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Ermitaño Pelayo
Pelayo (o Paio o Pelagio) según la tradición popular que cuenta que en el año 813, un ermitaño llamado Pelayo, vivía en un lugar conocido por el nombre de Solovio, en el bosque Libredón, exactamente donde hoy está la iglesia de San Fiz de Solovio en la Compostela actual. Este ermitaño observó durante varias noches consecutivas unos resplandores misteriosos sobre un montículo del bosque, como si fueran lluvia de estrellas.
Pelayo, altamente impresionado por las luminarias, decidió presentarse ante el obispo Teodomiro (que por aquel entonces era obispo de la sede de Iria Flavia, actual Padrón) para comunicarle los hechos. El obispo reunió un pequeño séquito y se dirigió al lugar donde pudo contemplar él mismo el fenómeno. Allí, entre la densa vegetación, fue donde encontraron un sepulcro de piedra en el que reposaban tres cuerpos que serían identificados como Santiago el Mayor, Teodoro y Atanasio (sus dos discípulos).
Estos hechos ocurrían 8 siglos después de la muerte de Santiago Apóstol.
Nota
No hay que confundir este Pelayo con San Pelayo, el niño mártir en Córdoba.
Véase también
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