos rostros que lo rodean es asombroso.

Réplicas y copias

El Greco y su taller pintaron varias versiones sobre este mismo tema, con variantes. Wethey catalogó quince cuadros con este tema y otras cuatro copias de medio cuerpo. Solo en cinco de estas obras vio la mano del artista y las otras diez las consideró producciones del taller o copias posteriores. Entre las cinco donde intervino El Greco, se encuentran el original de la catedral de Toledo, el ejemplar de la Alte Pinakothek de Múnich y otras tres tablas de pequeñas dimensiones, de las que la tela de Upton Downs (Inglaterra) sería el estudio preparatorio de la Toledo. Las otras diez son réplicas del taller del Greco o copias posteriores de pequeño tamaño y poca calidad.[10]

Entre las copias se encuentra una que posee el Museo del Prado firmada por el hijo del pintor. Las principales variaciones de esta copia respecto al original, además de la calidad, es la corona de espinas que lleva Cristo, las figuras de primer término son algo mayores mientrás que las del fondo están más alejadas.[10] En general las figuras de las copias son burdas y no son comparables a la maestría del original.

Referencias

Referencias bibliográficas

La armadura del personaje a la derecha de Jesús, de impecable ejecución, no compite con la atracción que genera el Salvador. El Greco lo consigue matizando y apagando los grises de la armadura que contrastan con la luminosidad y la luz de Cristo.
  • Pita Andrade, José Manuel (1985). El Greco. Carrogio SA de Ediciones. ISBN 84-7254-514-8.
  • Cossío, Manuel B. (1965). El Greco. Espasa Calpe Argentina, S.A.. ISBN 84-7254-514-8.
  • Gudiol, José (1982). El Greco. Ediciones Poligrafa S.A.. ISBN 84-343-0031-1.
  • Tazartes, Mauricia (2004). «Las Obras Maestras», El Greco. 2005 Unidad Editorial S.A.. ISBN 84-89780-99-4.
  • Buendía, José Rogelio (1988). «El Greco, humanismo y pintura», El Greco. Sarpe. ISBN 84-7700-088-3.
  • Ruiz Gómez, Leticia (2007). El Greco. Museo Nacional del Prado. ISBN 978-84-8480-135-1.

Notas

  1. a b Cossío, op. cit., p.99
  2. a b Gudiol, op. cit., p.85
  3. a b c Pita Andrade, op. cit., p.46
  4. Cossío, op. cit., p.33
  5. Tazartes, op. cit., p.100
  6. Buendía, op. cit., p.8
  7. Manfred Wundram, “El Renacimiento y el Manierismo” en Los maestros de la pintura occidental, Taschen, 2005, pág. 210, ISBN 3-8228-4744-5
  8. M. Lambraki-Plaka, El Greco-The Greek, pág. 53
  9. a b c d e Cossío, op. cit., p.100-103
  10. a b Ruiz Gómez, op. cit., p.229
Obtenido de "El expolio"

Wikimedia foundation. 2010.

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